El avión aterrizó en el aeropuerto de Filadelfia a las ocho y treinta de la mañana del día sábado. Melanie, estaba emocionada por conocer a la tía de Luciano, Virginia. Desde el momento en que Luciano le extendió la invitación, ella no había dudado ni por un segundo en aceptarla. Nada le haría más feliz que conocer a parientes cercanos del hombre que amaba. Estaba ansiosa por explorar esta nueva faceta en su relación.Cabe mencionar que antes de partir de Nueva York. Luciano le había puesto al tanto de la vida de su tía Virginia para que no la tomara por sorpresa el hecho de que tenía una esposa. Sin embargo, la orientación sexual de Virginia no era un problema para ella. Melanie respetaba a cada persona y la valoraba por su esencia. Jamás juzgaría a nadie, porque no quería que alguien la juzgara a ella y menos sin conocerla.—Ver a mi tía Virginia es casi lo mismo que ver a mi madre —comentó Luciano, cuando ya se dirigían a casa de Virginia.—¿Se parecen mucho? —preguntó Melanie. Ella
«Caleb.»África se mostró sorprendida mientras Caleb la observaba con detenimiento. Tenía el pelo mojado, envuelto en una toalla, una bata de baño y los pies descalzos. Él tragó saliva al comprender por qué se habían demorado tanto en abrir la puerta. Los había interrumpido. Seguramente África y Jr. estaban haciendo el amor.El dolor que atravesó su corazón casi le hizo caer de rodillas, tuvo que hacer un esfuerzo titánico para controlarse y no lanzarse sobre África para reclamarle. No tenía derecho a nada, él mismo la empujó a los brazos de su hermano con su falta de valentía para reconocer sus sentimientos hacia ella.Claro que eso no hacía que el dolor fuera menos, sentía que su corazón se partía en dos y que el aire le faltaba.—¿Quién es? —preguntó Jr. detrás de África. Verlo en el mismo estado que la joven fue un nuevo golpe para Caleb.—¿Caleb? —Jr. se apresuró a la puerta—. ¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido.Caleb se recompuso tanto como pudo e hizo aún lado los pedazos d
«Estoy dispuesto a pelear contigo y contra quien sea por recuperarla»Jr. sonrió internamente al escuchar las palabras de su hermano. Le complacía saber que su plan había tenido éxito y que ahora su hermano haría las cosas bien con África, aunque no se confiaba en lo más mínimo y reacio a ponerle las cosas fáciles, lo provocó un poco.Caleb necesitaba un poco de presión para espabilar y tomar en serio a África, era lo menos que ella merecía.—¿Insistes con lo mismo? —preguntó, caminando a su auto, sintiendo los pasos de Caleb ir detrás de él.—Hablo muy en serio, Jr. —respondió, colocando una mano en el hombro del muchacho para detenerlo.Angelo se giró para verse en los ojos verdes de su hermano, tan parecidos a su madre.—Te lo dije antes y te lo repito ahora, ¿en calidad de que quieres a África en tu vida?Caleb lo miró fijamente, sus orbes brillaron y Jr. supo que iba a hablarle con la verdad.—Lo quiero todo con ella —dijo—. Quiero gritarle al mundo lo idiota que he sido al no va
Melanie echó la cabeza atrás al sentirse estirada de una manera deliciosa y placentera, sus manos se aferraron a la fuerte espalda de Luciano, sus uñas dejaron un sendero de marcas sobre la dura piel, mientras sus piernas se apretaban alrededor de la cintura del hombre, haciendo las penetraciones más profundas, certeras y placenteras.Luciano apretó los dientes, cada movimiento se convirtió en un suplicio, las paredes íntimas de Melanie se cerraban sobre su pene como un guante hecho a medida. La fricción le enviaba pequeñas descargas de placer mientras el espacio se iba reduciendo más y más a su alrededor.—Melanie —jadeó en medio de un gruñido de placer.Luciano impulsó sus caderas, golpeando su punto g. Haciendo que ella se estremeciera ante el ramalazo de placer que le atravesó el cuerpo.—¡Luciano! —gritó Melanie, cuando un golpe certero la arrastró a su segundo orgasmo. Oleadas de placer se extendieron por cada centímetro de su piel. Los vellos de su nuca se erizaron y un hormigu
«No lo esperes más, no vendrá… Luciano no volverá a verte jamás.»Melanie sonrió al escuchar a su padre y miró hacia la puerta esperando a que Luciano entrara con alguna sorpresa para ella. Seguramente, todo esto lo habían planeado entre los dos, ¿no?—Deja de bromear, papá —pidió Melanie luego de unos minutos de silencio y al ver que Luciano no aparecía.—No es ninguna broma, Melanie. No volverás a verte con Luciano Salvatore Rinaldi jamás —pronunció con la misma seriedad.Melanie dio un paso atrás y miró a sus padres sin comprender nada.—¿De qué estás hablando, papá? —preguntó—. Ver o no ver a Luciano no es algo que tú puedas decidir por mí —añadió, sintiendo que la opresión en su pecho se hacía más fuerte.—Luciano no es un hombre para ti, Melanie. No es el hombre que pueda cuidarte y protegerte.Melanie negó, se mordió el labio cuando este tembló al sentir que el llanto se derramaba de sus ojos.—Tú no puedes decidir quién es bueno o no, papá. Amo a Luciano y no voy a renunciar
Luciano se detuvo en la puerta y observó el lugar donde había sobrevivido los primeros meses, cuando llegó sin conocer a nadie. El apartamento, le había parecido un reflejo exacto de su alma: frío, vacío y sin vida. Al principio, no esperaba hacer amigos, ni siquiera pensó en establecer algún tipo de vínculo con las personas a su alrededor. Todo lo que buscaba era esconderse del mundo y de sus propios demonios.Sin embargo, desde que Melanie llamó a su puerta con el desayuno en mano, todo empezó a transformarse en su vida. Lo que antes era sombrío, se llenó de calidez, de alegría y de esperanza.Cada rincón de su apartamento tenía algo de Melanie, un recuerdo, una sonrisa, una travesura. La pequeña entró como un torbellino en su oscura vida y la iluminó con su brillante luz.Melanie era su ancla, su puerto seguro y ahora… Ahora tenía que renunciar a todo eso.Renunciar parecía estar convirtiéndose en su manera de vivir. Primero lo hizo con Asha y pensó que no había nada más difícil qu
«¿Melanie…?»El corazón de Melanie se aceleró al escucharlo, era un alivio saber que estaba bien y era un peso que se quitaba de encima. Su padre no le había hecho daño.—¡Luciano! —pronunció con emoción, su voz baja para que nadie la escuchara.“Mi pequeña, siento tanto todo esto”.—No es tu culpa, Luciano, sino mía —lo interrumpió—. Fui yo quien no te dejó continuar aquel día y la maldita llamada de Donovan arruinó la posibilidad de sincerarte —añadió.“No tenemos mucho tiempo, no quiero seguir ocasionándote problemas con tu padre, así que…”Melanie sintió que el cuerpo se le enfriaba, sus manos temblaron y el deseo de gritar arañó su garganta. Se negaba a terminar con Luciano, se negaba a aceptar que su relación no tuviese futuro, ella…“Me estoy quedando en The Ritz”Le escuchó decir y todos sus miedos desaparecieron por arte de magia, su corazón volvió a la vida y se llenó de renovadas energías y esperanzas.—Iré de inmediato.“¡No!”—¿Por qué?“No quiero que te precipites, Mel,
Luciano se vio sorprendido y con la guardia baja, pero tan pronto salió de su shock, tomó a Melanie de la cintura y la llevó al interior de la habitación, cerrando la puerta con el pie.—¡Mel!—Te he extrañado como una loca —musitó ella, aspirando el aroma de su loción, llenándose de él.—¡Oh, Dios! Mel, mi niña —musitó él, estrechándola más fuerte entre sus brazos, llenando sus pulmones de su aroma, sintiendo cómo la vida circulaba por sus venas de nuevo, haciendo que su corazón latiera con emoción.—Te amo, te amo —murmuró ella, besando su cuello con desespero.Luciano no pudo evitar que la emoción se transformara en lágrimas. Quería gritar hasta sentir que tenía desgarrada la garganta.—Dios, ¿cómo conseguiste venir? —le preguntó, sintiendo preocupación de que su pequeña diablilla se metiera en problemas.—Salí con uno de mis hermanos y me escapé —confesó.Luciano se tensó y la apartó de él, la miró fijamente a los ojos y se olvidó del regaño que estaba a punto de salir de su boca.