***************LOREY****************—Lorey...—¿Ah? —articulo al reaccionar, después de haberme quedado como una tonta, ante las palabras seductoras de Leonardo.—No sé qué te haya dicho tu sexi italiano, pero si sigues con esa cara, tus suegros se darán cuenta de que babeas por su sexi hijo.—Ah... ah sí... —carraspeo algo nerviosa— tienes razón.—Claro que sí. Siempre la tengo. Al menos, en estos casos —precisa divertida—. Toma, tus bolsas —agrega al entregarme las dos que me pertenecían y, de repente, vuelven a mí las palabras de Leo.Él... se había dado cuenta de las bolsas que traía cargadas Chiara y sí, había reconocido de qué se trataba y, para mi alivio, al parecer, a él sí le gustaba.(Sonrío como una boba).«Entonces, deberé proponérselo. Puedo proponérselo. A él... le gusta», me digo en mi mente; y vuelvo a sonreír.—¡Hey! ¡Lorey! Por dios. Disimula un poco tu cara de boba —me pide mi amiga, un tanto divertida; y yo sonrío.—Lo siento, lo siento, Chiara.—A mí no tienes qu
***************LOREY****************Termino de peinarme y ahora solo me faltaba vestirme.—Bien... llegó la hora —señalo al tomar el hermoso y sexi conjunto de lencería que había comprado para esta noche especial.Me lo coloco con cuidado, lo ajusto perfectamente a mi cuerpo, me coloco los accesorios que venía con este y, finalmente, voy hacia mi espejo y, por primera vez, en muchos años, pretendo verme en ropa interior y lo que lo hacía mucho más especial era que lo hacía en con una muy sexi y atrevida lencería.—Tranquila, Lorey. Es solo un espejo; además... —sonrío—, además eres linda —susurro al sonreír dulce, después de empezar a recordar la hermosa noche en la que Leonardo me paró frente a su espejo y comenzó a acariciar mi cuerpo de una manera que nadie JAMÁS lo había hecho—. Bien... —suspiro profundamente y me mira, logrando así... sonreír debido al satisfactorio resultado.La lencería se ajustaba perfectamente a mis curvas y... hacía resaltar cada uno de mis atributos como..
***************LEO****************—Ahora sí, bambinos, ya es hora de que vayan a acostarse...—Papà, pero son apenas las diez...—Lo sé, Franco, pero recuerden que ustedes viajan mañana. Deben ir a dormir más temprano.—No te preocupes, papà. Luciano y yo nos despertaremos temprano.—Y yo... —agrega Fabrizio, muy tímido; y todos lo vemos con mucho orgullo (no podemos disimular eso).Mi hijo, antes, no solía intervenir en nuestras conversaciones, así como tampoco solía conversar con alguien a quien apenas conocía... (como Lorey) y mucho menos solía abrazarlas y hablar de ellas. Siempre había sido muy... tímido y si podía evitar hablar, lo hacía (incluso con nosotros). Sin embargo, ahora había roto todo esquema, incluso se había animado a jugarle una broma a su abuelo.—Pues es bueno que se hagan cómplices, pero ya deben de ir a la cama bambinos.—Bueno, está bien —accede Luciano, pero hablaré con Larisa antes de eso.—Como quieras —respondo al sonreír—. ¿Ya son novios?—Nada —responde
*******************************************************LOREY****************—Veo la hora, en mi reloj, y me doy cuenta de que Leonardo ya lleva diez minutos de retraso—. ¿y si le ha pasado algo? —digo preocupada al levantarme de mi sofá y dirigirme a la pequeña mesa en la que estaba mi celular.Yo reviso mi móvil, en caso de que haya alguna llamada o mensaje y no, no había nada.—No, si hubiese pasado algo malo, ya me habría esterado. Dios... ¿entonces? —me pregunto algo ansiosa, al tiempo en que aquella sensación de haber sido dejada plantada, otra vez, se hacía presente y empezaba a envolver todo mi cuerpo—. No, no, no, no Lorey. Leo no es así. Si no viene, es por algo; estoy segura —sentencio muy seria— Tal vez, debería llamarle, auqnue... ¿si está con sus hijos? —me pregunto de pronto—, pero él me dijo que se acostaban 10 y 30 —me recuerdo—. No obstante, hay la posibilidad de que se hayan ido a dormir más tarde y él apenas y se esté alistando para venir acá, auqnue... Leonardo m
*******************************************************LOREY****************—¿Qué opinas de la canción? —le pregunto a Leo mientras estamos acostados en mi sofá, después de haber disfrutado la deliciosa cena que le preparé—. Please for give me... —susurro el tema de Bryan Adams.—Bueno... yo creo que es muy canadiense de tu parte haber puesto el tema —precisa divertido; y yo sonrío muy ampliamente.—Qué chiste tan poco gracioso —expreso sincera; y él ríe ligeramente para después inclinarse hacia mí y darme un beso.—Me encanta estar en tu regazo —confieso mientras acaricio su abdomen con mis manos—. Hay MUY buena vista desde aquí —señalo con mucha picardía; y ello provoca que Leo se muerda su labio inferior.—Yo también tengo una muy buena vista de aquí —menciona de pronto, cuando me doy cuenta de que está observando mis pechos de manera descarada (la cual, tenía que admitir, me intimidaba, pero al mismo tiempo, me encantaba).—¿Te gustan? —pregunto atrevida y sensual, al tiempo en
*******************************************************LOREY****************—¿Qué pasa? —susurra en mi oído; y aquello, tal y como él lo sabía, provocaba que yo me escarapelara por el contacto de su cálido aliento y mi piel.—Leo...—¿Qué? —inquiere seductor al volver a hacer lo mismo.—Tú sabes... —preciso al esconder más mi rostro en su cuello; y lo escucho reír muy suavemente.—No quiere que pienses que soy presumido...—¿Qué cosa?—Amo saber que puedo causar ese efecto en ti... —confiesa; y yo sonrío al tiempo en que comienzo a darle besos en su cuello.—Eso es porque me encantas —preciso en un leve y muy seductor susurro—. Me encanta tu voz... —le doy un beso—, me encanta tu rostro, tus ojos..., tu boca, tus pestañas..., tus pómulos, tu mandíbula..., tu barba..., tus cejas... toda tu piel —finalizo a aspirar su perfume— y tu aroma..., casi se me olvida tu aroma —añado; y deposito otro beso en su pecho desnudo.—Lorey... —pronuncia mi nombre y suspira muy profundamente.—Te amo,
*******************************************************LOREY****************—¿Pasa algo, señorita Honney?—Sí —susurro algo tímida.—¿Qué pasa, Lorey? —pregunta sereno y seductor al tomar mis mejillas y hacer que elevara mi rostro para observarlo fijamente—. ¿Por qué te quedaste así..., en silencio, tan de repente?—Leo..., ¿recuerdas la bolsa que tenía hoy en el baño?—Cómo olvidarla —contesta al entrecerrar ligeramente sus ojos, cual tigre al ver a su presa.—Uy..., esa miradita cómo cambió —preciso seductora al morder mi labio inferior.—Te lastimarás —susurra ronco al acercarse a mi boca y liberar el agarre de mi labio inferior con la ayuda de los suyos.—Qué caballeroso —musito sobre sus labios; y él sonríe.—¿Dónde está la bolsa?—Ahí —pronuncio al señalar mi cama; y Leo, rápidamente, desvía su mirada de mí hacia el paquete que estaba sobre mi colchón.—Ven...—Leo, no tenemos que usarlos si no quieres.—Ven aquí —articula firme al tomar mi cintura y tirarme sobre mi cama (a u
*******************************************************LOREY****************—Bueno —susurra mientras me limpia las lágrimas; y yo sonrío algo apenada.—Perdón. Pensarás que soy una niña.—A mí me encanta cómo eres.—Soy una niña llorona.—Pues me encanta la niña llorona de treinta y dos años que tengo conmigo.—Leo... —pronuncio su nombre, muy divertida—. Gracias por lo de treinta y dos.—Eres muy joven y hermosa, Lorey.—¿Te parece? ¿Te gusta cómo soy?—Me encanta cómo eres y estoy seguro de que me seguirás encantando conforme pase los años.—Me saldrán arrugas.—Pues yo quiero estar presente cuando en tu rostro empiecen a aparecerte tus primeras arrugas, aunque, para ser honesto, a mí me saldrán más...—Pero tú te verás mucho más guapo.—Y tú mucho más hermosa.—Mientes.—No, no lo hago.—Te amo, Leo...—Y yo a ti, Lorey —suspira, me mira y me besa fugazmente—. Bueno... —alarga seductor otra vez, al tiempo en que vuelve a estirar su mano para tomar la bolsa nuevamente.—¿Ansioso,