Keira El hombre ni se inmuta cuando Sebastian me presenta. ¿A caso le había hablado de mi? —Es un gusto conocerla, singorina Keira. —Me estrecha la mano con un fuerte apretón y sonríe con aparente simpatía. —Lo mismo digo, señor Flavio —pronuncio sonriéndole. Me parece un hombre muy dulce y amistoso. —Solo Flavio, estamos en confianza, singorina —enuncia con voz cantarina y con un marcado acento italiano. El señor es muy amable y atento y nos cede el paso al interior de una amplia y pulcra cocina. Me parece extraño que se encuentre tan solitaria, pero guardo mi inquietud para mí. Sospecho que pronto sabré a qué se debe todo esto—. Te dejo en tu casa, Bastian —anuncia Flavio no mucho después de dejarnos entrar a su cocina. Se quita el mandil y se lo entrega al alemán. Después, se despide de mí con un beso en mi mejilla y sale por la misma puerta por la que ingresamos. —¿Por qué se va? —No los necesitamos, vamos a cocinar nuestra propia comida. —¿Qué? —me rio—. ¿Quieres morir de
KeiraAparto la mirada sintiéndome avergonzada. Pensé que sería algo que le gustaría, pero quizá me pasé de atrevida.—Mírame, Keira —me pide tomando mi mentón entre sus dedos con suavidad, esperando que lo mire por voluntad propia. Lo miro—. Quiero esto, pero no sería justo para ti.—No espero que me correspondas.—Pero quiero hacerlo y voy a esperar por ti. ¿Qué son dos días? Me he perdido mucho más que eso a través del último año. —Acaricia mi mejilla y me da un beso casto en los labios.—No dejo de sorprenderme con lo atento que eres, cada día te quiero más, Sebastian —declaro con una profunda emoción, deseando que lo nuestro sea para siempre.—Sí, soy un gran partido —fanfarronea con una sonrisa juguetona.—Tonto —digo riendo. —Sí que lo fui. Tengo mucho que compensarte por cómo te traté —enuncia con gesto serio. —No, no tienes nada porque compensarme, ya te he perdonado. Lo que si te pido es que no haya más secretos entre nosotros, que seas honesto conmigo siempre, sin impor
SebastianCapítulo 79SebastianLlevo toda la mañana pensando en Keira, cuanto quisiera estar con ella que estar escuchando a Shaine –el encargado de las rutas comerciales de la empresa– explicando con detalle a cuáles puertos del mundo llegarán los nuevos buques de Enterprise Inc. a partir del próximo mes. Me valdría un carajo si no tuviera clientes importantes involucrados –y posibles demandas multimillonarias si algo saliera mal–, así que tengo que poner mi mente en esto. Intento concentrarme en lo que dice Shaine, pero no puedo dejar de sentirme culpable por dejar a Keira sola y se me ocurre una idea que espero no lamentar. Tomo un pequeño receso y llamo a la única persona que puede ayudarme en este momento. —Hola. ¿Quieres hablar con Simon? —me pregunta luego de contestar. —No, quiero hablar contigo —respondo sin saludarla, no tengo mucho tiempo—. Escucha, necesito que me ayudes con Keira. Tuve que dejarla sola en el hotel para venir a la empresa y tengo algunas cosas por r
SebastianDoy un paso atrás, conmocionado. Jamás pensé que mi madre me culpara por esto. Duelen, sus palabras me hieren y sacuden las bases de mi deteriorada confianza. Me tomó horas de terapia y cientos de conversaciones con mi psicólogo dejar de culparme y atreverme a vivir, y solo necesité que mi madre me señalara con su dedo acusador para que lo perdiera todo. —¡Oh, cariño! Lo siento, no debí decir eso. —Intenta tomar mis manos. La rechazo apartándome—. Sebastian… —Tienes razón, Savannah está muerta porque no me di cuenta de la depresión de Claudia. Fui un mal esposo y un mal padre. Es mi culpa y he pasado noches en vela pensando en lo que pude hacer para evitarlo. ¡Maldita sea, mamá! Hubiera preferido morir antes que perder a mi hija, pero no puedo hacer una mierda. Es demasiado tarde. —Hijo, no quise…—He terminado de hablar contigo —sentencio y salgo de mi despacho sin mirar atrás. Prefiero alejarme antes de decir cosas de las que no me pueda retractar. Mi madre me sigue y
Keira KeiraVuelvo al hotel a las cuatro de la tarde, después de haber pasado todo el día con América conociendo algunos lugares de Hamburgo. Ella fue agradable y amistosa conmigo, me dijo que estaba muy feliz por nosotros y que nos apoyaba al cien por ciento, que Sebastian vivía amargado y siempre era todo gruñón hasta que me conoció. Eso ya lo sabía, ese era el hombre que me mostraba al inicio y he visto su cambio en primera fila. Mi orgullo se infló, me complació saber que causé un cambio en su vida.Al entrar a la habitación, encuentro un hermoso vestido color coral tendido en la cama, junto con un par de zapatos y joyería a juego. Alcanzo la nota que está sobre el vestido y la leo en voz alta:—Iré a las siete por usted, estoy desesperado por verla. Siempre suyo, Sebastian Decker. CEO de Decker Enterprise Inc. —Sonrío con tanta fuerza que la comisura de mis labios duele.Saco mi móvil del bolso y le escribo un mensaje juguetón.«No dejó ropa interior para mí. ¿Me quiere sin brag
Keira Capítulo 82KeiraMás pronto de lo que esperaba, el chofer detiene la limusina frente a una enorme y preciosa casa de arquitectura moderna, combinando en su fachada paredes de concreto con amplios paneles de vidrio. Imaginé muchas veces cómo sería el lugar donde vivía Sebastian, pero nada en mi mente se comparó con la mansión que estoy viendo delante de mí. Sabía que tenía dinero, un hombre que paga un millón de dólares por una acompañante no es alguien que esté preocupado por la factura del gas, pero esto es… alucinante. Mi estómago se aprieta cuando pongo un pie fuera de la seguridad de la limusina. Mis manos tiemblan, mi corazón golpea fuerte mi tórax y hasta estoy comenzando a sudar. —Tranquila, nena. Te van a amar cuando vean la maravillosa persona que eres. —asegura Sebastian sujetando mi mano entre sus dedos y dándome un suave beso en los nudillos. Asiento en lugar de dar media vuelta y salir corriendo. ¿Cómo me metí en este lío?— Deja eso, Keira. —¿Qué?—Te conozc
KeiraTodo esto me toma por sorpresa, Sebastian no me previno, pensé que solo debía ganarme el cariño de su hija y resulta que su madre me odia.—Madre, ¿qué le has dicho a mi hija? —le pregunta enfrentándola, se ve muy disgustado, nunca lo vi así de enojado.—Sabes muy bien que no estoy de acuerdo con nada de esto, Sebastian, y mi deber es proteger a Serena —le contesta con voz contundente, aunque sin alzar la voz.—Serena es mi hija, y aunque te agradezco todo lo que has hecho por ella, no tienes ningún derecho a ponerla en mi contra —le reclama muy molesto y la niña comienza a llorar pidiéndole que no discuta con su abuela. —Lo siento, cariño —susurra Sebastian abrazándola.Esto es un completo desastre, no podía salir peor.—Ella es el centro de su vida, siempre lo será, y tú siempre quedarás en el último lugar, detrás de Serena y de Claudia, su esposa —menciona la señora Decker en voz baja, no me di cuenta que se acercó a mí, estaba mirando a Sebastian con su hija. Lo lamento p
KeiraNo sé si sea la decisión correcta, pero de lo que sí estoy muy segura es que lo amo y de que estoy dispuesta a luchar por nuestro amor. Si aguanté tanto con Robert sin quererlo, ¿por qué no intentarlo con Sebastian? —Está bien, me quedaré, pero tenemos mucho de qué hablar —le advierto muy seria. Sigo molesta porque no me advirtió sobre su madre. —Sí, sí, hablaremos de todo lo que quieras, dulzura. Te amo tanto. —Me da un beso y me abraza, sosteniéndome un buen tiempo como si temiera que me esfumara de un momento a otro—. Cometí un error al pedirte que volvieras al hotel, tu lugar es conmigo, nena. —¿Estás seguro? No quiero causarte problemas con tu madre —enuncio haciendo una mueca. —No te preocupes por mi madre, esta es mi casa y no aceptaré que te vuelva a tratar mal ni a despreciarte. Si no le gusta que estés aquí, entonces que se vaya —asegura decidido. —Parece que me odia. —A mí también y soy su hijo. —Mentiroso —replico poniendo los ojos en blanco. —Bueno, no me