Por orden de Fenrir, Ariadna y su familia se encuentran ubicados en una de las casas de transición que se encuentran al borde de las del resto de la manada.
Sentados junto a ella, su padre y su madre sonríe con malicia mientras buscan una forma en la cual puedan deshacerse de la “Luna” del Alfa, que Ariadna sea la destina de Fenrir es una oportunidad de poder que no pueden ni piensan dejar pasar.
—Esto es mejor de lo que podíamos esperar — son las palabras de Gael mientras observa fijamente a su hija—. Si logramos deshacernos de la inwere, y ese asqueroso bastardo que espera, tu camino para unirte al alfa Fenrir estará libre— murmura con una sonrisa astuta.
Su esposa, con una mirada afilada, asiente con complicidad, pero no bien así, más racional que su esposo.
—Tal vez no sea fácil— asegura mientras recuerda al lobo que llegó junto con Fenrir y Naya, mismo que se puso en un estado de alerta y extrema protección en el momento de Ariadna mencionó la baja casta de la pareja actual del alfa. Seguramente ese lobo sería una molestia en su camino—. Aunque es cierto que puedes ser su destino, y que, aunque no lo desee, él debe aceptarlo, debemos actuar con astucia, apresurarnos nos hará blancos de sospechas, después de todo, nuestra imprudente Ari dejó claro su desprecio por la inwere.
Gael sonríe siniestramente. Él está muy consciente que fue un error que Ariadna revelara tan apresuradamente su posición de destinada, y aunque él miso fue tomado por sorpresa ante esto, pues no esperaba que su hija encontrara a su destino de esa forma, el placer de saber que puede quedar emparentado con un alfa de linaje noble y poderoso como delatan el color de los ojos de Fenrir, le hace disculpar la imprudencia de su hija.
— Es cierto— concede con tranquilidad a su esposa—. Pero sin importar a que manada se pertenezca, todos los lobos están al tanto de lo inestable que pueden llegar a ser los inwere y que lo más prudente que se puede hacer, es deshacerse de ellos antes de que se vuelvan un mal mayor. Ahora, imagina ¿qué puede pasar con una inwere que está siendo privada de la unión ilegitima que sostiene con un lobo alfa?, y más cuando ese peligro lo representa la presencia de la verdadera destinada. Si jugamos bien nuestras cartas, haremos que la misma manada sea quien la considere una amenaza. Entonces, Fenrir no tendrá otra opción más que apartarse de ella y desterrarla.
—Y si eso no funciona, siempre puedo matarla.
Ariadna quien hasta ese momento se había mantiene en silencio mientras escuchar a sus padres, deja salir esas palabras con total desprecio. Y es que, aun cuando intenta pensar en otra cosa, solo puede pensar en la forma en la cual Fenrir sujetó a la maldita inwere y la firmeza con la cual aseguró que ella es la única persona a la que reconoce como su destino. Sus puños se cierran con fuerza ante esto, ¿Cómo pudo humillarla de esa manera? A ella, una Alfa de alta casta, además, ¿Qué clase de alfa dominante buscaría la compañía de una basura como lo son los inwere?
—No importa lo que me cueste, voy a quitarla de mi camino.
Quien permanece en total silencio y no hace sino negar débilmente mientras escucha a sus padres y a su hermana, es Bjior. Y es que el chico solo puede pensar en la mirada del lobo que hizo su aparición junto con el alfa de la manada. En su cabeza solo ronda esa mirada ámbar pesada y profunda, y el exquisito aroma brotando de él.
En un principio, Bjior pudo sentir una lejana fragancia de ámbar gris, mismo que le recordó su infancia en el bosque Bøkeskogen y las tardes contemplando el mar, luego, a medida que el aroma se sentía más cercano, se sintió atrapado en medio de un mar de lavanda silvestre, mismo que lo cubrió totalmente hasta dejarlo impregnado de esa fragancia.
Y no necesito mucho tiempo para descubrir de quien provenía ese aroma que estaba enloqueciendo a su lobo, y tampoco necesito de nada más que de las despectivas palabras de su hermana para que esas notas dulces se convirtieran en las de un atrapante y peligroso bosque de agar. Un acorde de notas que no solo le dejaron en claro al joven lobo que había encontrado su destinado, sino que también, era un lobo de extremo cuidado. Un lobo, que no mostró ninguna reacción ante su presencia.
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La llama de la chimenea crepita, proyectando danzantes sombras en las paredes de la estancia. El ambiente se encuentra cargado de una tensión que Fenrir puede jurar que es capaz de palpar.
Por su parte, Naya se encuentra preparando la cena para ambos, pero, aun así, no puede evitar que la inseguridad siga apoderándose de sus pensamientos. Las palabras pronunciadas por Ariadna siguen resonando en su mente como un fuerte y ensordecedor eco, la seguridad con la cual la mujer aseguró ser la destinada de Fenrir, la atormenta.
—¿Sabes? Casi puedo escuchar a tu cabeza tejiendo su maraña de pensamientos— son las palabras de Fenrir, palabras con las que busca intentar aligerar la tensión que se expande a cada segundo—. Espero que sea alguna de tus travesuras o antojos, porque…
—Fenrir, ¿cómo debo enfrentar esto?, es que yo…— y aunque originalmente sus palabras cortan las del pelinegro, al final, Naya simplemente pierde la fuerza con la cual se impulsó para decirlas y termina ahogándose con sus propios temores—. Yo no sé qué es lo que se supone que debo hacer ahora— murmura de forma apenas audible.
Fenrir puede jurar que, de no ser por su agudo sentido de audición, no hubiera podido escucharla.
Dejando de lado la pieza de madera que se encuentra tallando, Fenrir acorta la distancia entre ellos, y la abraza desde su espalda, envolviendo su cuerpo con cuidado y dejando sus manos sobre su vientre, buscando que sus palabras y cercanía sirvan para calmarla.
—Nada hay nada que debas o tengas que hacer, porque nada ha cambiado, Naya— expresa el mayor sin vacilación en su voz—. Esa conexión que ella asegura tan absurdamente que existe entre nosotros, no tiene ningún valor para mí, toda esa basura solo está en su cabeza. Para mi corazón no existe nadie más que no seas tú, él siempre te ha pertenecido a ti, solo a ti, y créeme que no existe nadie que pueda cambiar eso—asegura mientras toma su mentón para mirarla fijamente, dejando que sus ojos transmitan toda su sinceridad.
Naya solo le escucha atentamente y cuando Fenrir toma su rostro, no puede evitar mirarlo fijamente dejando que sus ojos se pierdan en la profundidad envolverte de lo mirada ambarina del lobo.
Pero, aunque asiente suavemente, la sombra de la duda aún se refleja en sus ojos.
Fenrir nota esto, por lo que acaricia su mejilla, tratando de disipar esos pensamientos oscuros que sabe están comenzando a consumir a su pequeña diosa. Apoyando su frente contra la de ella, deja pequeños besos sobre sus labios, besos que son correspondidos, pero a diferencia de la dulzura que Naya siempre le transmite, ahora esos besos solo llevan un ligero rastro de mortificación y dolor.
—Confía en mí, Naya. No dejaré que nada nos separe— afirma sin vacilar—. Tú nunca has sido una opción para mí, siempre has sido mi entera y única elección, y no me importa si debo desafiar a la madre luna, al destino o a la muerte misma, tú y solo tú eres mi único amor.
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Los fuertes gritos de Naya se extienden a lo largo del espacio ocupado por las casas de la manada. Desde comienzo de la madrugada, la pelinegra había comenzado con sus labores de parto y ahora se encuentra en la cabaña que ocupada junto a Fenrir en medio del proceso de traer a su cachorro al mundo.—Solo un poco más Naya, vamos— son las palabras de Kindra, la partera de su antigua manada, misma que fue traída por Fenrir para ayudarla—. Ya viene el cachorro, puja un poco más.Un fuerte grito sigue a esas palabras y luego todo se sumerge en un profundo silencio.Fuera de la cabaña, Fenrir camina de un lado a otro con todas sus emociones a flor de piel. Su lobo se encuentra arañando su interior exigiéndole dejarle salir o hacer algo para ir con su Luna y ayudarla a sobrellevar su dolor.Y es que el hecho de que Naya sea una inwere tiene a todos sumidos en preocupación. Cuando las lobas van a tener a sus cachorros, solo anidan y adoptan su piel de lobo, lo cual no solo las ayuda a sobrell
༻ BOSQUE DE TRILLEMARKA ༺༻ NORUEGA – 1424 ༺Naya solo deja que sus piernas se muevan por instinto propio, en ningún momento se fija hacia qué lugar le dirigen. Tal vez porque está más centrada en el dolor que siente al saber que todo está perdido, o quizás porque intenta borrar la imagen de la confusión en el rostro de Fenrir cuando se volteó hacia ella y olfateó el aire sin encontrar nada, o quizás porque solo quiere encontrar una forma rápida de acabar con todo.Aquel era su final, simplemente la última oportunidad a la que tan fuertemente se había aferrado, se le acaba de escapar de las manos.—¡Naya, basta! — Son las firmes palabras del pelinegro al quedar frente a ella y cerrarle el paso—. ¡Deja de huir de mí!—¡Aléjate! — Exclama entre lágrimas. Dejando que su cuerpo se mueva hacia un nuevo rumbo, o eso intenta, pues Fenrir la sujeta con fuerza—. ¡Suéltame! ¡Déjame ir!—¡Naya, basta! — Fenrir deja salir sus palabras con un tono de súplica.Y aunque es más que seguro que otros d
༻ 3 AÑOS DESPUÉS ༺— ¡Te encontré! — Fenrir sale desde la derecha y grita mientras atrapa fuertemente entre sus brazos la pequeña figura de Naya, misma que solo deja salir un fuerte y sorpresivo grito, para luego abrazarse con fuerza al pelinegro.Para los lobos el salir de cacería es emocionante, más aún si esa acción es realizada al cazar a su pareja. Por esa razón, el lobo de Fenrir se muestra emocionado, después de todo, aun cuando su condición de inwere, evita que Naya no puede cambiar, es muy buena ocultándose, y eso hace que su lobo se sienta igual de emocionado ante idea de encontrarla.Aunque en esos momentos, debe tener mucho cuidado con sus acciones, debido al estado de la pelinegra.—¡Es trampa! — son las palabras de Naya una vez que se separa del abrazo—. Eres más rápido que yo.—Pero tú te ocultas mejor que cualquier lobo.Esas palabras son un simple susurro por parte del chico antes de tomar el rostro de su pareja y fundirse con ella en un suave y largo beso. Para ambos