CAPÍTULO 38

AMELIA

Hago una mueca al sentarme en el frío suelo de cemento. Examino la habitación con mi único ojo bueno, ya que el derecho está cerrado. Al tocarlo, vuelvo a hacer una mueca, tanto por el dolor en mi ojo como por las innumerables heridas que cubren mis manos. Mi cuerpo es un lienzo de moretones y dolores que van más allá de las palabras. Llevo una mano a mi cabeza, y mi labio inferior tiembla al sentir mi cuero cabelludo afeitado. Las lágrimas brotan de mis ojos sin control.

Soporté torturas cuando llegué al territorio lycan, pero nada como esto. Ember y Adam me han sometido a cosas que ni siquiera puedo describir.

Paso mi único ojo entreabierto por mi cuerpo maltratado, y más lágrimas corren por mis mejillas hinchadas. Mis hombros tiemblan cuando dej

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