Amelia se encontraba sentada en el suelo, apoyada en el sofá. Se veía mucho más hermosa a la luz de las velas. Respiró profundamente y se acercó a ella. Esta levantó la vista y le sonrió dulcemente. Chris se sentó a su lado y comenzó a abrir la botella. Sirvió las dos copas y los dos las chocaron para después beber de ellas.Amelia se recargó en el hombro de Chris y él le abrazó por los hombros. Los dos estaban sumidos en un pequeño letargo producido por la tenue luz de las velas, causando un silencio relajante y cómodo.—Esta noche ha sido fantástica, todo esto ha sido fantástico —dijo Amelia, mirando emocionada a su alrededor—. Gracias por darme una sorpresa así de bonita.—Te mereces esto y más, pequeña —contestó, regresándole la mirada.Dejó la copa a un lado en el suelo y besó a Amelia. Ella sonrió al notar las manos del rubio escabullirse por su camiseta. Dejó su copa a un lado también y comenzó a corresponderle.No supo muy bien el porqué, pero le pareció que Chris estaba un p
Chris y Amelia se acercaron a ellos bailando e intercambiaron algunas palabras. Chris se giró a mirar a Carter con ojos de advertencia, señalándole con unos rápidos y breves movimientos de cabeza que se uniera a ellos.Carter frunció el ceño. Sabía que Chris estaba haciendo aquello para entretener a Sebastian y Madison para que no pasasen mucho tiempo juntos y Carter tuviera una oportunidad, pero para ello tendría que bailar y no quería hacer el ridículo. Se levantó del asiento, decidido a que bajaría a la pista y se sentaría en unos de los sillines de la barra y pediría algo. Mientras, podría mantener vigilados al pelirrojo y a la pelirrosa. Pero no bailaría, no. Fue bajando las escaleras y cuando llegó al barullo de gente, pudo divisar que Chris le miraba con una sonrisa. Poco le duró cuando vio que se sentaba en la barra. Tenía toda la pinta de no moverse de allí en todo lo que quedaba de noche. Le miró con reproche y se acercó a él, excusándose un momento a los demás. Sintió la
Carter estuvo un poco parado al principio, pero se dio cuenta de que quería divertirse con sus amigos, que no quería tener miedo por una tontería. Se dejó llevar y pronto estuvo bailando con soltura junto con Madison, que no dejaba de mirarle.¿Qué bailaba mal? Ese Rogers estaba jugando con ella, definitivamente. No era John Travolta, pero lo hacía estupendamente.Se acabó la canción y todo el mundo estalló en aplausos. Carter sonrió satisfecho al haber bailado y no haberse arrepentido después. La verdad es que se había divertido mucho. Sintió de repente que alguien le abrazaba. Luego vio a Madison.—¿Lo ves? ¿A qué no ha sido tan difícil? —inquirió con tono travieso.Carter sonrió socarrón y volvió a abrazarla.—Eres una molesta —susurró en su oído.—Sí, pero soy la única que te obliga a hacer algo para que te diviertas —respondió burlona.Se separaron unos centímetros, lo justo para poder acabar lo que apunto estuvo de suceder antes. Pero…—¡Madi! ¿Bailamos esta juntos? —preguntó S
—Duerme bien, pequeño —susurró Madison contra el pequeño oído del bebé.Depositó un pequeño beso en su frente y se dirigió silenciosamente a la puerta. La dejó entre abierta y antes de entrar en su habitación, se fijó que Carter todavía tenía encendida la luz de una de las mesillas.Suspiró y entró en su habitación para cambiarse. Se quitó los pantalones, colocándose uno blanco y holgado, se puso una camiseta básica de tirantes con la que dormía y volvió a salir de su habitación.Se quedó inmóvil delante de la puerta de Carter. No se escuchaba nada dentro, por lo que dedujo que se había quedado dormido con la luz encendida. Aún así se sentía nerviosa, con el corazón a mil por segundo, fue empujando la puerta hasta que entró. Encontró a Carter en un lateral de la cama, tumbado boca arriba y con los brazos extendidos a ambos lados. Sus piernas estaban fuera por un lado. Al parecer, el sueño le había ganado la carrera. Madison se lo quedó mirando divertida durante unos momentos y des
—¡Ya te dije que ibas a necesitar ayuda con ese perro rabioso! —acusó la histérica voz de una chica bajita, de pelo corto y castaño, de ojos color miel.Su cara dejaba ver una gran vitalidad y disposición.—Mildred, sólo ha sido un mordisco… Ni siquiera sangra mucho —replicó con voz tranquilizadora el chico alto que estaba a su lado, de cabello oscuro y ojos afables.—¡Johnny! ¡Si me lo hubieras dejado a mí, no estaríamos aquí! —sentenció, preocupada y enfadada al mismo tiempo.—Ah… —suspiró con resignación, ante la testarudez de su compañera.—Pueden pasar —escucharon a la enfermera que los había conducido a la consulta de la doctora de la que no sabían aún su nombre.Mildred tiró de él por el brazo que no había sido mordido y entraron rápidamente en la habitación. Dentro los estaba esperando la doctora y Johnny se sorprendió al saber quien era. Madison Chapman, la famosa doctora que había revolucionado el mundo de la medicina y que sobre todo, estaba en el punto de mira de todos
Un guapo castaño aparcó delante de un restaurante parecido a un pub inglés. Salió del auto y se puso su abrigo de pana gris. Bloqueó las puertas y se dirigió con largos pasos a la entrada del local.En ese momento pasaba por allí un chico de pelo negro y semblante alegre, que llevaba un brazo vendado. Estaba tan concentrado pensando en sus cosas, que hasta que no estuvo delante de Carter, no se dio cuenta de su presencia.Se le quedó mirando unos instantes, reconociendo al chico que tenía en frente y que no le estaba haciendo caso por el móvil que tenía en sus manos.—¿Carter? —preguntó finalmente.Este levantó los ojos al escuchar su nombre. Puso cara de sorpresa al reconocer a la persona que le había llamado.—¡Johnny! —exclamó el castaño, acercándose a él.—¡Cuánto tiempo, amigo! —respondió sonriente, mientras que le daba un amistoso abrazo a Carter.—¡Varios meses diría yo! —contestó Carter, separándose sonriente—. Pero, ¿qué te ha pasado? —preguntó, al ver el brazo vendado de su
—¿En serio, Madison? ¿Willy Wonka? ¿En serio? —repetía Carter sin creérselo.—Muy en serio, Carter, como yo que voy vestida de bailarina de Cabaret —contestó ella, vestida con su despampanante corset negro—. Además, no te queda para nada mal… —dijo atrevida, mirándole de arriba-abajo—. Seguro que te escogerían para el papel de buenorro Willy Wonka —dijo burlona, mientras le guiñaba un ojo.—JA JA JA —rió Carter sin gracia.Madison sonrió y salió de la habitación. El castaño suspiró con ensoñación al verla mover sus caderas al andar. No sabía si había sido buena idea o no haber elegido aquel disfraz para ella. Por una parte, disfrutaba viéndola vestida así; por otra parte, le entraban ganas de hacerle el amor toda la noche… Volvió a suspirar, echándose un vistazo en el espejo: se colocó bien el abrigo rojo y largo de terciopelo, se puso el sombrero a juego y por último cogió el bastón de caramelo que se encontraba apoyado en el armario. Qué irónico… A él, a quien no le gustan los dul
¿Nunca han visto alguna serie de esas típicas americanas en la que una pareja va a un parque de atracciones y de repente, se van añadiendo al grupo pretendientes de la chica? Pues eso es exactamente lo que le había pasado a Carter.Cuando compró la entrada para la montaña rusa, se encontró con que cada vagón tenía sólo tres espacios. Por supuesto, Sebastian, Johnny y Madison habían ocupado uno entero, dejando a la pelinegra en el medio de los dos. En el vagón siguiente estaban Chris (emocionado como un niño) y Mildred (mirando enfurruñada el vagón delantero). No tuvo más remedio que sentarse al lado de Chris y poner la misma cara que Mildred, mientras miraba el trío feliz que tenía delante.No disfrutó para nada el viaje. Mientras que Chris y los tres de delante gritaban eufóricos, Carter se aferraba con toda su fuerza a la barandilla y al sombrero para que no se le volase y Mildred no despegaba sus brazos cruzados de su cuerpo, todavía medio molesta.Cuando bajaron, el trío siguió a