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Capítulo 22. Cosas que cuesta mucho decir

— ¿No has descansado? —preguntó Gavin susurrando—. Puedo quedarme un rato—dijo con poca convicción, este era el último lugar donde quería estar, pero tampoco podía alejarse.

Marina negó enérgicamente con la cabeza.

—Estoy bien —replicó y continuó cantando la hermosa canción de cuna.

Ana entró y sonrió a Gavin, se sentó junto a Marina y tomó una mano de ella y con la otra la de Cris.

Cómo si de alguna manera pudiera darles energía para continuar, eso le pareció a Gavin y lo apreció, sonrió con Ana complacido de haberla llevado, Marina se veía mejor con ella al lado y eso era mejor para Cris.

Gavin observó cómo Cris temblaba, su piel estaba pálida, era obvio que soportaba un tormento y deseó quitar esa carga del niño y llevarla él.

De poder hacerlo lo haría sin dudarlo, pero sabía que era imposible, por más que lo había suplicado a Dios cuando fue Anderson quien estuvo convaleciente en una cama de hospital no ocurrió.

Ver a Cris era como ver de nuevo a Anderson ago
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