Isabelle empujó la puerta tratando de no hacer ruido y caminó lenta y silenciosamente al interior de la habitación, el corazón le zumbó al fijarse en la figura de Leandro. Él dormía con Alessandro sobre su pecho.Ella no había esperado encontrarse con una escena tan… tierna y menos sentirse emocionada. Isabelle no era de hierro y no pudo evitar sentirse conmovida al ver cómo los dedos de su hijo se cerraban sobre la camisa de Leandro, como si temiese que él lo dejara. Su corazón se estremeció y luchó para no echarse a llorar y despertarlos.Leandro se veía sereno, como pocas veces pudo verlo. No es que se quedara hasta tarde solo para verlo dormir, pero en el último mes que estuvieron juntos, solía levantarse por las noches para usar el baño. Era en esos momentos robados al tiempo que podía apreciar su belleza, en más de una ocasión se atrevió a acariciar su rostro, sintiendo la suavidad de su piel bajo la yema de sus dedos.Isabelle se mordió el labio e hizo acopio de toda su fuerza
Leandro sabía que su atrevimiento podía tener consecuencias catastróficas para su relación con Isabelle, pero no pudo contenerse. Recordar los eventos del pasado, solo hicieron que su deseo por abrazarla y besarla se intensificara. Quería sentir los húmedos labios de Isabelle una vez más.El corazón de Isabelle martilló dentro de su pecho, se sintió mareada y sobrepasada por las emociones y revelaciones de esa noche. Empujó a Leandro y salió corriendo de la cocina, agradeció estar descalza para no hacer ningún ruido y despertar a los demás. Abrió y cerró la puerta, recargándose contra la madera. Sentía que las piernas le iban a fallar de un momento a otro, mientras sentía culpa al darse cuenta de que Leandro no fue el único que falló en la relación. No hablar sobre Juan Carlos fue el detonante de todo. Eso no hacía menos culpable a Leandro, pero casi los dejaba en igualdad de condiciones.«Mientras yo discutía con ellos por ti, volviste a irte con él.»Gruesas lágrimas cayeron por su
Luis dio dos pasos hacia atrás, su pierna chocó contra el sillón impidiéndole escapar.—Tranquilo, hombre, solo estaba haciendo una observación. No se puede negar la belleza de tu mujer —dijo con prisa.Leandro lo miró con ojos asesinos y Luis entendió rápidamente que si continuaba hablando metería la pata hasta el fondo, así que levantó su mano libre en señal de rendición.—Olvida lo que dije, hermano. De verdad, no ha sido mi intención ofenderte ni ofender a la madre de tu hijo —habló con premura.Leandro no tenía ánimo para continuar con la conversación, caminó hasta la mesa donde dejó la taza de café y salió de la habitación. Necesitaba pensar, despejar la mente y prepararse para lo que pudiera venir…Mientras tanto, Isabelle no pudo dejar de pensar en las palabras de Leandro, tampoco en los recuerdos que empezaron a golpearla cada vez con más fuerza. El resto del domingo fue terrible para ella y aunque trató de distraerse jugando con Alessandro, le fue imposible apartar de su cab
Todas las terminaciones nerviosas de Isabelle cobraron vida al sentir la húmeda boca de Leandro sobre la suya. Su corazón cambió su ritmo cardiaco, su pulso vibraba a un lado de su cuello y por un momento no supo qué hacer. Estaba sucediendo de nuevo, ¡Leandro la estaba besando otra vez!Leandro se preparó para el rechazo y quizá hasta para ser golpeado cuando sintió las manos de Isabelle sobre su pecho, pero jamás para ser correspondido. Cuando Isabelle abrió los labios y le dio completo acceso a su boca, fue el paraíso para él.Isabelle enredó los dedos en los cortos cabellos de Leandro y presionó un poco hacia ella para profundizar el beso, no entendía su propio comportamiento y se negó a escuchar la vocecita en su cabeza que la llamaba a recuperar la razón.Leandro abrazó el cuerpo de Isabelle, la estrechó por la cintura y sin liberar sus labios la levantó y colocó sobre la fina y larga mesa, colocándose entre sus piernas. Haciendo que sus sexos se encontraran. Ella movió las cade
«Voy a conquistarte.»Isabelle miró a Leandro, sentado sobre la alfombra mientras jugaba con Alessandro. Se mordió el labio al darse cuenta de lo mucho que disfrutaba de verlos juntos, compartiendo como padre e hijo. Sobre todo, de lo feliz que Alessandro se mostraba cada vez que estaba con él.En algún momento, llegó a pensar que Alessandro iba a sentir rechazo por su padre, pero se alegraba de que no fuera el caso.—¿Es en serio? —preguntó Milena, parándose a su lado.—¿De qué hablas?—De él —dijo, señalando en dirección de Leandro—. Pensé que solo vería a Alessandro los fines de semana. La impresión que tuve cuando viajamos a la ciudad era que no querías verlo, ni que te viera —comentó la muchacha.—Han pasado algunas cosas desde entonces, Milena —respondió ella con un ligero suspiro.—Supongo que cosas buenas —meditó la joven.Isabelle asintió.—Hemos aclarado algunas cosas del pasado que de alguna manera me han ayudado a entender donde fallamos como pareja.—Todos nos equivocamos
Isabelle cerró la puerta y se recargó contra la madera, el corazón le zumbaba tanto que, pensó que se le saldría del pecho. Sus manos estaban sudando y la boca se le había secado. ¿En qué diablos estaba pensando para robarle un beso a Leandro? ¡Él estaba dormido! Pero verlo así, tan calmado y sereno durmiendo con su hijo, era demasiado para su corazón.—¿Isabelle? Ella miró a Carolina acercándose por el pasillo, se sonrojó ligeramente como si la joven pudiera adivinar lo que había hecho dentro de la habitación.—Pensé que estabas dormida —musitó, bajando la mirada para encontrar la camisa de Leandro en las manos de Carolina. Una punzada de celos le atravesó el corazón.—Oh, no, me dispuse a limpiar la sala. Pero antes, el señor Leandro me había pedido que le lavara la camisa. Me ocupé y me olvidé de que la dejé en la secadora.Isabelle se preguntó porque Leandro se había quitado la camisa. ¿Qué era lo que estaba haciendo para necesitar lavarla?—Estaba cambiando a Alessandro y parece
Leandro detuvo sus pasos al sentir la distancia que Isabelle estaba dejando entre los dos. Por un momento temió que se arrepintiera de venir con él, pero recordó que era mejor no hacer conclusiones precipitadas. En el pasado ese fue su gran error.—¿Por qué te quedas atrás? —le preguntó, estaban frente a la puerta de la casa de sus tíos.—Bueno, me siento un poco nerviosa. No sé cuánto sepan nuestros tíos sobre lo que sucedió entre nosotros.Leandro se acercó a ella, le tomó la mano y enredó sus dedos. Era un acto simple, pero que causó una sensación agradable a los dos.Isabelle miró sus dedos entrelazados con los de Leandro y luego levantó el rostro para perderse unos pocos segundos en sus ojos.—Es probable que estén al tanto de todo lo que pasó, Isa —musitó—. De todas maneras, ¿no estamos dejando el pasado atrás? —le cuestionó con suavidad.Isabelle se mordió el labio con fuerza, era verdad, si querían empezar algo, tenían que dejar el pasado atrás.—Vamos, Isa —la animó con una l
«“¿Romance entre los nuevos herederos?”»Leandro leyó el titular dos veces más, superó la amargura que le subió por la garganta y le provocó una opresión fuerte en el pecho. Él se concentró en la foto. Si fuera el hombre inmaduro e inseguro del pasado, se habría tragado y atorado con ese tipo de titular, pero podía ver claramente la distancia que había entre ellos y no, no hablaba de la distancia corporal, sino de esa barrera que había en sus miradas. Había respeto, cariño, pero no amor…Los suaves pasos de Isabelle le hicieron cerrar la revista y dejarla en el mismo lugar de donde la tomó, se acomodó en el sillón y la vio aparecer por las escaleras.—Lamento la demora, pero escuché a Alessandro balbucear —le explicó.—¿Se despertó? —cuestionó él, viéndola con atención. Fijándose en cada curva que el vestido abrazaba y del cual sí se sentía celoso.—No, pero creo que estaba soñando —dijo, dejando una pequeña caja delante de él—. Esto es para ti —añadió.Leandro enarcó una ceja.—¿Para