Erik y Kristen llegaron al antiguo departamento de Jennifer, con la determinación reflejada en sus rostros. El edificio lucía viejo, con las paredes desconchadas y un aire de abandono que se percibía en el ambiente. Al llegar al vestíbulo, una mujer robusta, con el cabello recogido en un moño desordenado y expresión severa, los detuvo.—¿Qué buscan? —preguntó la portera, con voz rasposa y mirada recelosa.—Queremos entrar al departamento de Jennifer —contestó Erik, sin rodeos—. Sabemos que ella vivía aquí.La mujer se cruzó de brazos y alzó una ceja.—Jennifer ya no vive aquí. La última en salir fue Marta, acompañada de una niña. Y no sé nada más.Kristen intercambió una mirada preocupada con Erik. La mención de Marta, la niñera de confianza de Jennifer, complicaba las cosas. Si había huido, podría significar que estaba involucrada o asustada. Erik dio un paso adelante, acercándose a la portera.—Necesitamos buscar en el departamento. Podría haber algo que nos ayude a encontrar a Mart
El hombre del portón llevó el silbato a sus labios y sopló con fuerza, llenando el aire con un sonido agudo y penetrante. De inmediato, un grupo de hombres apareció desde el interior del orfanato, avanzando con rapidez hacia la entrada. Eran corpulentos, con miradas severas y posturas que sugerían que no dudaban en usar la fuerza.Kristen retrocedió instintivamente, pero Erik dio un paso adelante, interponiéndose entre ella y los hombres que se acercaban. Levantó una mano en señal de calma, aunque su mandíbula estaba tensa.—No queremos problemas —dijo Erik, con voz firme—. Solo buscamos información.Uno de los hombres, el que parecía estar al mando, dejó escapar una risa seca y despectiva.—Entonces será mejor que se vayan por las buenas —dijo, cruzando los brazos sobre su pecho—. O se arrepentirán de haberse metido donde no deben. No es un lugar para curiosos.Kristen sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La forma en que los hombres los rodeaban dejaba claro que las palabras d
Capítulo 21:Los besos y las caricias se intensificaron, llevándolos a un límite peligroso. El cuerpo de Kristen se estremecía bajo el toque firme de Erik, y aunque su mente le gritaba que se apartara, que todos los hombres eran iguales a Mark y que solo le traerían dolor, su cuerpo tenía sus propios deseos.No podía negar lo que sentía al estar tan cerca de él, una mezcla de anhelo y miedo que la consumía.Erik la miraba con una intensidad que hacía que su respiración se acelerara. Sus labios se rozaban de nuevo cuando el llanto de Sofía rompió el momento. La realidad los golpeó de inmediato. Kristen se apartó rápidamente, sus mejillas encendidas, y se levantó con un movimiento nervioso.—Debo ir a ver a Sofía —dijo, casi como una excusa.Erik tomó su mano antes de que pudiera alejarse del todo.—Kristen, espera. Tenemos que hablar... sobre esto—susurró, con la voz cargada de algo más que deseo.El pánico se apoderó de ella. Hablar significaba admitir lo que estaba pasando, enfrentar
Kristen estacionó el coche frente al café donde la esperaban sus amigos. Cuando entraron, el bullicio de las risas y las charlas inundó el ambiente, pero en cuanto Erik cruzó la puerta detrás de ella, el murmullo se apagó por un instante, mientras todas las miradas se posaban en él.—¡Kristen! —exclamó Alison, acercándose para darle un abrazo. Luego, sus ojos brillaron al ver a Erik—. Y veo que has traído compañía.Kristen sonrió con algo de incomodidad y se apartó del camino para que Erik la siguiera.—Sí, bueno… no tuve otra opción —murmuró, esperando que Erik no alcanzara a oír.Alison le lanzó una mirada cómplice, mientras las otras mujeres del grupo no ocultaban su interés, devorando con los ojos al atractivo acompañante. Alison se inclinó hacia Kristen para susurrarle al oído.—Amiga, no deberías dejar ir a ese bombón. Se nota que se muere por ti —dijo en voz baja, asegurándose de que nadie más la escuchara.Kristen frunció el ceño, aún irritada por la situación.—No digas tonte
La reunión estaba en su apogeo, y Kristen trataba de ocultar su incomodidad al lado de Erik. No podía creer lo que acababa de descubrir: Mark, el hombre que la había traicionado, resultaba ser nada menos que un miembro de la familia Davis. La certeza llegó cuando Erik lo presentó como su hermanastro. Las miradas incómodas se cruzaron, y ambos fingieron no conocerse, aunque la tensión en el aire era palpable. Erik notó algo extraño en el ambiente, pero decidió no comentarlo en ese momento.—Voy a buscar algo de tomar, ¿te traigo algo? —le preguntó Erik, observándola con atención.—No, estoy bien, gracias —respondió ella con una sonrisa tensa.Erik se alejó hacia la mesa de bebidas, dejando a Kristen sola, lo que Mark aprovechó de inmediato. Se acercó con una expresión de disgusto y resentimiento en el rostro.—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —espetó en voz baja, tratando de no llamar la atención—. Y acompañada de ese imbécil de Erik… Por eso no querías volver conmigo, ¿verdad? ¿Porq
—¿Qué crees que estás haciendo, Sasha? —espetó Erik, tratando de mantener la voz baja para no llamar más la atención—. Estoy harto de tus impertinencias. Ya no quiero tener nada que ver contigo. Resígnate y haz tu vida.—Erik, no hables así —respondió ella, con los ojos llenos de lágrimas fingidas—. Sabes que siempre hemos tenido algo especial. No puedes simplemente olvidarlo…—Lo olvidé hace mucho —la interrumpió con frialdad—. Esto se acabó. No importa cuánto drama hagas.Sin esperar respuesta, Erik se alejó, dejando a Sasha parada en medio del salón. Avanzó con rapidez, decidido a encontrar a Kristen, pero se detuvo en seco cuando una mano firme lo sujetó del hombro.—Erik, necesito que vengas conmigo —dijo su padre, Charles, con tono autoritario.Erik lo siguió a regañadientes hasta el centro del salón, donde su padre pidió la atención de todos los presentes.—Queridos amigos, damas y caballeros —comenzó Charles, esbozando una sonrisa encantadora—, es un honor para mí dirigirme a
—Kristen, por favor, lleva a Sofía a su habitación por un momento —dijo Erik, haciendo un esfuerzo por controlar su voz.Kristen no dudó en obedecer. Tomó a Sofía de la mano y subió con ella, mientras escuchaba a Erik hablar con la mujer.—Soy Margaret Jones, de los servicios de protección al menor —dijo la mujer, con un tono profesional que no dejaba lugar a dudas de que estaba acostumbrada a situaciones difíciles—. Hemos recibido una denuncia que indica que la pequeña Sofía no es su hija biológica, señor Davis. Según los registros, la niña fue sustraída de uno de los orfanatos del Estado. Estamos aquí para llevárnosla de regreso.Erik apretó los puños, controlando el impulso de alzar la voz.—¿Sustraída? —repitió, incrédulo—. ¿Y cómo es que ustedes, que supuestamente están a cargo de su bienestar, permitieron que algo así ocurriera? ¿Qué garantía tengo de que van a protegerla si no pudieron hacerlo antes? Sofía está en muy buenas manos aquí, y no voy a entregarla así como así. Neces
Erik tenía a Mark sometido en el piso, su puño firme apretando la camisa del otro con una furia que no podía contener. Su respiración era agitada, y sus ojos lanzaban chispas de ira mientras lo miraba con desprecio.—¿Cómo te atreves a ponerle las manos encima? —rugió Erik, acercando su rostro al de Mark—. Eres un desgraciado sin ningún tipo de respeto por los demás.Mark soltó una carcajada amarga, aunque la posición en la que se encontraba no le permitía moverse demasiado.—Estás loco, Erik—replicó, esforzándose por zafarse del agarre—. Ella me quiere a mí, ¿entiendes? Tengo todo el derecho a acercarme a Kristen.—No digas estupideces —le cortó Eric, apretando su agarre con más fuerza—. Acaban de conocerse.Mark lo miró con un aire de superioridad, como si creyera tener una carta oculta.—No, hermanito —espetó—. Kristen y yo tenemos historia juntos, hasta íbamos a casarnos. Solo estamos distanciados, y si tú no hubieras aparecido, habríamos arreglado las cosas.Desde donde estaba, K