Capítulo XXII

Adara se remueve sobre la superficie con gran dificultad y pesar es como si mover cada uno de sus músculos le costará un gran esfuerzo. Los gestos de dolor se hacen evidentes en cada pequeño gesto de molestia en rostro, aun de manera inconsciente. Una de las enfermeras pasea por el exterior de la habitación con un bebe en brazos quien llora fuertemente y como si eso activará los instintos de adara abre los ojos al instante con el corazón agitado.

—¡Alice!—Grita mientras su pecho sube y baja rápidamente.

—¡Oh por dios!—Exclama una joven enfermera al mismo tiempo que intenta moverse pero a la vez permanecer en el umbral de la puerta.—Señorita Forbes no se mueva por favor, llamare a un médico… Creímos que usted… no volvería a despertar.—Adara la observa confundida por lo ocurrido.

—¿Y Donato Rockefeller?—Y quiere en automático recordando la escena frente a ella mientras que el hermano menor se aferraba al cuerpo del hermano mayor de alguna manera u otra tenía que despedirse de donato, si
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