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5: Un poco de tensión

—¿Te gusta Adrián?— la mirada de Miller era tan inexplicable, pero mucha más la manera en la que se acercó, se apoyó en la madera de la puerta y su rostro estuvo a milímetros del mío —. Responde.

Pestañe sin saber que decir, ¿Cuál era la respuesta? ¿Me gustaba? No lo sabía, sí, lo había besado pero eso no podía significar nada.

—¿Por qué te quedas en silencio?— habló entrecerrando los ojos.

—¿Por qué debería de responder?— ataque y trate de cerrar la puerta pero Miller es más fuerte.

—¿Por qué no quieres responder?— arqueó la ceja un poco burlón.

—¿Por qué debería?— ataque de nuevo y me aferre a la idea que poder cerrar la puerta, tenía el ceño fruncido y ya empezaba a molestarme —. ¿Puedes irte?

Lo siguiente que escuche fue una carcajada de su parte, estaba arta de ese hombre.

—¿Irme?— sonrió—. ¿Por qué debería irme de mi CASA?— Hizo énfasis en la última palabra.

Me resigné y dejé se cerrar la puerta.

—La última vez que entraste a mi habitación terminé en el hospital.

—Y lástima que no fue por el dolor en las piernas— fruncí el ceño.

—¿Que tratas de decir?

—¿Puedo pasar?— miró a mi alrededor y no esperó una respuesta entró como perro por su casa—. ¿No te sientas mal durmiendo sola?

Voltee a verlo pero tropecé con su pecho desnudo, trague seco y trate de retroceder pero Miller se aferró a mi espalda y juntó nuestros cuerpos. Mi pecho chocó contra el suyo, solté un pequeño jadeo, y me aferre a su brazo musculoso.

Mirada subió y se encontró con esos oscuros ojos que me miraban con deseo, ¿era deseo lo que reflejaban? Miller lamió sus labios y bajó su mirada a los míos, por impulso imite su acción; sus labios eran gruesos y en un rosa pálido, se veían resecos, muy apetecible.

Solté un largo suspiro, los dos estábamos muy cerca, demasiado cerca para ser algo bueno, pero lo más extraño era que en ese momento no deseaba apartarme, quería estar más cerca de él y no comprendía el por qué.

—A la mierda— lo escuché decir; Miller envolvió su mano en mi cabello y cortó el pequeño espacio que había entre los dos. Sus labios estamparon con los míos de una manera agresiva.

—No— lo empujé, Miller se quedó estático con los ojos muy abierto a mi reacción, mi corazón palpita muy rápido tanto que siento que va a salir de mi boca—. No quiero besarte.

Miller ladeó la cabeza de una manera inusual.

—Tu mirada me lo pedía a gritos— y volvió acercarse, mi lengua recorrió mi labio inferior, no sabía exactamente que quería en el momento—. Dime qué no quieres besarme y me iré.

En ese momento crucial de mi vida, lo odiaba, estaba segura que no podía odiarlo más, pero al verlo aquí en ese estado en mi habitación solo hacia que lo deseara.

Yo no respondí, entonces; el pelinegro se acercó a mi y apoyó sus manos en mis brazos, está vez estampó sus labios contra los míos un poco más suave, a los segundos de responderle el beso se hizo más feroz y en un movimiento brusco Miller me empujó contra la pared, solté un pequeño gemido pero lo ahogué con el beso, sus manos recorrieron todo mi brazo hasta subir a mi cabello y aferrarse.

—Mmm— lo escuché mientras continuaba besándome, el calor inundó en todo mi cuerpo, podía sentir mis mejillas caliente y en ese momento deseé pasar la noche con él.

Las puertas se abrieron de golpe, Miller y yo nos separamos al instante jadeando y con nuestra respiración agitada.

Adrián quien había entrado a la habitación, nos miraba atento.

—¿Qué m****a?— empezó Miller pero Adrián lo interrumpió.

—Han entrado a robar a la mansión— eso pareció alarmar a Miller quien salió disparado de la habitación dejándome sola como Adrián.

El hombre tenía la mirada perdida, parecía querer decir algo pero solo se limitaba a estar de pie. Acomodé mi cabello y carraspe mi garganta un poco incómoda.

—¿Por qué pidió quedarme si al final iba a ligarse con Miller?— Era la primera vez no se refería a Miller como "señor".

—Yo no...

Pero Adrián se acercó a mi, parecía molesto de cerca.

—¿Por qué me besó?

Empecé a toser desenfrenadamente, ¿Que acababa de decir?

—Eso fue...

—¿Un error? ¿Eso tratas de decir?— me quedé en silencio —. ¿Te cogiste a Miller? ¿Te cogiste a mi jefe luego de besarme y pedirme que me quedara a dormir contigo?

Uh, lo último me molestó.

—¿Por qué debería darte explicaciones?

—¿Por qué te comportas como una perra?

Abrí mis ojos tan grandes y me acerco a él dispuesta a golpearlo pero cuando levanto mi mano Adrián la sostiene en el aire, obligando a acercar nuestros cuerpos.

—Suelta— pedí, su agarre empezaba a lastimarme.

—¿Por qué? ¿Te doy miedo?— detalló mi rostro—. Yo no soy un psicópata como Miller— soltó el agarre—. Y quiero que lo tengas claro.

Con eso desapareció de la habitación. Me acerque mi cama y me dejé caer, estaba cansada, hoy había Sido un día largo.

El ruido se la puerta hizo despertarme pero no presté mucha atención, escuché pasos lentamente que se acercaban a la cama pero nuevamente lo ignore.

—¿Miller?— me senté en la cama pero no había nadie, hasta que percibí que la puerta se encontraba abierta. Alguien detrás de mi puso un pañuelo en mi rostro—.Mmmm.

Trate de moverme y gritar pero poco a poco sentía que perdía el sentido y como mis ojos cerraban.

Desperté de la nada, mi cuerpo se sentía adolorido, estaba sentada en una silla atada de manos a pie. Trate de moverme y de ver algo pero era imposible, tenía un bolsa de plástico cubriendo todo mi rostro.

—¿Hola? Hola...por favor, ayúdenme— entonces empecé a llorar, temía por mi vida—. ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? Yo no tengo nada...¿por qué estoy aquí?

—¡Ay ya!— escuché una voz como exclamó —. No es como si estuvieras visitando el infierno, niña— y jalo la bolsa de plástico mientras enfobaba escuché como soltaba un silbido—. Vaya, pero si está chula su hembra.

—¿Su hembra?— se unió otro—.Te refieres a ella como si fuese un animal, animal—Un moreno se acercó a mi y se puso a mi altura—. Es un placer tenerte aquí, Sophie.

—¿Quienes son? ¿Por qué estoy aquí? ¿Que quieren de mi?

—Muchas preguntas, pocas respuestas— el hombre anterior, era un rubio un poco robusto con una cicatriz enorme en su ojo derecho—. Solo hay repuesta para una.

—¿Acaso pensaste, Max?— se burló el moreno con una sonrisa cosa que al rubio no le gustó.

—¿Por qué parecen tan idiotas para ser secuestradores?— mi cara giró del golpe—. Eso dolió.

—Es igual de arrogante que su novio— el rubio, Max era quien me había propinado la bofetada.

—Perdón, ¿Dijo novio?— el dolor en mi mejilla picaba pero ya sabía por qué me encontraba ahí, todo tenía un nombre; Miller. ¿Que tan peligroso era?

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