«Hasta que te dignas a aparecer.»—Papá… —dijo, girándose para ver a Angelo O’Connor dominar el espacio de su sala y no se veía nada feliz.Melanie tragó el nudo que se le formó en la garganta y sonrió para tratar de calmar a la fiera delante de ella.—Papito —repitió al ver que él no le devolvía la sonrisa.Estaba en problemas, en grandísimos problemas…—¿Se puede saber dónde has estado? —preguntó Angelo con seriedad, levantándose del sillón.Melanie lo miró y luego miró a su alrededor tratando de adivinar si su madre estaba en casa.—Yo…, bueno… estuve fuera —respondió.—Es lo que veo.—Papá…—¿Tienes idea de lo preocupado que he estado desde que recibí la llamada de Grayson?—¿Grayson?—Sí, dijo que habías sido atacada en la salida del Inframundo y que no podía dar contigo —señaló furioso.—¿Grayson te dijo todo eso?—¡Melanie!Ella se encogió ante el grito de su padre.—Sí, es verdad que fui atacada por Ezra, pero estoy bien, papá. No me pasó nada.—¡Pudo pasarte y mucho, Melanie!
«Sí, yo estoy… saliendo con él.»¿De todas las cosas que podía responder, tenía que decir precisamente aquellas palabras? ¿Cómo había sido tan descuidada? Ella y Luciano no tenían una relación o, más bien, su relación no tenía una etiqueta porque ella misma lo había sugerido así.Melanie se dejó caer sobre la cama, estaba en su antigua habitación, en casa de sus padres.—¡Aah! —gimió con frustración.Su padre se había enojado tanto, se puso rojo como un tomate y ella temió que fuera a darle un infarto allí mismo. Fue por esa razón que su madre la había enviado a su habitación mientras trataba de controlar a Angelo.Le preocupaba la salud de su padre, pero también le preocupaba la situación en la que Luciano podía verse envuelto si Ezra Kelly se le ocurría demandarlo. Tenía que convencer a su padre de no demandar al idiota de Ezra. Lo peor era que no era negociable, conocía muy bien a su padre. Angelo O’Connor era el diablo cuando se trataba de su familia y estaba bien, era genial; sin
Melanie caminaba con pasos sigilosos por el largo pasillo de la casa. Cada crujido del piso bajo sus pies la hacía contener el aliento, temiendo que sus padres la descubrieran en su escapada. Tenía una misión, una misión que no podía posponer: llegar a las escaleras sin ser vista, salir de casa y encontrarse con Luciano. La incertidumbre de saber si había recibido o no su nota la tenía al borde de la desesperación. Escapar a esta hora, sin permiso, era provocar la furia del Diablo.Melanie estaba consciente de todos los riesgos. Sabía que, si sus padres la sorprendían, el castigo sería severo. Pero más le preocupaba que Luciano pensara que todo esto era un juego para ella, una aventura sin sentido. No lo era. Desde la primera vez que se había mirado en esos ojos oscuros y profundos, había quedado atrapada y a su merced. Sentía que su vida había cambiado en ese instante, como si hubiera encontrado algo que había estado buscando sin siquiera saberlo.Al llegar al pie de las escaleras,
África miró la hora en su reloj, llevaba esperando a Jr., más de tres horas. Ni siquiera había tenido un mensaje para justificar su retraso. No, Angelo O’Connor Black, no le debía ninguna explicación, su relación era falsa, pero eran amigos y lo conocía bastante bien como para saber que le llamaría en caso de no poder asistir a su cita de esa noche.Por lo que, el pensamiento de que algo le había ocurrido se acrecentó en su pecho. Tal vez, el enfrentamiento con Caleb le hizo desistir de continuar con su falsa relación. Eran tantas posibilidades y ninguna certeza que empezó a sentir cómo el pulso se le aceleraba.África tomó su móvil y lo llamó, no podía continuar con la maldita incertidumbre que le oprimía el pecho y le robaba la respiración; sin embargo, por más que llamó, no consiguió comunicarse con Jr.Ella sopesó la posibilidad de llamar a Melanie, tal vez ella supiera dónde se había metido su hermano, pero recordó que su mejor amiga estaba metida en un lío más grande con el asun
África miró a Jr. con ojos llenos de preocupación. Volvió su atención a la imagen en el teléfono y parpadeó varias veces como si no pudiera creer lo que veía. ¿Cómo? ¿Cuándo había pasado todo eso sin que ella lo notara? ¿En qué momento Connor y Yelena habían pasado de ser amigos a algo más íntimo? Por mucho que quisiera negarse a creerlo, las imágenes no mentían. Ellos se veían felices…—Angelo… —murmuró, sus ojos mostraban confusión y tristeza. Ella no podía procesar completamente aquella realidad. Le dolía, porque conocía el interés sentimental de Jr. por Yelena Katsaro.Le dolía, porque conocía el sentimiento del amor no correspondido…—Angelo… —susurró, creyendo que él no la había escuchado la primera vez.Jr. negó. Su rostro sufrió un cambio abrupto, como si la máscara con la que entró a su apartamento y enfrentó a Caleb se quebrara y en su lugar dejara una amarga resignación.—No digas nada, África —dijo. Las palabras que salieron de su boca eran el reflejo de la realidad que f
Luciano admiró la belleza de Melanie, ella dormía serena entre sus brazos. Ajena al cúmulo de emociones y sentimientos que experimentaba, ajena a la batalla campal que se liberaba entre su conciencia y su corazón.Hace apenas unas horas estaba muy dispuesto a contarle su verdad. A decirle quién era en realidad, pero ahora… ¿Por qué era tan difícil? Sencillo. Nunca esperó tener que confesarle a alguien su pasado.Cuando dejó Guatemala y decidió empezar de nuevo, no estaba pensando en el amor, creyó que no volvería a experimentar esa emoción de nuevo. Su intención era vivir y dejar vivir.Pero… Melanie lo cambió todo.Esa noche, cuando subió a su auto y confió en él para protegerla, esa misma noche quedó a su merced sin darse cuenta.No se consideraba un hombre digno de amor, pero lo que sentía por Melanie crecía a pasos agigantados y sin pedir permiso. Sin medir lo bueno o lo malo que era permitirse soñar. Quería ser valiente y renunciar a lo que sentía, como ya lo había hecho en el pa
Caleb observaba la imponente ciudad de Nueva York desde su piso, ubicado en uno de los edificios más altos de la ciudad, pero sus pensamientos no estaban allí. Había pasado tres semanas desde la última vez que buscó a África, tres semanas en las que trató de no pensar más en ella. Tres semanas en las que trató de convencerse de que su separación había sido lo mejor, pero… al final del día, siempre terminaba pensando en ella.África…Se había comportado como un verdadero imbécil con ella. Fue un cobarde al no reconocer el amor que sentía por África, se asustó tanto que terminó huyendo de su lado, lastimándola y ahora… Ahora África era de su hermano.—Has estado muy distraído en los últimos días, Caleb, ¿hay algo que pueda hacer por ti?Caleb cerró los ojos al escuchar la voz de Galilea y no pudo evitar tensarse al sentir sus manos alrededor de su cintura.—Si algo te preocupa, quiero que confíes en mí —pidió Galilea, besando su espalda desnuda.Caleb tragó el nudo que le subió a la gar
Luciano comprendió que este era el momento para hablar. Sin importar las consecuencias, tenía que ser sincero, no solo con Melanie, sino también con sus padres. Era un hombre marcado por su pasado, y no importaba qué tan lejos corriera, al final, siempre iba a ser alcanzado y devorado.¿Qué sentido tenía entonces de continuar callando? Ninguno. Claro que pensarlo, saberlo y decirlo eran tres cosas totalmente distintas.—Señor O’Connor —dijo, sintiendo que la garganta se le secaba. No sabía por dónde empezar. ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo iba a confesar su crimen sin sentir que iba a perder a Melanie en el acto?—Basta, papá, creo que ya es suficiente con las preguntas —intervino Melanie con tono firme—. No traje a Luciano para que lo acribillaras de esa manera. ¿Creí que lo entendías?Angelo la miró con seriedad.—Lo siento, cariño, pero tienes que entender que, como padre, es mi deber asegurarme de que estás con alguien confiable. Eres mi única hija, Melanie, y no quiero sentir jamás el