Marco se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y se estremeció al escuchar las arcadas de Lía en el cuarto de baño. No la estaba pasando nada bien y sabía, por lo que leyó la noche anterior que algunos síntomas iban hasta el final del primer trimestre. Con un suspiro de resignación, se alejó de la puerta y volvió a la cocina.Mientras tanto, Lía se limpió la boca y se levantó para ir al lavamanos. Se enjuagó la boca y se lavó el rostro. Su intención era quedarse en la cama todo el tiempo posible, pero su amanecer fue distinto y otro viaje al cuarto de baño la abrumó.Ella recargó la cabeza a la pared y respiró varias veces para controlarse. Sentía que la garganta le ardía por el esfuerzo y el pecho le subía y bajaba con agitación. Lía tomó el cepillo de dientes y se cepilló hasta que el sabor de menta fuera todo lo que quedara en su boca. Tomó la toalla y se dio una ducha. Cuando salió de la habitación, el reloj marcaba apenas las ocho de la mañana.—Buenos días —saludó Marco de
Salvatore estaba parado frente al ventanal, tenía las manos dentro de sus bolsillos y miraba a un punto fijo en la nada mientras escuchaba a su madre.—¿Pensaste que no íbamos a enterarnos de lo que sucedió la noche de la exposición? —preguntó Victoria a unos pasos de distancia de su hijo.Salvatore permaneció callado.—¿En qué estabas pensando para pelearte con Marco? —le interrogó Victoria. El silencio de Salvatore estaba a punto de hacerle perder la cabeza—. Te estoy haciendo una pregunta, Salvatore o ¿prefieres que vaya y le pregunte a él? —espetó, tratando de controlar su enojo.Salvatore se giró lo suficiente para verla.—¿Qué es lo que quieres saber, mamá? ¿Qué esperas que te diga?—La verdad. Desde hace tiempo has estado actuando raro, exactamente desde que Paula perdió al bebé —le señaló—. ¿Qué es lo que le hiciste a Lía?Salvatore sintió un nudo apretarse en su garganta. ¿Tendría el valor para admitir su crimen? ¿Entendería su madre que en un arranque de ira y de deseo de ve
Isabelle se quedó sin palabras al escuchar la noticia. Un bebé podía complicar la situación para Lía, sin tener en cuenta de que sería un recordatorio constante de la agresión sufrida. No podía siquiera imaginarse lo difícil que estaba siendo para ella la situación.—Lía…—Quiero proteger a mi bebé, Isabelle, mas no sé qué decisión es la correcta. Nuestras familias se verán afectadas de una u otra manera y no quiero cargar con más culpas sobre mis hombros —dijo.Isabelle sintió un poco de alivio al escuchar que Lía quería al bebé, sería terrible si no lo hiciera, pero comprensible. —Es una situación muy difícil, Lía, pero sea cual sea la decisión que tomes, quiero que sepas que tendrás mi apoyo incondicional. Cuentas con Leandro y conmigo, que eso no se te olvide.Lía asintió.—Gracias, Isabelle. Me estaba asfixiando con todo esto. Si no fuera por Marco ni siquiera sé si estaría aquí.—¿Marco lo sabe?—Sí, me ha propuesto matrimonio. Sé que lo hace con la intención de protegerme y d
Lía abrió los ojos con sorpresa. Cada día que pasó sin tener noticias de Gustavo fue perdiendo la esperanza de poder demostrar su inocencia no para quedar bien ante Salvatore, lo que él pensara de ella ya no le importaba ni le interesaba, pero si para limpiar su nombre, para qué jamás volviera a señalarla con el dedo y tener un pretexto para “castigarla”.—¿Lo consiguió? —preguntó cuando encontró su voz, saliendo de su sorpresa.—Sí. Y, apenas me lo ha entregado he venido a buscarte. Entiendo que no quieras verme, Lía; sin embargo, no pude esperar. Lo siento.Lía se mordió el labio. Sentía culpa por alejarse de esa manera tan abrupta, pero lo había necesitado para entender un poco más de lo que estaba experimentando con respecto a Marco. No le era indiferente y eso la tomó por sorpresa.—Pasa, Marco —le pidió, haciéndose a un lado.Él no sabía si era buena idea, no obstante, no quiso desaprovechar esos minutos que Lía le estaba regalando.—¿Cómo has estado? —preguntó, sentándose en el
Paula entró del brazo de Salvatore al salón de fiestas. Su mirada era arrogante y triunfadora. Lo había conseguido, se había convertido en un miembro de la familia Rinaldi, pese al disgusto que eso le provocaba a su suegra.La mirada que Paula le dedicó a Victoria estaba llena de soberbia, quería gritarle que le había ganado. Que se quedó con su hijo y más pronto que tarde iba a hacer lo mismo con su fortuna…—No la soporto —murmuró Victoria, viéndola pavonearse como si fuera una reina.—Es la esposa de nuestro hijo.—Y espero que no tenga que arrepentirse de su elección. De entre todas las mujeres, tuvo que elegir a la peor —espetó, apartando la mirada de la pareja.—Tratamos de hacerle ver su error y solo conseguimos alejarlo más de nosotros —respondió Salvatore padre.—Ni siquiera se ha dejado ayudar, nuestro hijo no está bien —se quejó volviendo la atención a la pareja.Victoria cerró los ojos brevemente, sentía que su mundo estaba a punto de colapsar. Había guardado hasta el últi
Salvatore no opuso resistencia, se giró con la intención de ver a Lía una vez más, pero su familia había hecho un muro impenetrable para protegerla. El dolor laceró su ya destruido corazón. La verdad revelada lo había despertado de golpe a la realidad y era muy tarde para el arrepentimiento. Nada de lo que dijera iba a cambiar lo que hizo y el daño que le causó a Lía. Siempre se dejó llevar por ese sentimiento descontrolado que ella le provocaba, con su rebeldía, con su espíritu libre y justiciero. La realidad es que nunca supo aceptar que ella no lo necesitaba.Salvatore se sumergió en sus pensamientos, ni siquiera fue consciente del momento que dejaron el salón, ni de los gritos que Paula daba desesperada llamando su atención. Él simplemente se cerró y se sumergió por completo en sus recuerdos.Él sabía exactamente el momento en que todo comenzó. En los recuerdos de su infancia, no hubo maltratos. En su casa y desde que tuvo uso de razón, vio a sus padres felices, amándose tod
Lía sintió un nudo subirle a la garganta y las náuseas se hicieron más fuertes. Tuvo que obligarse a respirar varias veces para controlarlas, cosa que parecía imposible de conseguir.—¿Irte? —preguntó con voz ahogada.—Alguien tiene que hacerse cargo de la constructora. Leandro e Isabelle van a quedarse unos días y por mucho que deseo estar a tu lado, también tengo que darte tu tiempo y tu espacio.Lía le tomó la mano, se lamió los labios y respiró.—Marco.—No quiero que te sientas presionada.—Jamás me he sentido así, Marco. Las circunstancias en las que me encuentro hacen que todo sea difícil. Las dos semanas que estuve lejos de ti me bastaron para saber que eres una pieza importante en mi vida. Un engranaje sin el que no puedo funcionar —le dijo, apretando su mano.Marco miró la mano y luego miró a los ojos de Lía, ¿le estaba diciendo que era importante para ella o había entendido mal?—Ahora mismo no tengo mucho que ofrecerte, Marco, y… —Él la calló colocando un dedo sobre sus la
El silencio que la rodeaba no era lo último que ella recordaba antes de desmayarse. Recordaba que Isabelle había gritado, pero de allí, todo su mundo se sumergió en una oscuridad apabullante que la envolvió y arrastró hasta sus profundidades.Lía abrió los ojos y parpadeó varias veces para acostumbrarse a la luz de la habitación, no tuvo que ver el lugar para saber que estaba en el hospital. Su mano fue instintivamente a su vientre, respiró tranquila cuando sintió la curva y la acarició. Su hijo estaba bien.—Has despertado —susurró una voz que ella conocía muy bien.Lía giró el rostro para encontrarse con el rostro sereno de Marco, entonces no se había dado cuenta que una de sus manos estaba atrapada entre las suyas.—Marco…—¿Cómo te sientes? —le preguntó en tono bajo.—Me he desmayado y yo que pensaba que había superado con éxito el primer trimestre —bromeó, pero sentía un nudo en la garganta que estaba cortándole la respiración poco a poco—. ¿Qué ha dicho el médico? —preguntó, vie