—Alguien que le eche agua o algo… —murmuró el Hellhound después de un minuto entero en que vieron a Jake quedarse petrificado.
—Si te vas a hacer el muerto, tienes que cerrar los ojos, cristiano —advirtió Kolya.
Pero un segundo después lo vieron respirar profundo, ponerse de pie, abotonarse el saco y salir del reservado como si fuera un boxeador a punto de una pelea.
—¡Saca el celular! ¡Saca el celular! —apuró Aleksei a Yuri porque no lograba dar con el suyo y todos se apostaron en la baranda del reservado para no perderse ni un detalle de la Tercera Guerra Mundial que estaba a punto de desatarse en aquel club.
—¿Y si levantamos apuestas? —preguntó el Hellhound, por primera vez un poco distraído en la noche.
—¡Genial! ¡Yo le voy a mi hermanita! —aseguró Yuri—. Mil euros.
—¡
La sonrisa socarrona de Kolya se extendió por su cara con una expresión satisfecha. —¡Creo que es hora de pagar! —aseguró porque él había apostado por el lechuzón y resultaba que acababa de llevarse a Nina sin que ella opusiera ni un solo gramo de resistencia—. ¡Se los dije! ¡Hay que tenerle fe al cristiano…! Paguen… paguen… Pero antes de que cualquiera de los otros tres pudiera meterse una mano en el bolsillo, vieron acercarse a un policía y decirle algo a Andrei al oído. Contrario a lo que pudiera esperarse, Eric Hellmand no le tenía miedo a los policías. Más bien les ponía plato, cuchillo y tenedor en su mesa, pero que uno de ellos entrara al club y hablara con su lugarteniente, significaba que algo importante estaba pasando. Dos segundos después Andrei entró al reservado y se dirigió a él. —Dice que tiene en la patrulla a un pervertido que estaba en el callejón —anunció y Eric arrugó el ceño. —¿Y eso qué? —Que dice que se l
Nina se humedeció el labio inferior antes de morderlo y metió un dedo provocativo entre el elástico de la tanga y la piel de Jake, estirándolo para soltarlo como un latigazo.—¡Auch! —protestó él—. Pero no pares, no viniste hasta aquí solo a hacer un ataque de posesividad, ¿o sí?—¡Yo no vine hasta aquí! ¡Tú me secuestraste, tarado! —gruñó ella.—Muy cierto, pero no te veo intentando escapar —sonrió Jake acariciando sus muslos y Nina achicó los ojos.Se inclinó hacia adelante, pegándose completamente a él, acostándose sobre su cuerpo con las piernas abiertas y apoyando la barbilla en las manos mientras Jake suspiraba, viendo por encima de su hombro aquel culo respingón.—¡Maldit@ seas, mujer! ¿Qué haces? —preguntó
Jake se sentó en la cama con gesto serio. Nina no era la clase de mujer a la que pudiera hacerle una promesa y salir impune de no cumplirla; pero sabía que de cualquier forma haría hecho lo que fuera por ella. —¡Lo que quieras, cuando quieras! —fue la respuesta de Jake, y Nina pudo ver en sus ojos la determinación. —Bueno… —Ni siquiera sabía por qué de repente se había puesto nerviosa, pero acabó tirando de una sábana y envolviéndose con ella—. Me gustaría… quisiera que tuviéramos más niños —soltó de golpe y vio cómo el rostro de Jake se ensombrecía. Lo vio pasar saliva y desviar la mirada con ansiedad. —Nina, después de… después de lo de nosotros… de tu embarazo, de Victoria… yo nunca más fui al médico —murmuró—. Yo no sé si la vasectomía solo… se deshizo de alguna forma, o si fue un golpe de suerte… —Cerró los ojos y se llevó dos dedos al puente de la nariz, antes de pasar la mano sobre su boca y suspirar—. Lo siento, yo no… no puedo promete
Dos semanas después. —¡Por supuesto que no! ¡Pero ni en broma! ¡Yo jamás le haría eso a mi dragoncita! —sentenció Jake hablando cada vez más alto, mientras Kolya le hacía señas con la mano para que siguiera—. ¡No habrá strippers, ni clubs, ni nada…! ¡Nos quedaremos aquí jugando póker y…!—Ya… ya pasaron. Creo que con eso debe bastar —le sonrió Kolya y casi todos los hombres en aquella habitación suspiraron aliviados. La boda era en dos días, y como reunir a aquel batallón de ataque no era sencillo, habían esperado para hacer las despedidas de solteros para cuando estuviera todos—. Ahora Leisy le dirá a Nina lo que escuchó, y seguro que no nos molestan esta noche.El Grillo levantó una ceja divertida y neg&o
Las bodas tienen un efecto especial sobre la gente, dependiendo de qué tan roto esté su corazón en ese momento. Para algunos es una celebración del amor, para otros simplemente un recordatorio de lo que jamás tendrán. Para Eric Hellmand, por más que se alegrara por la felicidad de sus amigos, fue como una patada en el estómago ver aparecer a Skyler del brazo de aquel hombre.—&ie
Seis meses despuésJake estaba nervioso, asustado, al borde del colapso mientras esperaban en aquel consultorio. El doctor Emerson lo había visto dos semanas atrás, le había indicado estudios para ver qué demonios
Siete meses después—Cariño… ¿no crees que es mejor si nos vamos al hospital ya? —Por loco que pudiera parecer, aquella voz dulce y masculina era nada menos que la de Joshua Wilson.Desde hacía meses el hombre había comenzado a hacer viajes esporádicos a Ucrania, intentando construir una relación con su hijo, y en poco tiempo se había convertido en el otro abuelo favorito de Victoria. Y como Nina además de respeto le había agarrado cariño, pues ahora lo mandaban a ver si aquella loca le hacía caso.—¡Espérate, papi suegro! Ya casi… —dijo Nina aferrándose al marco de la ventana y mirando afuera.—¡Pero hija, es que estás de parto! —la reconvino Joshua con dulzura y tras él Jake y Connor se encogieron de hombros porque no había forma de que
VALE TODO Una trilogía de Valeria Adams Bestseller del New York Times Número uno en el ranking de ventas por ocho semanas. Valeria levantó los pulgares hacia Victoria, que cargaba a su hija en las gradas del set de filmación. La pequeña estaba dormida como un tronco y aunque Valeria no lo sabía, Victoria no pudo evitar pensar que la nena era exactamente igual a su hermano cuando había nacido, solo dormía todo el día. Muy pronto la periodista ocupó su puesto y sonrió saludando a Valeria. Para cuando el director dio la orden de grabar, ya las dos estaban más que listas. —¡Valeria Adams, damas y caballeros! —la anunció su amiga—. ¡Val, qué gusto tenerte aquí de nuevo! Y esta vez con tu nena y nada menos que una trilogía. Te lo dije, te dije que esa preciosura te iba a dejar escribir. —Sí, l