Gavin después de una ducha fría que aunque aplacó su problema físico no aplacó su mal humor se dirigía al restaurante del hotel cuando se encontró en el despacho del lobby con la madre de José Manuel, su cuñada. —Qué bueno que te veo Gavin, imaginé que estabas aquí, pero no quisieron llamarte. No entiendo semejante atropello, no creo que sea que me has dado la espalda. En realidad Gavin no había pensado en su cuñada para nada, jamás fueron amigos, ni siquiera porque su familia era allegada al clan. —Di expresas órdenes de no ser molestado, pero de nada sirve la fortuna que me cobran en este hotel, igual me encuentran. La mujer bajó la mirada y Gavin apretó el puente de su nariz y respiró profundo, después de todo ella no tenía culpa de su mal humor. —Discúlpame Gavin, pero de verdad no tengo a nadie a quien acudir, y lo que ordenaste hacer el banco es francamente indignante. — ¿Qué yo ordené en el banco? ¿De qué hablas? —Fui hoy al banco para hablar contigo, me r
Marina buscó a Ana en el centro de acopio de la fundación, absorta veía a un jovencito que venía a donar su cabello para su hermana. El joven no tendría más de 15 años, pero su melena era admirable. Su madre muy orgullosa decía que se lo había dejado crecer para donarlo a su hermana con leucemia que tenía el mismo tono de cabello. Marina con lágrimas en los ojos lo felicitó y le dio un beso en su cabeza rapada después de pasar por las manos de Ana, su hermana lo abrazó, estaba orgullosa de su hermano y su sacrificio, su amor fraterno era evidente. Ana se acercó a Marina. — ¿Estás bien? Marina limpió sus ojos y afirmó con la cabeza. —No parece —inquirió Ana—. Marina, si te hace daño venir… — ¡No! De verdad no me hace daño. Claro que me hace recordar a Cris, pero todo esto lo hago en su honor —Marina limpió sus lágrimas—. Si Dios me da la oportunidad y mi hijo crece, sabrá que su hermano mayor fue el precursor de que cambiaran muchas vidas, haré que lo ame y qu
Marina fue a casa de sus padres, allí se estaba quedando, su casa la había puesto a la venta, no era un lugar digno para recordar a su hijo. En cuanto llegó se sorprendió al ver un automóvil muy costoso con el cofre abierto en plena acera frente al taller mecánico cerrado. Se escuchaba la voz alegre de su padre charlando de lo que le gustaba, la mecánica automotriz, le intrigaba el sistema eléctrico y preguntaba al dueño su evaluación en cuanto a la eficacia en comparación al de combustión, era escéptico y podría hablar de ello por horas, a Marina no le apetecía para nada esa charla. Marina pensaba pasar de largo solo dando las buenas noches, pero se detuvo al escuchar la inconfundible voz de Gavin. Marina volteó a mirar a los dos hombres que más adora en su vida. —Bue…Buenas noches —tartamudeó sorprendida. — ¿Crees que solo tú puedes sorprenderme?, yo también tengo mis trucos —dijo Gavin y no había forma de que Marina pudiera interpretar su estado de humor, su rostr
El tic que producía el goteo de la llave del fregadero fue el único sonido que se escuchó por un momento que pareció interminable. Ninguno de los dos sentía la voluntad de enfrentar sus problemas, pero tampoco podían dar media vuelta e irse. Solo les quedaba expresar sus dudas acerca del otro. Era el turno de Marina de preguntar: —Cuando me dejaste ir con Camila por los pasadizos secretos de las catacumbas de tu castillo ¿qué planeabas hacer conmigo? —No iba a permitir que te quedaras encerrada en una celda. Eso te lo puedo asegurar. —Sabemos que los ancianos me iban a condenar, aunque tu tía Fiona estuviera de mi parte iba a ser la única. ¿Habrías renunciado al clan? —No sé qué habría hecho. Solo sé que no estoy acostumbrado a que dirijan mi vida, a que tomen decisiones por mí, y es lo que empezaste a hacer, desde antes que una revolución se desatara en mi clan. Comenzaste a hacerlo cuando tomaste ese dinero y dispusiste de él. — ¿Crees que quería robarlo?
Marina miró a su familia, su padre sonreía y abrazaba a su esposa, sus hermanos estaban tirados en el sofá desvaído y remendado sin problemas mientras miraban una televisión antigua poco nítida, se tenían el uno al otro y no notaban las carencias de su entorno. No somos nada sin amor y con él nos sentimos completos aunque nos falten otras cosas. Marina caminó al auto y Gavin lo encendió. Dentro el aroma de la costosa colonia de Gavin más el olor delicioso del lujo que da el auto la envolvió. Gavin arrancó a toda velocidad y no habló hasta estar en la autopista. —Asumo que también confías en mí ¿Cierto?—preguntó Gavin dudoso. —Al igual que tú tengo la certeza que aunque hay cosas que no entiendo puedo confiar en ti. —Nadie es perfecto. —Aunque en tu clan pretendan que la gente lo sea. Gavin sonrió sin humor. —Hay cosas muy difíciles de erradicar, y no somos perfectos para nada, diría que todo lo contrario, como sociedad estamos muy dañados. —Cris habría
Alistair había regresado a su clan, furioso y frustrado, ver los grupitos de personas conversando y mirándolo con mala cara lo hicieron sentir de peor humor. Su intención era encerrarse en sus aposentos, pero ni eso pudo hacer. —Jefe, necesitamos hablar con usted —le detuvo Grace, lo más cercano a una madre que tiene y la figura que infunde más respeto en su clan. El clan Cameron no siempre fue pequeño, pero a lo largo de las generaciones fue empequeñeciendo, haber perdido territorio y riquezas en guerras con los MacLeod se mantiene en la memoria colectiva, admiraban a su jefe, pero tenían claro que Camila era más que su debilidad, su perdición. Alistair se detuvo, apretó los puños para controlarse y no desahogar su frustración en contra de su gente. — ¿Te han elegido para dirigir la intervención? —Inquirió Alistair al ver que todos a su alrededor miraban expectantes. —Solo nos preocupamos por ti. —Preocúpense de sus problemas, como jefe debo ser consciente de sus
Camila y Alistair se sentaron junto a la fogata fuera de la casa rodante de Finn y Marisol, Camila estaba en silencio, nunca fue amable con Marisol, no le tenía confianza por ser gitana, menos porque de inmediato se hizo amiga de Marina y Ana, a Finn siempre lo había ignorado de manera olímpica, no sentía respeto por él. Marisol ofreció una taza de té de manzanilla a Camila. —Muchas gracias —masculló Camila y tomó la taza entre sus manos, pero no bebió. —Puedes tomarlo, no le hará daño al bebé y ayudará con tu acidez y náuseas. — ¿Es en serio? —Preguntó Camila acercando la taza a su nariz— Es solo manzanilla. Marisol subió los hombros. —A mí me servía cuando estaba embarazada, pero la que sabe de remedios naturales es mi madre, a mí no se me da muy bien. —Creí que los gitanos eran todos conocedores de las plantas y sus usos. Marisol se echó a reír. —Como cualquier población tenemos personas que se dedican a todas las necesidades, yo soy buena leyendo la
Camila respiró profundamente. —Gracias, Marisol. Me siento más ligera. —Tu camino está bien marcado Camila, siempre has sido determinada y ahora se bifurca tu destino, tu vida cambiará por completo, pero al final regresarás, y estarás feliz por ello. Camila miró a Alistair. —Quizás puedo vivir en Edimburgo y tú quieras quedarte con nosotros los fines de semana —evaluó refiriéndose a ella y su hijo—, cuando las cosas se calmen y Gavin tenga una nueva esposa podré regresar. Alistair negó con la cabeza. —No renunciaré a mi mujer y a mi hijo por mi clan. Además, a estas alturas Gavin debe haber regresado con Marina. — ¿Cómo sabes que Gavin vería a Marina? Nadie supo de su ausencia por si acaso habían nuevos atentados de parte de los hombres de Lachlam. Alistair movió las cejas de manera sardónica. —Tengo un artilugio mágico que me dice todo lo que quiero. —Sí, se llama teléfono —dijo Marisol y rodó los ojos—. Camila, Marina entiende porque tuviste que tomar