Alonso me cuenta que Isabel es la culpable de la muerte de Alejandro, como no le creí, me dice la verdad que fue un accidente de parte de Douglas, pero no me detalla los hechos, solo que habrá un culpable y esa será Isabel, por lo que si colaboro tendré a su hijo como mi hijo. Yo me negué, aún así me llevó a casa y me dijo que lo pensara.(Fin del flashback.) Pero cuando llegue a casa, los escuché riendo y admito que eso me dio muchos celos, sin embargo, y tal vez al principio una idea de enojo quería quitarle a su hijo por robarle el corazón a mi prometido, pero cuando César se enojó conmigo por haberlo considerado, me retracte.Y tal vez no pueda darle hijos, pero al menos tengo a César y no puedo perderlo.Isabel.Llego a la empresa en la comenzaré a trabajar y ruedo el coche de mi hijo mientras camino, siento miradas encima y eso me deja algo insegura, sin embargo, tengo que seguir, no me avergonzaré, al menos tengo un trabajo. Llego a la recepción y me presento con la intención
—Buenos días —lo saludo mordiéndome la lengua.Tenía unas ganas inmensas de irme de ahí, de repente estaba cargada de ira y me provocaba insultarlo, pero creo que mi necesidad es más fuerte que solo desquitarme.—Buenos días —tiene un rostro de que no puede creerlo. Mira rápidamente a mi hijo y luego a mi—. Acompáñame a mi oficina para conversar en privado. —me pide.Samuel muestra el en camino con su mano para que yo camine primero y mi gran error fue ver a su asistente antes de irme, haciéndome sentir que las palabras de Alejandro tenían razón.¿Acaso tengo una especie de maldición? ¿Por qué todos me creen una fácil si no he hecho nada? Tengo la respuesta y como tonta se me olvida que siempre la respuesta será Alejandro, él se ha encargado de difamarme.Llegó a la puerta de la oficina y Samuel se adelanta para abrírmela, entro con mi coche y luego entra él cerrando la puerta detrás de mí.—Cuando Juliana me pidió contratar a una Isabel Ramírez, no creí que fuera la viuda Bennette —d
—¿Y como vas a hacerlo a través de mí? Si estoy buscando trabajo porque literalmente me dejaron en la calle.—¿Y no piensas pelear tu parte? Debes hacerlo, por tu hijo, tal vez tu no quieras, pero él lleva el apellido y cuando sea grande tal vez lo reclame si tú no lo haces ahora —me dice.—No nunca obligué a Alejandro a darme algo y menos obligaré a su familia —dije obvia—, además Alejandro de verdad no dejó nada para nosotros.—No puede ser.—Es cierto, él no creía que estaba embarazada de su hijo, de tantos celos que sintió —me encojo de hombros—. Y si quieres parte de la empresa, ¿Por qué lo harás a través de mí? No es necesario casarnos, en tal caso de que tú plan funcionara, puedo dártela sin casarnos.—Es mi manera de asegurar, nos casamos y si quieres el divorcio, deberás darme parte de la empresa y a su vez asegurando la parte que me has dado de que no los dejaré en la calle, algo que todos ganemos —me responde—. ¿Quieres intentar? Tendrás todo mi apoyo para obtener alguna in
Samuel se ve arrepentido y yo le doy media sonrisa y le sobo el brazo.—Acepto tus disculpas —le sonrío.—Eres tan buena —me mira con alegría—. Por eso eres tan deseable, él te presumía demasiado.Me sorprendo, pues es primera que escucho que él hablaba bien de mí.—La familia de Alejandro me odia porque él hablaba mal de mi, pero con sus socios decías maravillas, ¿Entonces por qué tus empleados me ven como si fuera mala? —Tal vez porque saben cuánto he fastidiado a Alejandro diciéndole que tú me gustas —se ríe—. Y al empezar a trabajar para mí, creen que tengo favoritismo y no pueden culparme por ello —me guiña el ojo y me incómodo—. Tranquila, solo coqueteo por bromear, pero si quiere no bromeo.No puedo evitar sentir un pequeño calor por mi cuerpo, me siento nerviosa.—Relájese, no pasará nada entre nosotros, a menos que usted quiera, como le dije, lo primordial para mi es recuperar la parte de mi abuelo. Y si no llega a tener un plan haciendo que nos aferremos al mío, ¿Qué tendrí
Todos los días me pregunta si puede jugar con Alejandro y siempre le respondo que está muy chiquito para eso, aún así le gusta hablar con él o enseñarle sus juguetes.—Claro que puedes jugar con él —respondo está vez—. Pero recuerda que él está chiquito, por lo que él será un espectador.—No hay problema —sonríe—. Siempre quise un hermanito —repite.—Vale, entretenlo mientras hago el desayuno —le hago saber.Pero claro que no iba a dejar a un niño a cargo de mi hijo, pero no sé lo iba a hacer saber, puede que necesite sentirse con una responsabilidad, quiero que sienta que le tengo confianza, sin embargo, sé que es pequeño y no puedo dársela del todo.—Como diga —me responde con respeto.—¿Y que haces despierto a esta hora un sábado? —le pregunto para sacar tema de conversación.—Lo sé, debería estar descansando porque no hay escuela, pero supongo que es la costumbre —se encoge de hombros—. Mamá si descansa hasta tarde y como estamos solos, me gusta hacerle el desayuno.—¿En serio? ¿Y
No quería verlo porque sabía que no sería fuerte, sobre todo si voy a planear de quitarle todo a su familia, ya lo he decidido. Me giro sobre mis talones y lo veo, sin expresión alguna, ya no quiero que me tomen por tonta, a la que pueden pisar fácilmente.—¿Si? —arqueo una ceja.—¿Qué haces aquí? ¿Cómo estás? —se ve preocupado y me parece tierno, sin embargo, no pienso demostrar que me encanta…—Bien, encontré trabajo —minimizo.—Que bueno, ¿Y como está mi sobrino? ¿Dónde te estás quedando? —¿Para que quieres saber? ¿Para así llevártelo más rápido? —bufo enojada recordando cuando me enteré.Él se sorprende de lo que digo y luego frunce el celo, me toma de la muñeca y a la fuerza me lleva hacia adentro de la casa, quería que me soltara, pero tampoco quería hacer un escándalo, miro rápidamente detrás de mí para ver a Samuel y aunque volvimos a conectar miradas, su conversación es más importante que yo.César me hace entrar a un baño y luego entra él, colocándose delante de la puerta y
Me siento mal ahora, me deje llevar por el deseo y traicioné a mi género, mierda, soy una mala persona.—Tienes razón, y aún así terminaré con ella. —me asegura César.—Por darte sexo oral no puedes decir eso —digo, severa.—No te quiero para sexo Isabel, tal vez sea rápido, pero me tomo las cosas muy en serio y lo cierto es que te imagino conmigo para siempre, puedo casarme contigo ahora mismo.Sus palabras hacen que mi corazón se acelere, este quiere salir para darle un beso, sin embargo, mi mente dice que no, por lo que me lleno de inseguridad y debate.—César, yo… —me interrumpe.—¿Cómo te enteraste de que mi padre te quería quitar al bebé? —me pregunta y se acomoda la ropa.—Hannah me dijo que él se los ofreció y que tú aceptaste —le dije sinceramente.—¿Y por qué no me reclamaste en su momento? Tenías que decirme y podíamos solucionarlo, no tenías que irte —me dice molesto.—Pues no quería que te enojaras con ella, además estabas conmigo, ¿Por qué no me dijiste lo que estaba suc
Samuel se queda callado y sus ojos pasean por las partes de mi rostro.—Lo haremos por escrito para que tengas la obligación de hacerlo, o si no, trabajaré solo y verás como tú hijo crece sin nada —me amenaza—. Ahora acompáñame porque trabajas para mí.Yo asiento y él camina de primero para luego seguirlo, salimos de la casa y nos hallamos en el patio, él me presenta con unos cuantos socios para relacionarme con ellos, aunque ya conocía a la mayoría. Uno de sus socios queda hablando con Samuel y yo solo escucho, pero mi atención se la lleva César, quién me ve con intensidad y yo tengo ganas de devorarlo ahora mismo.Samuel toma mi cintura y me hala hacia él para estar más cerca, lo veo de reojo y me ve con severidad. Vuelvo a ver a César y se nota su enojo desde lejos, tanto que deja con la palabra en la boca a la persona con quién hablaba o mejor dicho escuchaba y se aproxima hacia nosotros.—¿Crees que él sea como Alejandro? —me susurra antes de que llegue César.—Samuel Barrios —Cé