Camila y Alistair se sentaron junto a la fogata fuera de la casa rodante de Finn y Marisol, Camila estaba en silencio, nunca fue amable con Marisol, no le tenía confianza por ser gitana, menos porque de inmediato se hizo amiga de Marina y Ana, a Finn siempre lo había ignorado de manera olímpica, no sentía respeto por él. Marisol ofreció una taza de té de manzanilla a Camila. —Muchas gracias —masculló Camila y tomó la taza entre sus manos, pero no bebió. —Puedes tomarlo, no le hará daño al bebé y ayudará con tu acidez y náuseas. — ¿Es en serio? —Preguntó Camila acercando la taza a su nariz— Es solo manzanilla. Marisol subió los hombros. —A mí me servía cuando estaba embarazada, pero la que sabe de remedios naturales es mi madre, a mí no se me da muy bien. —Creí que los gitanos eran todos conocedores de las plantas y sus usos. Marisol se echó a reír. —Como cualquier población tenemos personas que se dedican a todas las necesidades, yo soy buena leyendo la
Camila respiró profundamente. —Gracias, Marisol. Me siento más ligera. —Tu camino está bien marcado Camila, siempre has sido determinada y ahora se bifurca tu destino, tu vida cambiará por completo, pero al final regresarás, y estarás feliz por ello. Camila miró a Alistair. —Quizás puedo vivir en Edimburgo y tú quieras quedarte con nosotros los fines de semana —evaluó refiriéndose a ella y su hijo—, cuando las cosas se calmen y Gavin tenga una nueva esposa podré regresar. Alistair negó con la cabeza. —No renunciaré a mi mujer y a mi hijo por mi clan. Además, a estas alturas Gavin debe haber regresado con Marina. — ¿Cómo sabes que Gavin vería a Marina? Nadie supo de su ausencia por si acaso habían nuevos atentados de parte de los hombres de Lachlam. Alistair movió las cejas de manera sardónica. —Tengo un artilugio mágico que me dice todo lo que quiero. —Sí, se llama teléfono —dijo Marisol y rodó los ojos—. Camila, Marina entiende porque tuviste que tomar
Marina llegó al banco como cada mañana, caminó a la oficina de presidencia y encontró a Gavin dentro rodeado de sus abogados. —Gavin… ¿Qué haces aquí? —Tienes mucho qué explicar Marina Andrade —respondió Gavin con voz letal y dos hombres con traje y cara seria entraron detrás de ella. Marina volteó y a través de la mampara de cristal observó que todos los veían como si se tratase de una película. —Marina Andrade, debe acompañarnos —ordenó uno de los hombres. — ¿Quiénes son ustedes? —La policía. Está detenida, en la comisaría podrá contactar a su abogado. — ¡Gavin, ¿por qué me haces esto?! —Inquirió Marina impresionada mientras los sujetos la tomaban de los brazos. Gavin apretó tan fuerte el escritorio que sus nudillos se pusieron blancos, su rostro mostraba mucha rabia e impotencia. —No lo hagas más difícil Marina —Gavin se puso de pie—. No luches y acompaña a los caballeros. Te dije que te investigaría, y que si descubría algo turbio te hundiría. — ¡Gavin!
— ¡Hiciste trampa! Marina impresionada escuchó la declaración desesperada a su lado de su recién estrenado esposo muy nerviosa trató de calmarlo para que se fueran del casino. —Quiero salir, amor… — ¡Cállate! Marina jamás olvidaría la cara de su marido al levantarse de la mesa de tapete verde, tenía el rostro del mismo color. Él se limitó a ignorar sus súplicas y se enfrentó a su contrincante. — ¡Es una trampa! —volvió a gritar él antes de arrojar las cartas a la mesa. —Así es el juego muchacho —respondió su contrincante encendiendo un puro, lucía muy complacido. —No pienso pagarte, ¡amañaste el juego! Marina tomó el brazo de su marido y dio un alarido cuando vio que un hombre al que no habían prestado atención sacó un arma y la apuntó a la cabeza de su esposo. Otro hombre la abrazó por detrás y tapó su boca. El contrincante se puso de pie y ajustó su saco antes de enfrentar a su marido. —Así no funciona, tú jugaste, perdiste y pagarás. —¡No
—¡¡AUXILIO, JOSÉ MANUEL!! —Marina gritó y forcejeó, pero todo fue inútil, la sujetaron dos hombres fornidos y la llevaron detrás del escenario, la mujer que organizaba tras bastidores se le acercó con una inyectadora y nada pudo hacer Marina para evitar que le aplicaran la inyección en el brazo, empezó a sentirse mareada. Todo era confuso, las luces más intensas, los sonidos más fuertes, todos sus sentidos estaban al tope, no perdió el conocimiento, pero no podía negarse a que la llevaran. —Nnnoo, no quiero, su-suéltenme —seguía diciendo, pero colaboraba con sus captores aunque no quería. Finalmente la sacaron de allí y muy rápido la subieron a un helicóptero. Marina muerta de miedo se defendió arañando los brazos de los hombres en vano hasta que poco a poco perdió el conocimiento… Al despertarse de nuevo, Marina sentía un profundo letargo y no podía ver nada, una venda cubría sus ojos, quiso retirarla y sus manos estaban atadas, también sus pies. — ¿Dónde estoy
— ¡Marina! ¡Perdóname! Realmente no sabía que terminaría así... ¡Marina! En cuanto Marina regresó a Río de Janeiro, José Manuel la esperaba en el aeropuerto con un ramo de flores y cara de pena. Marina no quería verlo. —Marina, por favor, era un asunto de vida o muerte, entiende que si estamos vivos fue gracias a tu sacrificio… —Quiero el divorcio. — ¡Marina! Marina no soportaba verlo, se sentía muy perturbada, en cuanto su padre la vio regresar de su luna de miel a su casa enfureció. — ¿Qué te hizo ese imbécil? Yo lo sabía, ustedes son unos niños, tú apenas tienes 18 años, no debiste casarte con ese inmaduro. Marina no respondió, continuó hasta su habitación y cerró la puerta. Un mes después, Marina continuaba negada a vivir una vida normal y cada vez que veía llegar el auto de José Manuel a la puerta de su casa corría a encerrarse en su habitación. José Manuel había dicho que Marina fue víctima de un secuestro y el padre de Marina y su madrastra que
— ¡Esto es un error! —Gritó Marina—. Suéltenme ahora mismo. —Señores estamos en una fiesta, pisotea el prestigio de la familia Duncan —objetó José Manuel. —Retírese si no quiere ir detenido por obstrucción —indicó una detective y pegó a Marina contra la limusina para poner esposas en sus muñecas. —Yo tengo derechos, no pueden llevarme por un delito semejante sin pruebas —se defendió Marina completamente confundida. —Oficiales ¿explíquenme que es lo que ocurre? —Inquirió el cumpleañero que estaba muy molesto—. Semejante atropello a mi familia y en mi cumpleaños, el alcalde está adentro y ustedes están en serios problemas. —Aquí tiene la orden del juez, todo es legal. Marcelo tomó los papeles. —Que ridiculez —Marcelo miró el documento con pruebas detalladas en contra de Marina, se acercó a Marina y la miró sintiéndose decepcionado— ¿Cómo pudiste Marina? Yo tenía fe en ti. —Don Marcelo le juro que esto es un mal entendido, yo no sé por qué me acusan. —Me tra
— ¡¿Cómo se te ocurre?! —Inquirió Marina decepcionada, no le veía sentido a la detestable lógica de su esposo. —Si te declaras culpable, con buen comportamiento estarás tres años máximo. — ¡Ni un día estaré lejos de mi hijo por un crimen que no cometí!… —Podrían sentenciarte a 20 años en un juicio, y yo no podré ayudarte. Marina se echó atrás sorprendida. — ¿Cómo que no vas a ayudarme? —Son las normas de ética del banco impuestas por mi abuelo, si mi esposa está en prisión yo no podré ser CEO. — ¡¿Quieres que me entregue una vez más por ti?! Si me declaro culpable no podré volver al banco, perderé mi carrera, mi integridad, todo… José Manuel pasó sus manos despeinando su cabello rubio, se veía muy frustrado. —Y mis padres insisten en que nos divorciemos —musitó sin verla. Marina se llenó de rabia ante tanta injusticia. — ¡¿También quieres el divorcio?! José Manuel tomó su mano y la miró a los ojos. —Marina, ¿crees que quiero esto? Tú y Cris so