Sobre aviso no hay engaño

Enith:

No había tenido oportunidad de decirle a Rachele que tendría un hermanito, quizás después de la operación.

- Tengo buenas noticias, los resultados del señor Cranston salieron muy bien, en cuanto me diga, comenzaré la extracción de la médula ósea para el trasplante –dice el doctor Solon tras revisar los análisis, siento la paz entrar en mi cuerpo por primera vez en tres días.

- Lo más pronto posible doctor –dice solemne, el doctor asiente en respuesta.

- Pediré que preparen todo, en un momento un enfermero vendrá por usted –Adley asiente antes de que el doctor se vaya, camino al cuarto y siento como me sigue, muerdo mi labio, quería que se fuera, pero sería muy malagradecida si ni siquiera le permitía verla.

- Se parece mucho a ti de pequeña –susurra viéndola a través de la ventana, seguía durmiendo.

- Tiene tu color de cabello –digo bajo, mamma estaba sentada a su lado leyendo.

- Puedo ver lo mucho que la ama, y me imagino que él también –se gira a verme, asiento sin dejar de mirarlas.

- Es su adoración, la ama como sólo un padre puede amar –seco una lágrima–, sé que hice mal, mamma me hizo ver eso, pero la forma en que terminó todo, no me dio más opciones que callar, no habría cambiado nada –lo veo asentir–, y créeme, por tentador que hubiese sido todo, no me habría quedado si la trataban mal, por eso no volví ni le dije nada a nadie, ¿entiendes mi punto de vista?

- Sí, sé que no te lo puse fácil, también sé que el Adley de ese momento te habría ofrecido cubrir los gastos y estar lo más presente posible, pero eso no habría sido suficiente, ella necesitaba más, y aunque crea que me robaste momentos, la verdad es que él hizo todo lo que yo no habría hecho, a final de cuentas, sé que me habría dejado manipular por tu hermana, así que –deja que la intención muera en el aire, asiento, entendía todo a la perfección.

Me giro al escuchar el revuelo, frunzo el ceño y camino hasta la estación de enfermeras, y entonces la veo, suspiro reprimiendo las ganas de gritarle.

- Sabía que estabas aquí con la zorra de mi hermana, eres una buscona, ¿a eso volviste? –escupe mientras camina hacia mí–, que conveniente que tu esposo haya sufrido un accidente y que él me pida el divorcio, eso querías, ¿no? Eres una puta barata –sin poder contenerme más, la abofeteo, y luego de nuevo. Estaba cansada, adolorida, preocupada y asustada, ella fue la gota que derramo mi vaso.

- Basta, estoy harta de ti y tus estupideces, amó a Amirov, y no, tu esposito me interesa un comino, ¿acaso no lo entiendes? –ella me mira con sorpresa y rabia–, a mí no me gustan las sobras de los demás, ¿crees que voy a tomar algo que te perteneció? Qué asco me da sólo de pensarlo –escupo, vuelvo a abofetearla–, eso es para que saques el nombre de mi esposo de tu sucia boca –la abofeteo de nuevo–, y esto, es para que dejes de hacer un escándalo en el hospital –masajeo mi mano, me había dolido la última–, ahora lárgate o le pediré a seguridad que te saque a rastras –sentencio con frialdad–, una cosa más, acércate a mi hija, mi suegra o alguien de mi gente, y te haré pagar caro, no soy la misma muchachita estúpida que se dejaba, ahora tengo todo lo que siempre quisiste, poder, dinero y contactos, y si te atreves a decir algo en las noticias, por más mínima que sea la mención, me iré contra ti, así que atente a las consecuencias Fiorella –asiente sosteniendo sus mejillas, me giro y camino al cuarto de mi hija.

Adley:

Se me caía la cara de vergüenza, tomo el brazo de Fiorella quizás con algo de fuerza y la saco de ahí, presiono el elevador mientras ella llora, una vez que se abre entro lo más rápido que puedo casi empujándola.

- Me divorció de ti porque me tienes harto, eres vana, falsa, te preocupas más por lo que vestirás que por como esta nuestro hijo –suelto cuando las puertas se cierran–, ¿crees que no sé de tus amantes en el último año? –ella se gira a verme con sorpresa, rio negando, se hacía la inocente.

- No es verdad, quién te dijo miente –intenta abrazarme, no se lo permito.

- Por favor Fiorella, al menos hubieses sido más cuidadosa –niego riendo ante su osadía–, te vio medio mundo, incluso tengo fotos, así que me vas a firmar el divorcio por las buenas, aceptando lo que te dé y me dejarás en paz –la puerta se abre en el tercer piso, entra una mujer, así que Fiorella se arregla la ropa y hace como si no pasará nada, podía ver sus ojos ardiendo de rabia.

Al llegar a nuestro piso, bajamos y tirando de su mano la saco del hospital, detengo un taxi y la hago subirse.

- Te amo Adley –comienza a llorar, ruedo los ojos.

- Yo no, hace mucho que no, así que hazte un favor y no me busques, nuestros abogados arreglaran todo, incluidos los días de visita de nuestro hijo –sentencio sin más, le hago una seña al taxista para que se vaya y así hace, suspiro y vuelvo al quinto piso, me encuentro con el doctor y le informo que estoy listo, me pide que lo acompañé y comenzamos con el proceso, debía decir que me daba un poco de miedo, pero lo hacía por una buena causa.

Aprieto el borde de la camilla cuando siento la aguja en mi espalda, me quedo quieto mientras trabajan, me sentía horrible, quería que todo terminara para poder irme a casa a descansar.

Después de unos veinte minutos, que me parecieron horas; el doctor me avisó que habíamos terminado, así que con esfuerzo me pongo de pie y comienzo a vestirme, salgo en silla de ruedas, voy al cuarto y veo al doctor hablando con Enith, ella asiente se vez en cuando mientras él le explica, me imagino, el procedimiento. Una vez termina, se despide, ella sonríe y se gira para entrar, le pido a la enfermera que me lleve ahí, así hace.

- Enith –la llamo suave, ella se gira antes de entrar, se acerca a mí–, ¿puedo verla? –la veo dudar, suspira y asiente, entra haciéndome una señal, la pequeña estaba despierta.

- Pero tengo hambre nona –dice en puchero, era como ver a Enith de pequeña, mismas expresiones, salvo que ella jamás pudo ser una niña mimada.

- Debes hacer caso mi amor –se sienta en la cama junto a ella–, después de la operación comerás algo rico que te hizo tu nona y, te daré una sorpresa –la pequeña asiente emocionada–. Cariño, él es Adley Cranston, es un viejo amigo y tu donador, se buena y saluda –la niña asiente.

- Hola, soy Rachele Bianchi –le sonríe–, gracias por donarme tu médula ósea, mamá dijo que como mi papá, también eres un héroe, porque las personas que donan lo son, así que tú también lo serás –me dedica una enorme sonrisa, eso me había derretido por completo, quizás no habría vivido así de feliz estando en aquel lugar, siendo señalada. Pero ahora podría hacer las cosas bien, demostrar que podría ser un buen padre y quizás, hacerle ver a Enith que podría ser un buen compañero si Amirov no sobrevivía.

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