Los ojos de Nina se movieron con rapidez, reconociéndolo todo, desde el dolor que sentía en el hombro, pero que aún podía controlar y usar perfectamente, hasta el peso y talla del hombre que tenía delante, a quien recordaba muy bien.
No había olvidado el rostro taimado y el cuerpo chato de Randall Weiss, y mucho menos esa expresión desagradable que le había causado tan mala primera impresión.
—Hola, Weiss —lo saludó, adoptando una posición defensiva, y el hombre arrugó el ceño.
La había estado siguiendo, eso era evidente, la pregunta era: ¿por qué una barra de metal y no una pistola?
Si quería silenciarla, solo habría tenido que dispararle a la distancia, porque aquel estacionamiento no podía estar más desprotegido ni más vacío. Pero en lugar de eso se había acercado a ella con una bar
Nina sintió un extraño escalofrío cuando escuchó a Jake preguntar aquello. —¿Cómo sabes…? —Entonces es cierto. —Los ojos de Jake se cristalizaron por un segundo mientras apretaba los labios, pero el sentimiento de impotencia era mayor incluso que el dolor que eso le provocaba. —¡Te pregunté cómo lo sabes! —insistió Nina, y aunque Jake no entendió por qué eso era importante, le respondió. —Él me lo dijo. —¿Cuándo? Jacob arrugó el ceño, porque Nina estaba siendo extrañamente precisa. —Hace un par de horas, cuando te llamé… —murmuró. La muchacha achicó los ojos. Se dio la vuelta y sin decir otra palabra sacó un par de teléfonos de la chaqueta que llevaba. Siempre tenía uno de señuelo, que usaba habitualmente y en el que no tenía nada relevante, ni siquiera lo bloqueaba con contraseña porque después de todo era descartable. Y el otro, el que de verdad importaba, era imposible de usar a menos que ella misma lo activara.
La había extrañado. La extrañaba hasta el infinito y más allá todos los días, cada minuto, cada segundo. Extrañaba la forma en que se sentía con ella, como si ya no le faltara un pedazo del alma, como si fuera un ser completo otra vez.Abrazó su cintura, intentando no lastimarla, y se encontró con su boca en una comunión única y perfecta de dos cuerpos que se encontraban cuando se necesitaban más.Los labios de Nina eran suaves, pero su intención no lo era. Atravesaron las puertas de la habitación mientras se besaban desesperadamente, sabiendo que aquel momento tenía hora de caducidad, y Jake jadeó sin poder evitarlo cuando sintió sus manos, pequeñas y calientes, colarse por debajo de su suéter y acariciarle el abdomen.Nina lo reconoció despacio. La última vez había sido un huracán, pero ahora te
El mundo simplemente se convertía en un lugar oscuro cuando ella no estaba. No haberla tenido un año entero era una cosa, pero casi era peor saber que le había dado vía libre para marcharse de nuevo. Era lo más difícil que haría en su vida, pero tenía que aceptarlo: sería prácticamente imposible que pudiera conseguir el perdón de Nina, hiciera lo que hiciera.Jake miró el café que humeaba en la cafetera. Sabía cómo le gustaba a ella, sabía que era capaz de levantarse en modo zombi solo para ir a hacer el primer café del día. Sabía todo sobre ella, y aun así había sido lo bastante imbécil como para no creerle cuando debía haberlo hecho.Nadie había destrozado su vida, ni siquiera podía culpar a los que habían incriminado a Nina, porque la realidad era que él había tenido la opc
Si Meredith Lieberman hubiera tenido que tragarse una cucaracha viva, probablemente le habría sentado mejor que aquella conversación con Jacob. Por suerte se había dado cuenta a tiempo de que no sabía toda la verdad, y eso al menos por el momento corría a su favor.Esa zorra tenía que desaparecer lo más pronto posible, así que si la cucaracha era aceptable, Meredith se dio cuenta de que también prefería tragarse un escorpión cuando entró a la gala de Aniversario de Lieberman EXC, y la vio allí, con una sonrisa en los labios y firmemente prendida del brazo de Tyler Wilson.Se le revolvió hasta la última neurona, pero aunque estaba desesperada por llamar a seguridad y sacarla a patadas, en cuanto se acercó a ellos, notó la mirada fría y amenazante de Nina.—¡Señora Lieberman! —la saludó Nina levantando la voz
Casi todos los asistentes a aquel evento se giraron cuando la pantalla principal hizo ruido blanco durante algunos segundos, y luego desde el centro se abrió la imagen de aquellas dos mujeres. Las bocinas comenzaron bajas, y el volumen fue subiendo hasta que la conversación se hizo perfectamente audible. —¿Crees que ya ganaste? —decía Danielle Campbell con un sarcasmo que no lograba disimular su rabia—. ¡Me hermano saldrá muy pronto de la cárcel…! —Tu hermano confesó su complicidad en el asesinato de Mason —respondió Nina encogiéndose de hombros—. Dudo mucho que pueda salir de la cárcel. —¡Solo confesó porque tú lo obligaste! —escupió Danielle, y Jake no tuvo que rezar para que a Nina no se le ocurriera aceptar aquello, porque sabía muy bien que era lo suficientemente inteligente como para no admitir una coacción. —No sé de qué estás hablando, pero si solo hubiera sido su palabra, quizás hubiera estado en posición de retirarla alguna vez —replicó Nina
Nina cerró los ojos durante un segundo, un solo segundo, antes de darle la espalda y apoyarse en su coche. Intentó respirar. Jake sabía algo, pero solo algo, fragmentos, pedazos de la verdad. Había hablado con Meredith, eso era evidente. Y también era evidente que aquella vieja bruja no le había dicho todo… o Jake solo estaba probándola… Se dio la vuelta con brusquedad y le pateó la pantorrilla, arrancándole un gesto de dolor y aprovechándose de su sorpresa para asir las solapas de su traje y tirar de él contra su boca. Tres segundos, solo tres segundos bastaron para que Jake la tomara por los hombros con violencia y la apartara de él, jadeando con la angustia retratada en el rostro. —¡M@ldición! De verdad no te lo dijo… —murmuró Nina, y se cubrió el rostro con las manos. Era como vivir prendida de un condenado cangrejo, un paso adelante y tres atrás. —¿Decirme qué…? —Súbete al auto —ordenó sin mirarlo, mientras le daba l
Nina lo vio pestañear varias veces, como si de repente se hubiera quedado en blanco, y aquellos dos pasos atrás, aquella mirada perdida, aquella lividez mortal era exactamente lo que esperaba encontrar en él cuando supiera la verdad.Jake despegó los labios varias veces, pero era como si de repente su cerebro se hubiera quedado en blanco mientras su boca se secaba y olvidaba que debía respirar si quería mantenerse vivo. La opresión que sentía en el pecho no era comparable con nada, era como si de repente le hubieran aplastado hasta el último hueso y estuviera sangrando por dentro, lentamente.No tenían que decírselo con todas sus letras, y honestamente no sabía si debía sentirse herido o aliviado. Sus pensamientos se resumían en una sola cosa: su vida, su vida entera, había sido una mentira. Una mentira constante, larga, y tan bien tramada que quizás el viejo
—Entonces… cuando en el examen de ADN salió que la bebé era nieta de Theo… —Connor daba vueltas por la habitación como si necesitara que sus pies trabajaran a la misma velocidad de su cerebro.—Fue por ella, por Nina. No por mí —confirmó Jake.—¡Madre de Dios! ¿Y estás seguro? Jake… ¿Estás cien por ciento seguro de que Nina no te está mintiendo? —lo increpó Connor—. Recuerda que su única misión es destruirte...—Para eso hubiera bastado con que se callara —replicó Jacob con tristeza—. Yo ya me estaba muriendo solo de pensar que estaba enamorado de mi hermana y que había tenido una hija con ella. Créeme, me está matando que el viejo no fuera mi padre, pero era peor creer que Nina era mi hermana.—¡Demonios!Connor volvió a senta