El sonido chillón de la voz de Gema se escuchó a través del auricular.

-CEO amado,¿qué me cuentas?

-¿Gema?-.Su tono era agrio como una melodía envenenada.

-Sí, mi amor, solo llamaba para saber cómo vas con mi hermana.

La preocupación se veía acentuada en sus palabras,conocía el carácter duro de su marido y temía que Marina se enojara y se marchara para siempre de sus vidas.

-Ella anda con mi asistente,no hace falta que la protejas tanto de mí.

-Cualquiera que te conozca sabe lo blando y dulce que eres mi amor.- La actitud en sus palabras no pasó desapercibida.

-Me parece tonto que nada más llames para eso. Deberías estar tomando tu siesta, necesitas mucho reposo. Yo no soy el lobo feroz, ni tu hermana es la inocente caperucita-espetó con un velo de irritación en su voz.

El suspiro de Gilbert resonó en la habitación, cargado de un peso que solo él conocía. Un pensamiento se abrió paso en su mente, dibujando incómodas sombras en su conciencia: ¿Y si Gema supiera que Marina y yo nos