Capítulo 28.

 Adrien iba tranquilo, ya íbamos en el Jeep, pero yo no me podía sacar esa sensación rara.

—¿Estás bien? —me pregunta, sonrío, dejando a un lado todos mis pensamientos raros.

—Si claro, ¿y tú? —pregunto, él asiente.

—Yo bien, la verdad nunca me resfrío, puede ser el cambio climático pero solo llevo dos días aquí —dice riendo.

—Tranquilo, ¿qué te gustaría que hiciéramos después? —pregunto, él me mira sonriendo.

—Quiero ir a tu café preferido —dice, yo río.

—Lo haremos aunque no se parece en nada a los cafés de París —le advierto.

—Eso debes dejar decidir a mí, en una de esas me gusta esta ciudad y me mudo aquí —dice, yo lo miro enarcando una ceja y él ríe.

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