Capítulo 150. Intereses ocultos

Marina negó con la cabeza mientras sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Eso no puede ser, quiero verlo.

José Manuel entró abrió la puerta corrediza en ese momento.

—Lo siento —dijo con mucho pesar en portugués—. Sé que no debía, que necesitabas intimidad, pero tu padre está desesperado por saber de ti.

—Mi papá —expresó Marina llorando con el corazón roto.

—Minha Filha —murmuró en portugués Santos Andrade y Marina al ver a su padre aunque fue por la pantalla de una tablet lloró con más ímpetu.

—Papá te he extrañado tanto —exclamó Marina en su idioma natal, deseando abrazar a su padre y refugiarse en sus brazos para tolerar tanto sufrimiento.

—Quiero verte hija mía. José Manuel te traerá hoy mismo, no puedo creerlo, Dios me devuelve un pedazo de alma al traerte de vuelta.

—Papá, yo he perdido parte de mi alma, mi Cris, y también…

Marina calló, no podía decirlo en voz alta, menos delante de José Manuel.

—Lo sé mi amor, aquí te atenderemos, quiero abrazarte
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