Marina estaba impresionada con el alcance que tenía la noticia de su aparición para la sociedad en Brasil. Al salir del aeropuerto los flashes de cámaras y los micrófonos de los reporteros casi no le permitían caminar. José Manuel la protegía con su cuerpo mientras un grupo de seguridad lo resguardaba. Marina subió en la parte trasera de un auto y José Manuel se subió con ella. — ¿Mi papá? —Preguntó Marina sin poder verlo—. ¿Por qué no viene con nosotros? —Pensé que sería bueno para tu memoria si veías nuestro hogar. —José Manuel, el hogar que recuerdo es el de mi padre. —Hace muchos años que saliste de la Favela, allá no está la vida que dejaste. —Pero yo quiero estar con mi padre, mis hermanos, conocer a la mujer con la que se casó, porque tampoco la recuerdo. —Ya tendrás tiempo de ponerte al corriente con tu familia, en nuestro hogar están tus cosas, tus recuerdos, tu ropa. Creo que es lo mejor para que puedas recordar. Marina estaba muy molesta, no querí
Ana estaba en el clan MacLeod muy furiosa, ni siquiera desempacó, pues al llegar y enterarse que la jefa del clan era Camila porque estaba embarazada de Gavin se sintió ofendida en nombre de Marina. —Ana, por favor entiende que Camila tuvo que hacer esto para no pasar el mando del clan —explicó Graham por enésima vez. —Lo único que entiendo es que en este lugar prehistórico y de mala vibra utilizaron a mi amiga y la desecharon después de servidos, ahora tu hermana tiene el puesto que siempre anheló y hasta embarazada de Gavin está. Aquí no me quedaré, debo buscar a Marina. —Ana no puedes irte, por favor. ¿Cómo vas a buscar a Marina? Ya están investigando. —Si crees que tu hermana moverá un dedo para que encuentren a Marina es que eres muy ingenuo. —Ana, Camila no es un monstruo, quiere hablar contigo, explicarte… —No Graham, y lo lamento por lo que voy a decirte, pero es tu clan o soy yo. —Te elegí a ti, por eso te busqué, eres tú la que no puedes aceptarme con to
6 semanas después. Gavin caminaba a paso lento por el camino empedrado junto al riachuelo, mirando el suelo, sintiendose derrotado y muy triste. —Se ve mejor jefe. Al menos de salud. Gavin sonrió de lado y observó a Ewan que se acercaba a él. —No debes decirme jefe si no quieres, sé que juraste nunca más tener que respetar la autoridad de un clan. Ewan subió los hombros. —No me molesta pertenecer al clan MacLeod, eres un buen jefe y es mi hija quien se encarga de todo esto después de todo. Gavin lo miró con una ceja alzada. —Estoy seguro que hay un reproche por allí, solo dilo. —Trataba de tener tacto, es lo que me recomendó Camila. —La diplomacia jamás ha sido tu fuerte. —Tienes razón, solo lo diré… ¡Debes reaccionar! Mi hija hace un sacrificio enorme por ti. —Ewan, no estoy molesto con Camila, todo lo contrario, le agradezco su lealtad. —No es lo que ella cree. Sabes perfectamente que si no hubiera tomado el clan ahora mismo el clan MacLeod fuer
Ewan se acercó a Fiona que ahora lloraba a mares y puso sus manos ya marchitas en sus mejillas delgadas. El tiempo había pasado de manera inclemente, no eran los mismos jóvenes ingenuos, pero en los ojos de ambos se reflejaba el mismo amor. De un amor cargado de tristeza y anhelo. —Quisiera no amarte Fiona, quise odiarte por no decirme que estabas embarazada, porque al ver a Camila pensé que te arrepentías tanto de nuestro amor que preferiste regalarla. Porque le quitaste el estigma de ser una hija de un pobre MacTavish para exponerla a seres detestables como Murdock. —Ewan, lo hice por salvarla, no por darle estatus social. Mi esposo me dejó lisiada, ¿qué crees que le habría hecho a la hija de otro hombre? —No debiste casarte con él. —Lo hice por ti, para que mi padre no te matara, yo quise escapar, pero Angus MacLeod no podía permitir que una hija suya fuera una desertora. —No fue lo que tu padre me dijo. —Pues mintió ¡Y tú debías saberlo! ¿Cuántas veces t
Camila le dio la espalda a Graham y miró por la ventana, ya quedaba muy poco de naranja en el horizonte, pronto sería de noche, un día más pasaría. Ella amaba a Alistair, creyó que sería feliz con él, pero luego la traicionó cuando más lo necesitaba. —Mi hijo es un MacLeod —susurró con voz rota. —Camila, soy yo, puedes desahogarte conmigo, no te traicionaré. —Solo me dejarás sola, porque soy egoísta y no toleras mi manera hipócrita de ver la vida. —Esta vez te entiendo, hermana. Y agradezco tu sacrificio. —Y ni siquiera somos hermanos realmente. Graham se acercó a ella y la hizo mirarlo. —Tú siempre serás mi hermana, me niego a no tener a nadie en el mundo. Camila sonrió y lo abrazó. —Tienes mucha gente aquí. —Sabes lo que quiero decir. —Debes enamorarte de nuevo Graham, formar una familia y tener un niño que sea una opción viable para el clan, entonces Gavin será libre de dejarme. Graham negó con la cabeza. Si sigues con esto tendrás que casa
Gavin esperaba una respuesta, y sin querer había hecho analizar de nuevo los hechos a Camila. —Dejarnos llevar por el corazón jamás es la solución, es el problema —susurró con tristeza. —Creo lo mismo —concedió Gavin compartiendo el triste sentimiento. Camila entendió que realmente no tenía sentido buscar a Alistair. No era momento de darle la espalda a ninguno de los clanes, acabarían teniendo encuentros clandestinos, y después de todo lo que han hecho solo dañaría el futuro de la criatura en su vientre. —Nada… Tienes razón. Debemos construir una relación, algo que sea conveniente para nosotros y para el clan. —De no habernos enamorado de traidores, quizás ahora lo tendríamos más fácil —observó Gavin con tristeza—. Como me dijo Ewan, la corona pesa. Camila apretó la mano de Gavin. —Pero nos sobra determinación, y sabemos que podemos confiar uno en el otro, no es malo para empezar. Acepto tu propuesta, juntos sacaremos al clan adelante. Gavin afirmó con l
—Marina, querida, debes estar feliz de haber vuelto al mundo civilizado —Inquirió José Duncan. Para el padre de José Manuel la imprudencia era su carta de presentación—. ¿Cómo es estar casada con Gavin? ¿Peleaban por quién llevaría las faldas? La madre de José Manuel rio sin disimulo de los chistes sin gracia de su marido. Marina sonrió tragando las palabras junto al vino, se moría por decirle unas cuantas cosas al condenado viejo. Estaban en un restaurante de lujo, en el almuerzo más molesto que Marina había tenido en su vida. José Manuel había pedido la carta de vino para las damas mientras él y su padre bebían whisky. —Papá, has de reconocer que los escoceses saben de una cosa: buen whisky. —Pues no todo podían hacer mal. Ambos hombres rieron a todo pulmón mientras la madre de José Manuel los acompañaba con una risilla tonta. Marina no pudo hacerlo, José Manuel como siempre muy suspicaz la observó y puso una mano en su rodilla. — ¿Te pasa algo? —Nada
— ¡Marina! ¿Cómo es posible que estés aquí? —Exclamó Ana entre gritos de alegría. —Ana, no tenía idea de cómo contactarte, pensé que estabas en París, perdí tu número y tu madre no sabe nada de ti. Marina la abrazó fuerte, era un alivio sentirse acompañada, sabía que podía confiar en Ana. —Pensé que José Manuel te había matado, en cuanto llegué a Brasil pensaba en como hacer para lograr que las autoridades actuaran en contra de los Duncan, y me encontré con que eres una celebridad. Vine de inmediato para buscarte, no sé si vives aquí o con José Manuel —musitó Ana con tacto. —Ana, tenemos mucho de qué hablar, entremos a la casa, no vaya a ser que José Manuel regrese. — ¿Debes esconderme de ese hombre? Entonces nos volverá a separar. No es justo Marina. —Si José Manuel regresa diré que Marina salió con sus hermanos —les aseguró el padre de Marina para que estuvieran tranquilas. Ana muy molesta hablaba a mil por hora sobre el giro en la narrativa de la situación de M