Luciano admiró la belleza de Melanie, ella dormía serena entre sus brazos. Ajena al cúmulo de emociones y sentimientos que experimentaba, ajena a la batalla campal que se liberaba entre su conciencia y su corazón.Hace apenas unas horas estaba muy dispuesto a contarle su verdad. A decirle quién era en realidad, pero ahora… ¿Por qué era tan difícil? Sencillo. Nunca esperó tener que confesarle a alguien su pasado.Cuando dejó Guatemala y decidió empezar de nuevo, no estaba pensando en el amor, creyó que no volvería a experimentar esa emoción de nuevo. Su intención era vivir y dejar vivir.Pero… Melanie lo cambió todo.Esa noche, cuando subió a su auto y confió en él para protegerla, esa misma noche quedó a su merced sin darse cuenta.No se consideraba un hombre digno de amor, pero lo que sentía por Melanie crecía a pasos agigantados y sin pedir permiso. Sin medir lo bueno o lo malo que era permitirse soñar. Quería ser valiente y renunciar a lo que sentía, como ya lo había hecho en el pa
Caleb observaba la imponente ciudad de Nueva York desde su piso, ubicado en uno de los edificios más altos de la ciudad, pero sus pensamientos no estaban allí. Había pasado tres semanas desde la última vez que buscó a África, tres semanas en las que trató de no pensar más en ella. Tres semanas en las que trató de convencerse de que su separación había sido lo mejor, pero… al final del día, siempre terminaba pensando en ella.África…Se había comportado como un verdadero imbécil con ella. Fue un cobarde al no reconocer el amor que sentía por África, se asustó tanto que terminó huyendo de su lado, lastimándola y ahora… Ahora África era de su hermano.—Has estado muy distraído en los últimos días, Caleb, ¿hay algo que pueda hacer por ti?Caleb cerró los ojos al escuchar la voz de Galilea y no pudo evitar tensarse al sentir sus manos alrededor de su cintura.—Si algo te preocupa, quiero que confíes en mí —pidió Galilea, besando su espalda desnuda.Caleb tragó el nudo que le subió a la gar
Luciano comprendió que este era el momento para hablar. Sin importar las consecuencias, tenía que ser sincero, no solo con Melanie, sino también con sus padres. Era un hombre marcado por su pasado, y no importaba qué tan lejos corriera, al final, siempre iba a ser alcanzado y devorado.¿Qué sentido tenía entonces de continuar callando? Ninguno. Claro que pensarlo, saberlo y decirlo eran tres cosas totalmente distintas.—Señor O’Connor —dijo, sintiendo que la garganta se le secaba. No sabía por dónde empezar. ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo iba a confesar su crimen sin sentir que iba a perder a Melanie en el acto?—Basta, papá, creo que ya es suficiente con las preguntas —intervino Melanie con tono firme—. No traje a Luciano para que lo acribillaras de esa manera. ¿Creí que lo entendías?Angelo la miró con seriedad.—Lo siento, cariño, pero tienes que entender que, como padre, es mi deber asegurarme de que estás con alguien confiable. Eres mi única hija, Melanie, y no quiero sentir jamás el
«Me he enamorado de ti. Te amo, Melanie»Ella estaba sorprendida con la confesión, tanto que no creía haber escuchado bien. ¿Era real o solo estaba soñando?—Repite eso que acabas de decir —pidió Melanie, sus ojos se llenaron de lágrimas.—Dije que me he enamorado de ti. Te amo.—¡Aah! ¡Yo también te amo, Luciano! —gritó ella. Su voz estaba cargada de emoción. Sentía que su corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho, y supo que, en ese momento, todo había cambiado para ellos y para siempre.Luciano la sostuvo con más firmeza, como si temiera que en cualquier momento Melanie podría desaparecer. Su rostro se relajó en una sonrisa cálida, una sonrisa que Melanie pocas veces había visto, una que le hizo sentir que, por fin, Luciano había dejado atrás todos sus miedos y dudas.—Gracias por amarme, Melanie. Te prometo que me esforzaré cada día para ser un hombre digno de ti y de tu amor —respondió con voz temblorosa. Melanie notó la vulnerabilidad en sus palabras, Lucian
El avión aterrizó en el aeropuerto de Filadelfia a las ocho y treinta de la mañana del día sábado. Melanie, estaba emocionada por conocer a la tía de Luciano, Virginia. Desde el momento en que Luciano le extendió la invitación, ella no había dudado ni por un segundo en aceptarla. Nada le haría más feliz que conocer a parientes cercanos del hombre que amaba. Estaba ansiosa por explorar esta nueva faceta en su relación.Cabe mencionar que antes de partir de Nueva York. Luciano le había puesto al tanto de la vida de su tía Virginia para que no la tomara por sorpresa el hecho de que tenía una esposa. Sin embargo, la orientación sexual de Virginia no era un problema para ella. Melanie respetaba a cada persona y la valoraba por su esencia. Jamás juzgaría a nadie, porque no quería que alguien la juzgara a ella y menos sin conocerla.—Ver a mi tía Virginia es casi lo mismo que ver a mi madre —comentó Luciano, cuando ya se dirigían a casa de Virginia.—¿Se parecen mucho? —preguntó Melanie. Ella
«Caleb.»África se mostró sorprendida mientras Caleb la observaba con detenimiento. Tenía el pelo mojado, envuelto en una toalla, una bata de baño y los pies descalzos. Él tragó saliva al comprender por qué se habían demorado tanto en abrir la puerta. Los había interrumpido. Seguramente África y Jr. estaban haciendo el amor.El dolor que atravesó su corazón casi le hizo caer de rodillas, tuvo que hacer un esfuerzo titánico para controlarse y no lanzarse sobre África para reclamarle. No tenía derecho a nada, él mismo la empujó a los brazos de su hermano con su falta de valentía para reconocer sus sentimientos hacia ella.Claro que eso no hacía que el dolor fuera menos, sentía que su corazón se partía en dos y que el aire le faltaba.—¿Quién es? —preguntó Jr. detrás de África. Verlo en el mismo estado que la joven fue un nuevo golpe para Caleb.—¿Caleb? —Jr. se apresuró a la puerta—. ¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido.Caleb se recompuso tanto como pudo e hizo aún lado los pedazos d
«Estoy dispuesto a pelear contigo y contra quien sea por recuperarla»Jr. sonrió internamente al escuchar las palabras de su hermano. Le complacía saber que su plan había tenido éxito y que ahora su hermano haría las cosas bien con África, aunque no se confiaba en lo más mínimo y reacio a ponerle las cosas fáciles, lo provocó un poco.Caleb necesitaba un poco de presión para espabilar y tomar en serio a África, era lo menos que ella merecía.—¿Insistes con lo mismo? —preguntó, caminando a su auto, sintiendo los pasos de Caleb ir detrás de él.—Hablo muy en serio, Jr. —respondió, colocando una mano en el hombro del muchacho para detenerlo.Angelo se giró para verse en los ojos verdes de su hermano, tan parecidos a su madre.—Te lo dije antes y te lo repito ahora, ¿en calidad de que quieres a África en tu vida?Caleb lo miró fijamente, sus orbes brillaron y Jr. supo que iba a hablarle con la verdad.—Lo quiero todo con ella —dijo—. Quiero gritarle al mundo lo idiota que he sido al no va
Melanie echó la cabeza atrás al sentirse estirada de una manera deliciosa y placentera, sus manos se aferraron a la fuerte espalda de Luciano, sus uñas dejaron un sendero de marcas sobre la dura piel, mientras sus piernas se apretaban alrededor de la cintura del hombre, haciendo las penetraciones más profundas, certeras y placenteras.Luciano apretó los dientes, cada movimiento se convirtió en un suplicio, las paredes íntimas de Melanie se cerraban sobre su pene como un guante hecho a medida. La fricción le enviaba pequeñas descargas de placer mientras el espacio se iba reduciendo más y más a su alrededor.—Melanie —jadeó en medio de un gruñido de placer.Luciano impulsó sus caderas, golpeando su punto g. Haciendo que ella se estremeciera ante el ramalazo de placer que le atravesó el cuerpo.—¡Luciano! —gritó Melanie, cuando un golpe certero la arrastró a su segundo orgasmo. Oleadas de placer se extendieron por cada centímetro de su piel. Los vellos de su nuca se erizaron y un hormigu