—¡Jaaaaaaake!
No podía moverse, sentía que no podía respirar, pero extrañamente, lo que había sobre ella era suave.
Tenía tierra sobre el rostro, sentía como si estuviera enterrada viva y apenas podía moverse, pero lo poco que pudo mover las manos fue para comprobar que lo que estaba sobre ella era un cuerpo.
—Jake… ¡Jake! —sacudirlo era una misión imposible.
Casi respiró con alivio cuando lo sintió gruñir, al parecer despertando también.
—¿Nina…?
—¡Jake!
—Ya… ya va… tranquila…
Nina sintió cómo hacía fuerza sobre las manos y el aire corría entre ellos. La levantó en medio de la oscuridad, tanteó la diminuta mochila que todavía llevaba a la espalda y la abrió, sacando algunas barras de ne&o
—¡Mierd@, mierd@, mierd@! —gruñó Nina mientras veía a Jake hacer una mueca de dolor, así que instintivamente puso la palma de la mano sobre el hoyo de la bala, como si todos los instintos de sus años como enfermera hubieran despertado de una vez.Rompió otras dos barras, haciendo que la luz creciera, y revisó la herida. Era de las balas con poca carga, así que solo había entrado unos tres centímetros en su muslo, lo cual no significaba que doliera menos.Por varios segundos se quedó así, pensando, pensando, mientras encontraba el valor para hacer aquello. Lo había probado varias veces consigo misma, porque Kolya y Yuri eran dos neuróticos y tenían protocolos para toda clase de desastres, pero jamás había probado con algo tan doloroso como una bala.—Jake… Jake… —intentó llamar su atención
No había espacio para un silencio incómodo, porque ya bastante lo era todo lo demás.—¡Nina…!—¡Lo sé! —respondió ella apretando los labios—. ¡Sé que me amas, y que amas a Victoria! ¿De acuerdo? Igual tendrás que espabilarte más cuando salgamos de aquí, porque no te voy a dar un premio por andar desquiciándome, solo te lo advierto…Pasó saliva y miró a otro lado.—¿Te desquicio?—¡Mucho!—Bien, no me importa, igual vale todo…Nina puso los ojos en blanco.—¿Sigues con eso?—Es mi lema, dragoncita, ya me conoces —intentó sonreír él, pero solo le salió una mueca de dolor.La muchacha evaluó la herida nuevamente y apretó los labios con impotencia. No estaba sangrando mu
Nina trabajaba sin descanso. Tenía agua, alcohol, pinzas quirúrgicas, aguja de sutura y por suerte, una ampolleta de anestesia local que gracias a dios habían incluido en la maleta médica, porque de lo contrario los gritos de Jake eran los que iban a derrumbar aquel túnel.Podía escuchar el ruido de la perforadora taladrando otra vez, pero sabía que tardarían al menos otra hora en alcanzarlos.Se levó las manos, cortó el pantalón de Jake y lavó la herida a conciencia, inyectándole después la anestesia. Estaba apenas sacando la bala cuando Jake abrió los ojos.—¡Mierd@! ¿Ya me morí? —balbuceó y Nina levantó los ojos hacia él.—¿Quéeee…?—No me duele… —dijo él señalando el hecho de que ella tenía un par de pinzas encajadas en su
El rostro de aquella mujer era una máscara de bondad. Para cualquiera que viera por primera vez a Katerina Orlenko, no podía ni imaginar que bajo la apariencia de aquella perfecta señora de sociedad se camuflaba una mujer dura, hecha a sí misma y brutal estratega.Cuando se presentó en el Sanatorio de Nuestra Inmaculada Señora, la primera respuesta de la recepcionista fue sonreírle con sinceridad, porque era justo lo que Katerina Orlenko provocaba.Tenía el cabello corto, de un blanco brillante con tonos platinados; figura esbelta, hombros levantados y una mirada que podía desarmar a un batallón de carabineros.—Hice una cita con la doctora de la señora Meredith Lieberman, por favor —dijo con suavidad y la chica la invitó a sentarse y hasta le trajo un café sin que ella se lo pidiera.El café sabía a rayos, pero igualmente Katerina dio las
—…ina… ¡Nina!La muchacha levantó la cabeza asustada cuando Kolya se arrodilló a su lado. Había estado más de una hora hablando con su hija, porque en aquel momento, Victoria era lo único que podía mantenerla en pie.—Muñeca, tienes que comer algo —la apremió su hermano.—Ya comí, Kol… me comí un sándwich…—Eso fue ayer, nena.Kolya puso en sus manos un pequeño vaso de café con leche y Nina se lo empezó a beber sin saborearlo siquiera.—¿Qué se supone que le voy a decir a mi hija? —murmuró—. Sé que es demasiado pequeña para entender nada pero… ¿por qué siento como si tuviera que explicarle…?—No pienses en eso ahora. Solo han pasado cuatro días, nada está decidido todaví
Nina estaba apoyada en el marco de la puerta de la habitación de Victoria, viendo aquella escena que se pasaba de tierna.En un puff enorme estaba Jake, dormido, con su hija medio atravesada durmiendo entre su costado y su pecho, y el condenado perrito cagón del otro lado.—Si lo miras más se te van a salir los ojos —murmuró una voz a su espalda, y Nina se giró para ver a Kolya.—Deja tú los ojos, se le va a caer la baba —sonrió Yuri dándole un beso y Nina levantó una ceja.—Te respondería, pero caminas con un andador, muñeco, eso ya es suficiente castigo —se burló.—Bueno, la verdad es que el cristiano sería una belleza si no roncara como Shrek… —murmuró Kolya—. ¡Y pesara como Shrek!Pero no habían tenido que moverlo mucho. Jake se había autoinstalado en la habitac
Nina arrugó el entrecejo, porque no entendía el objetivo de aquella charla, pero una reunión del clan Orlenko era sagrada y Katerina los hizo sentarse a su alrededor como su ella fuera la gran cacica.Ni siquiera la misma Nina estaba segura de qué iban a hacer Jake y ella de ahí en adelante, pero al parecer su madre y los trillizos tenían algo que decir.—¿Qué dijo el doctor sobre Jacob? —preguntó Katerina con acento evidentemente preocupado.—¡Que estuvo así de morirse! —Aleksei fue el primero en hablar, juntando casi el índice y el pulgar.—Es probable que le queden muchas secuelas por la infección, tienen que monitorizar su corazón para prevenir un crecimiento indebido —añadió Kolya con vehemencia.—Y esa pierna no le va a poder funcionar bien nunca más, ¡solo imagínate que v
Él de verdad creía que iba a darle batalla esa noche.Ella de verdad creía que iba a tener uno o dos arranques pasionales.Pero después de la presión, la angustia, el estrés, la amenaza de muerte y todo lo que había pasado en los últimos siete días, bastó que Jake alargara el brazo y se lo ofreciera a Nina para que estuvieran los dos roncando como marmotas.Cuatro o cinco horas después, en una de esas veces en que el cerebro despierta en medio de la noche, Jake se encontró abrazado a la espalda de Nina, que se hacía un pequeño ovillo contra su pecho.—No me quedé para esto —-la escuchó rezongar medio dormida.—Cállate, somos padres ahora, tenemos derecho a dormir como osos —respondió él, metiendo la cabeza en la curva de su cuello y oliendo su pelo.—Bueno, pero mañana te vo