***************LOREY****************—¿Leo? —articulo su nombre al tiempo en que lo observo con suma curiosidad— ¿Todo bien? —inquiero algo preocupada, ya que aquel se había quedado en silencio desde hace un tiempo que, para mí, ya era considerable—Perdón, lo lamento mucho, Lorey —responde él, en el acto, después de haber reaccionado ante mi llamado.—¿Todo bien, Leonardo?—Sí, sí, todo bien —sonríe nerviosamente—. Solo... me quedé pensando en lo que había dicho...—Ah... —sonrío— entiendo —susurro con suavidad—. Bueno, eso es algo de lo que me pasó a mí —confieso, algo apenada, al ser consciente de lo que le había terminado de decir a Leonardo—. Vaya... —susurro nerviosamente.—¿Qué... qué sucede? —inquiere él al mirarme.—Nada... es solo que... creo que no fue apropiado —manifiesto con duda—. Hemos venido aquí para pasarla bien de algún modo y creo que ya estoy arruinando la cena al contarle de mis fracasos en mi matrimonio.—No, no, no... desde luego que no, no te preocupes —preci
***************LOREY****************—No lo puedo creer —digo al tiempo en que trato de controlar mi escandalosa risa; sin embargo, se me hace imposible.—Sí... eso fue lo que hicimos —confirma Leonardo al reír al igual que y.—No puedo creer que hayas hecho eso y que involucraras a tus hijos —preciso divertida.—En mi defensa, no conoces cómo se pone mamá cuando tocan sus preciadas esculturas —señala divertido y, frente a ello, solo me queda negar con la cabeza mientras continúo riendo.—¿Y qué hicieron cuando tu mamá se enteró que habían decapitado a la estatua nueva? —inquiero con suma diversión y total honestidad.—Bueno... —continúa riendo— cuando mamá se dio cuenta... —se ríe mucho más, lo cual me parece muy gracioso, ya que, hasta ahora, no podía controlar su risa.—¿Qué pasó? ¿Qué hizo su madre? —pregunto con mucho más interés.—Bueno, para iniciar... —continúa riendo—, perdón..., perdón, lo lamento mucho, Lorey —señala a la vez que comienza a controlar (al menos un poco) su d
***************LOREY****************—¡Maravilloso! —exclamo contenta al abrir mis brazos, cerrar mis ojos y disfrutar de la deliciosa brisa marina que chocaba contra mi cuerpo.—¿Te gusta? —escucho su voz muy cerca de mí, así que, frente a ello, abro mis ojos y lo miro.—Me gusta esta playa —señalo sonriente al observarla.—¿Por qué?—Porque no hay mucha gente —contesto relajada al encogerme de hombros—¿Te gustan los lugares tranquilos?—Son mis favoritos —contesto con toda seguridad; y él sonríe con suavidad para luego, quedarse observándome fijamente (al igual que yo a él)—. ¿Seguimos caminando? —propongo después de unos instantes en silencio.—Sí, claro —contesta sereno y, luego, se acerca a mí y yo vuelvo a entrelazar nuestros brazos para continuar con nuestra caminata.—Ibiza es muy hermosa —comento al observar el mar, la arena, el cielo, las estrellas...—¿Te gusta mucho?—Lo poco que he visto me ha fascinado —señalo al tiempo en que trato de acomodar, con una de mis manos, mi
***************LOREY****************—Cuéntame algo más de ti —le pido al entrelazar su mano con la mía para continuar con nuestra caminata, después de haber disfrutado de una exquisita sesión de besos, la cual no deseaba que se acabase y, al parecer, él tampoco quería; sin embargo, la falta aire se hizo presente de forma inevitable.—Creí que hablaríamos de ti ahora —me recuerda; y yo sonrío al mirarlo.—Sí; es cierto, pero me encantaría saber más de ti...—Y a mí de ti —menciona firme y, ante ello, solo me limito a sonreírle mientras, delicadamente, acaricio su mano.—Bien... —suspiro profundamente— ¿qué quieres saber de mí? —pregunto al seguir caminando y observándolo.—Pues... de lo que te gusta..., por qué elegiste estudiar leyes, sobre tus amigos, lo que usted desee, Lorey.—Llámame solo "Lorey", por favor...—Bien... está bien... Lorey —articula; y sonríe (y yo le correspondo de la misma manera)—Bueno, entonces... —alargo— te voy a contar que elegí estudiar leyes solo porque s
***************LEONARDO****************—Ay... yo conozco esa canción —señala en un suave y sereno susurro cuando estamos en la sección de vestidos—- Es hermosa —añade al tiempo en que cierra los ojos para, al parecer, disponerse a disfrutar de las melodías del tema que estaba resonando en la tienda de ropa y las cuales identifiqué inmediatamente. Se trataba del tema "Fall o me" de Andrea Bocelli con Mateo Bocelli y... SÍ... era una hermosa canción—. Sublime —susurra ella al seguir con sus ojos cerrados, mientras tanto, yo solo me concentro en observarla... muy atento.Mis ojos recaen sobre su fino rostro y solo me dedico a, de alguna manera, por extraño que pareciera, a grabármelo. La expresión que tenía en su rostro, en este instante, me transmitía una rara, pero deseosa tranquilidad. Menciono rara porque, al fin y al cabo, aún no podía concebir cómo una persona a la cual acababa de conocer, podía transmitirme tal cosa que... solo sentía cuando estaba con mis hijos y mis padres. No
***************LEONARDO****************—¿Q... Qué haces? —escucho su nerviosa voz, lo cual me hace sonreír de manera satisfactoria—. Leonardo —susurra mientras yo sigo dejando besos por todo su cuello a la vez que, con mis dedos, continúo acariciando su desnuda espalda; todo ello... sin prisa alguna de por medio— Leonardo... —repite algo afectada—, a... alguien podría venir.—Nadie vendrá —refuto como deseoso a que ello no sucediese (a que nadie nos interrumpiera)—Pero...—Nadie vendrá —reafirmo en un suave susurro y con mucha tranquilidad, mientras sigo llenando de besos su cuello a la vez que, instintivamente, aprovecho en aspirar su aroma, el cual era...— dulce —murmuro de forma repentina al perderme en la fragancia de su piel.—¿Qué? —escucho su melodiosa y afectada voz—Dulce —repito al cerrar mis ojos para así, de manera inmediata, comenzar a delinear todo el largo de su cuello con la punta de mi nariz mientras sigo llenándome de su perfume.—Leo...—No haré nada que tú no qui
***************LEONARDO****************—Leonardo... —escucho so voz— Leo... —la oigo repetir al tiempo en que siento una de sus suaves manos sobre mi mejilla derecha y, ante ello, solo me dispongo a mirarla directamente a sus ojos.—Lorey... —pronuncio su nombre con suavidad a la vez que, instintivamente, llevo una de mis manos hasta la mano que aquella había posicionado sobre mi mejilla.—¿Te encuentras bien? —pregunta algo curiosa al observarme con su ceño levemente fruncido.—Sí..., claro... todo bien —contesto tratando de sonar lo más convincente posible—. ¿Por qué no lo estaría? —agrego de repente.—Bueno... —alarga al tiempo en que parece pensativa— tal vez, porque, de un momento a otro, te quedaste en absoluto silencio —explica—. ¿Seguro que todo está bien?—Sí..., muy seguro —contesto firme— Solo... me quedé pensando —preciso—. Lamento mucho el... ser tan distraído —agrego apenado; y ella sonríe.—No... no hay problema con eso —señala en un suave susurro.—¿Quieres que te sig
***************LEONARDO****************—Me gusta mucho...—Sí, el lugar es hermoso —menciono al dirigir mi mirada hacia ella y, cuando lo hago, me doy cuenta de que me estaba sonriendo.—No solo estaba hablando del lugar. Hablaba... de ti —¿De mí? —Sí... de ti. Puedes decirme lo que desees, pero... es agradable estar contigo. Me gusta. Se siente bien —susurra al sonreírme algo nerviosa y, cuando nuestras miradas se vuelven a cruzar de manera muy fija, de manera extraña, ella desvía la suya.—¿Todo bien? —Sí, todo bien —susurra con mucha tranquilidad al seguir mirando hacia el frente.—Lorey... —la nombro de pronto; y ella se gira a verme nuevamente.—¿Sí? —Para mí... —sonrío algo nervioso (tal y como si me le fuese a declarar a la chica que me gustaba en el colegio, como un adolescente).«Ni siquiera con Norka he sentido algo como esto», pienso—¿Leonardo? —Perdón, perdón, Lorey... o... otra vez me distraje, lo lamento mucho —Tranquilo, no te preocupes —me responde comprensiva