*******************************************************LOREY****************—¿Qué pasa? —susurra en mi oído; y aquello, tal y como él lo sabía, provocaba que yo me escarapelara por el contacto de su cálido aliento y mi piel.—Leo...—¿Qué? —inquiere seductor al volver a hacer lo mismo.—Tú sabes... —preciso al esconder más mi rostro en su cuello; y lo escucho reír muy suavemente.—No quiere que pienses que soy presumido...—¿Qué cosa?—Amo saber que puedo causar ese efecto en ti... —confiesa; y yo sonrío al tiempo en que comienzo a darle besos en su cuello.—Eso es porque me encantas —preciso en un leve y muy seductor susurro—. Me encanta tu voz... —le doy un beso—, me encanta tu rostro, tus ojos..., tu boca, tus pestañas..., tus pómulos, tu mandíbula..., tu barba..., tus cejas... toda tu piel —finalizo a aspirar su perfume— y tu aroma..., casi se me olvida tu aroma —añado; y deposito otro beso en su pecho desnudo.—Lorey... —pronuncia mi nombre y suspira muy profundamente.—Te amo,
*******************************************************LOREY****************—¿Pasa algo, señorita Honney?—Sí —susurro algo tímida.—¿Qué pasa, Lorey? —pregunta sereno y seductor al tomar mis mejillas y hacer que elevara mi rostro para observarlo fijamente—. ¿Por qué te quedaste así..., en silencio, tan de repente?—Leo..., ¿recuerdas la bolsa que tenía hoy en el baño?—Cómo olvidarla —contesta al entrecerrar ligeramente sus ojos, cual tigre al ver a su presa.—Uy..., esa miradita cómo cambió —preciso seductora al morder mi labio inferior.—Te lastimarás —susurra ronco al acercarse a mi boca y liberar el agarre de mi labio inferior con la ayuda de los suyos.—Qué caballeroso —musito sobre sus labios; y él sonríe.—¿Dónde está la bolsa?—Ahí —pronuncio al señalar mi cama; y Leo, rápidamente, desvía su mirada de mí hacia el paquete que estaba sobre mi colchón.—Ven...—Leo, no tenemos que usarlos si no quieres.—Ven aquí —articula firme al tomar mi cintura y tirarme sobre mi cama (a u
*******************************************************LOREY****************—Bueno —susurra mientras me limpia las lágrimas; y yo sonrío algo apenada.—Perdón. Pensarás que soy una niña.—A mí me encanta cómo eres.—Soy una niña llorona.—Pues me encanta la niña llorona de treinta y dos años que tengo conmigo.—Leo... —pronuncio su nombre, muy divertida—. Gracias por lo de treinta y dos.—Eres muy joven y hermosa, Lorey.—¿Te parece? ¿Te gusta cómo soy?—Me encanta cómo eres y estoy seguro de que me seguirás encantando conforme pase los años.—Me saldrán arrugas.—Pues yo quiero estar presente cuando en tu rostro empiecen a aparecerte tus primeras arrugas, aunque, para ser honesto, a mí me saldrán más...—Pero tú te verás mucho más guapo.—Y tú mucho más hermosa.—Mientes.—No, no lo hago.—Te amo, Leo...—Y yo a ti, Lorey —suspira, me mira y me besa fugazmente—. Bueno... —alarga seductor otra vez, al tiempo en que vuelve a estirar su mano para tomar la bolsa nuevamente.—¿Ansioso,
*******************************************************LOREY****************—Leonardo —gima al cerrar mis ojos y empezando a dejarme llevar por las deliciosas sensaciones que me regalaba su tacto en aquella zona tan sensible de mi cuerpo—. Leo...—¿Sí, señorita Honney? —articula muy ronco mientras deposita besos por las comisuras de mis labios.—Por dios, Leonardo —jadeo.—Tranquila, señorita Honney...—Leo... ¡oh por dios, Leo! —exclamo con la voz entrecortada cuando siento a Leo empezar a trabajar con el primer juguete: el consolador—. Leonardo —articulo su nombre al tomar sus cabellos y cerrar mis ojos.—Lorey... —susurra muy ronco.—¡Leo! —gimo cuando siento que introduce el juguete en mi interior.—¿Te gusta?—Por dios, Leo —sonrío.—¿Le gusta, señorita Honney?—Ah, Leo...—¿Te gusta, Lorey? —cuestiona mucho más ronco, mientras empieza a jugar más con el juguete.—Leo...—¿Quiere sentir algo más, señorita Honney?—Leo... —aprieto más mis ojos— por favor...—¿Eso es un sí, señor
***************LOREY****************Estamos en la cama, completamente desnudos, yo descansando sobre su pecho, cubiertos solo por una ligera sábana y escuchando música.—She may be the face I can't forget —empeiza a cantar Leo la canción de Elvis Costello; y yo sonrío—. May be my treasure or the price I have to pay —continúa; y yo solo me limito a jugar con mis dedos sobre su pecho mientras lo observo con amor—. ¿Qué pasa? —pregunta de pronto al mirarme; y yo sonrío.—Me gusta que cantes...—¿Ah sí? —responde al acorralarme con su cuerpo sobre el colchón, lo cual me hace sonreír muy ampliamente.—Sí —contesto en medio de un leve y suave suspiro.—Canto feo... —murmura al empezar a jugar con la punta de su nariz sobre mi rostro, provocándome así cosquillas.—Para mí, lo haces hermoso...—Lo dices porque estás enamorada de mí.—Enamorada de ti o no, no me importa —señalo al tomar sus mejillas y hacer que me mirara.—Eres hermosa, Lorey... —susurra al mirarme fijamente y después, darme
*******************************************************LOREY****************Escucharlo gruñir y gemir, producto de la excitación, era mi gloria. No había mejor paraíso que este, lo amaba..., lo amaba mucho.—Ah... ah ah ah —gimo libremente con cada una de sus firmes y fuertes estocadas.—AGHHH —gruñe al seguir penetrando en mí sin contemplación alguna.—Leo... —susurro en medio de un gemido; y él sonríe.—Lo... AH Lo rey —me mira con los ojos cargados de lujuria y deseo, así como... de amor.—Leo... te... te... amo AAAHHHH —tiro mi cabeza hacia atrás; y lo siento atacar mi cuello mientras su miembro invade mi interior a como le place—. LEO —gimo su nombre.—LO... LORE, LOREY.. LOREY —gime él; y yo sonrío al tiempo en que mi mente se queda en blanco y mi cuerpo empeiza a temblar sin si quiera frenarlo.—AAAAAH AH AHA AH AH AAAAAHHH —disfruto del maravilloso y fuerte orgasmo que me regalaba él, el verdadero amor de mi vida.—AAAAAAGGGG —gruñe al tiempo en que coloca su frente sobre la
***************************************************LEO****************—Suban al auto, amores...—Papá, ¿en serio es necesario ir? —pregunta Franco; y yo exhalo con pesadez.—Tampoco me gustaría ir, pero... serán los últimos dos cócteles a los que se les obligará ir.—Bueno —susurra rendido para después entrar a la camioneta.—¿Ya está todo listo? —escucho a Norka; y yo me giro para observarla serio—-. ¿Qué tal me veo?—Sube, ya es tarde —contesto al rodear el auto hasta llegar a la puerta del asiento de conductor y entrar.Lo que más quería ahora es que todo este circo se acabase. Cumpliría las condiciones que Norka me pediría y luego, nos divorciaríamos; y yo apelaría a la custodia completa de Fabrizio. En cuanto a Franco, le preguntaría qué era lo que desearía y yo lo respetaría. Y bueno, Luciano, al ser ya mayor de edad, podría elegir independientemente y, al igual que Franco, respetaría su decisión. Aunque tenía que ser muy sincero. Me gustaría que ellos también viviesen conmigo
***************LOREY****************—Lorey —escucho la voz de Chiara y yo me doy media vuelta.Cuando la veo directamente, no hago más que correr a sus brazos y llorar, llorar mucho.—Lorey...—Me engañó, Chiara —menciono entre sollozos—. Está casado..., está casado..., Leo está casado.—Lorey, no por favor —siento a mi amiga llorar también—. Todo debe tener una explicación; estoy segura.—No, Chiara. Él dijo que estaba divorciado. ¿Por qué la mujer me mentiría? ¿Por qué su hijo no diría nada al respecto? Ella lo besó y él no hizo nada.—Lorey..., tranquila por favor —me pide al llevarme a mi cama y abrazarme muy fuerte contra su pecho.—Me duele mucho, Chiara. Leo no me pudo haber mentido de esa manera.—Lorey..., no sé qué podría decirte.—¿En serio crees que haya explicación? —le pregunto al mirarla directamente, pero ella no dice nada—. ¿Te das cuenta? ¡YO CREÍ QUE ESTABA DIVORCIADO! ¡ME ENGAÑÓ! ¡TODO ESTE TIEMPO NO FUI MÁS QUE SU AMANTE! ¡SU AMANTE, CHIARA! ¡SU AMANTE! —exploto