Todos en el patio quedaron impactados, incluso los detractores, pues no esperaban que Marina aceptara su culpa. Maggi con la actitud del victorioso se irguió a toda su altura y miró a los ancianos. —Creo que no hay más nada que decir, Marina ha aceptado su culpa, solo les queda emitir sentencia. —Yo quisiera escuchar la explicación de Marina —dictaminó Fiona—. ¿Puedes explicarnos Marina? —Es obvio que se valió de su cargo para enriquecerse ilícitamente —arguyó Maggi y miró a su padre. —Los motivos no la eximen del delito —bramó Alfred—. Nuestro deber es dictar sentencia. —La condena será dictada en función a lo que es justo —emitió Fiona dando un golpe con el puño a la mesa—. No podemos olvidar que es la señora de nuestro clan. —Con más razón debemos ser severos, si le perdonamos acciones de esta magnitud a la mujer de nuestro líder, entonces nuestras leyes se irán al infierno y el caos se apoderará de nosotros hasta que nuestra extinción sea irrevocable. —L
Gavin MacLeod se enorgullecía de ser un hombre ecuánime, ni siquiera el trastorno de Sofi que él consideraba era el sol que iluminaba su vida afectó jamás su determinación como jefe de clan. Pero aquí estaba, con la mentira a punto de salir de su boca. —Yo hablé con Marina al respecto, y… — ¡Gavin no sabe nada! —le interrumpió Marina haciendo que todos voltearan hacia ella. —No puedo creer que Gavin siendo un notorio empresario y además su esposo no supiera… —Espetó Alfred. Gavin quiso hablar y Camila le clavó las uñas en su antebrazo. —Pues no lo sabía —dictaminó Marina ocupando la atención de los presentes—. Yo actué sola, en lo que creía era lo mejor para el clan, pero no quería comprometer a Gavin. De hecho mi intención fue darle una sorpresa. — ¡Y vaya sorpresa! —se burló Alfred y se escucharon risillas en burla. — ¡Suficiente! —Espetó Fiona, pidiendo orden y muy molesta se dirigió a Alfred—. Debemos deliberar, está fuera de lugar que entrevistes a Gavin.
En ese oscuro rincón de las mazmorras, las palabras de Marina y Gavin se han convertido en dagas afiladas que los han herido, y ahora reaccionan a la defensiva. Gavin sostiene a Marina con firmeza, sus ojos chispeando de ira y desesperación. Ella, a pesar de todo, no se amilana. —No te pertenezco, ni a ti ni a nadie —afirmó Marina con dientes apretados mientras forcejea con Gavin que sin mayor esfuerzo la domina. Marina con ojos brillantes por las lágrimas contenidas lo observa con determinación a sus ojos azules que eran su océano de felicidad, pero que ahora muestran mucha ira y frustración. —Deja de luchar contra mí que de nada te servirá —gruñó Gavin. — ¿Y qué esperas de mí? ¿Qué me rinda ante tu autoridad? ¿A esto te referías cuando me dijiste que aceptara ser tuya sin condiciones? ¿Me dejarás encerrada hasta que te baje la cabeza y entienda que me ves como un objeto? — ¿Qué te rindas ante mí? —Gavin rio con ironía—. Que gracioso que hables de rendirse cuando me
Camila sintió un nudo en el estómago al ver a Alistair junto a Lachlam. Marina no sabía qué pensar. Alistair y Gavin no tenían una relación de amistad, pero últimamente se habían aliado. —Alistair, Gavin confía en ti. Yo confíe en ti —musitó Marina. —Y te estoy ayudando amiga mía —declaró Alistair—. Tú no tienes todos los elementos de la historia. Gavin se hace pasar por el intachable jefe, pero en realidad esconde sus pecados. Yo soy sincero, no me visto elegante ni ando como príncipe azul en helicópteros, mi clan es pequeño, somos pobres y mal vestidos, pero honestos. A diferencia de mis ricos vecinos. — ¡Eres una porquería! —Le gritó Camila—. Pero no podrán con Gavin, apuesto a que dentro de poco someten a sus hombres, entonces tendrán que cambiar la vida de Angus por nosotras. —Gavin jamás ha dado nada por ti Camila —espetó Alistair con sarcasmo. —Gavin no abandona a su gente, él se sacrifica, no como tú que engañas y mientes —Exclamó Camila con voz rota, se sent
Marina sentía nauseas, no sabía qué creer, quizás no tenía todos los hechos, pero la teoría de Lachlam encajaba demasiado bien en el puzzle que se convirtió su vida. Lo único malo es que entonces ¿estaba enamorada de un villano? Su vida era un revoltijo, pero ¿realmente era por culpa de Gavin? Se resistía a pensar eso. El sonido de un rústico acercándose les indicó que ya no estaban solos. —Lachlam, reconsidera, no entregues a Marina a ese hombre, quedaremos sin armas en contra de Gavin. A la serpiente se mata por la cabeza, herirla solo la vuelve más peligrosa. —Aprecio tu consejo Alistair, pero me dan mucho dinero por la señora MacLeod, así que encierra a Camila y asegúrate que traigan a mi hijo, hablaré con él en cuanto regrese. — ¿En dónde entregarás a Marina? ¿Está muy lejos? —Para nada, En la colina de los halcones la entregaré, y a Gavin le diré que lo esperaré en las ruinas del clan, cuando aparezca mis hombres lo matarán. —Espera Lachlam, al menos ir
En el clan MacLeod la guerra civil fue brutal y devastadora, hermanos contra hermanos, afectados por las ideas revolucionarias de delincuentes que luchaban por un pedazo de tierra y de riqueza sin haberlo trabajado. Ahora Gavin sudado, cansado y herido estaba frente a frente a Angus. Ambos con espadas en manos y el pueblo en círculo a su alrededor. —Ahora solo tú y yo primo —le retó Angus—. Con honor, como debe ser un enfrentamiento entre líderes. Gavin negó con la cabeza. —No debería ser así, no es tu momento Angus, no eres un líder digno para el clan. Tomar un clan no es para beneficiarte, es para dar beneficio a tu pueblo, el precio no es bajo y te juro que si tus intenciones fueran buenas me apartaría y te daría el mando. —Lo que dices de la boca para afuera, tienes más estudios que yo, te sabes expresar mejor, y has tenido dinero de sobra, hasta para que tu esposa robe. Le has fallado de tantas maneras a tu clan y osas hablar de buenas intenciones.
Marina despertó en la penumbra de una habitación fría, se sentía mareada y su cabeza dolía. Recordó los eventos acontecidos y quiso gritar, pero su boca estaba seca y su garganta maltratada, solo salió un inarticulado sonido de auxilio. —Dios mío, ¿dónde estoy? Por favor, no esta pesadilla otra vez. La puerta de la habitación fue abierta y un rubio entró. Llevaba un traje un tanto arrugado, su corbata torcida y su cabello algo despeinado, aunque no le quedaba mal. Era muy apuesto y se notaba que estaba cansado, pero no dejaba de ser intimidante, la miraba con resentimiento y Marina sabía que era su exesposo. —Por fin despertaste, te aplicaron demasiado tranquilizante —espetó con impaciencia. — ¡Suéltame! ¿Qué es lo que piensas hacer conmigo? José Manuel se le fue encima y la enjauló entre su cuerpo como si fuera un tigre al acecho. —Debería matarte por lo que me has hecho. Fingir tu muerte ¿Es en serio? Me traicionaste con mi tío. Jugaste en mi contra. ¿Es eso
Mientras tanto en París, en un parque que atrae a turistas por sus impresionantes vistas, con el Sena a un costado y la torre Eiffel de testigo. Entre numerosos artistas que deleitan a los transeúntes. Desde bailes y puestas en escena hasta cantantes que con su estuche de guitarra esperan una moneda, están Ana y Marisol. Ana cuida del pequeño Gavin mientras Marisol lee la mano de una jovencita cuando el presentimiento de estar siendo observada la invade. Voltea y se encuentra con la mirada de jengibre de Graham. Él sonríe, no parece ni el inalcanzable médico, ni el guerrero highlander, con bolso a su espalda y cabello desaliñado se ve más joven, como cualquier turista, con algunos mechones se han salido de su coleta y el viento los hace volar en su rostro. —Graham, pero ¿Qué haces aquí? —Exclamó Ana impresionada—. No me digas que has venido de luna de miel —dijo ahora con reserva viendo si aparecía Maggi. Graham se acerca a ella y la abraza abarcando al pequeño Gavin.