A primera hora de la mañana de aquel lunes ya estaba Diddier en la oficina de Jeremy, tal y como él le había pedido, si algo tenía claro Jeremy era que él podía ser muy bueno, pero no cuando se trataba de su familia y pensaba arrancar el maldito problema de raíz.—¿Dime que investigaste sobre el tal Genaro?— preguntó.A pesar de haberse mostrado tranquilo con Eva durante todo el fin de semana después de la fiesta, lo estaba solo en apariencia porque no dejaría que ese hombre desmontara su vida ni la imagen de pareja perfecta de cuento de hadas que los medios entraban mostrando, no era que la necesitara para ser feliz pero, ya que estaba ahí pensaba aprovecharla para sus negocios, un CEO siempre aseguraba su posición cuando tenía una vida familiar intachable.Por otro lado, tenía muy claro lo que quería que sucediera con Alexander poco le importaba que fuera o no primo de su exmujer había cruzado una línea que él no le permitiría volver a cruzar, estaba firmemente sentenciado.—Ese hij
Jeremy no podía ni siquiera creerse lo que esa mujer estaba diciendo, era cierto que cuando recordaba lo sucedido no podía evitar pensar que él había sido muy brusco con ella, que había abusado de una mujer, pero después de confirmar los tóxicos que encontraron en su organismo y es que varios médicos le aseguraran que él sería incapaz siquiera de defenderse, que posiblemente estaría dormido o en un estado de sumisión total aunque tal vez si con capacidad de funcionar a causa del estimulante de pastilla azul que le habían dado.Jeremy enfureció, la maldita tipa tenía el morro como para ir a reclamarle por ello, a pesar de que él le había dado un finiquito más que importante, casi tres veces lo que debía pagarle, solo porque en ese momento se sentía culpable.— ¿Qué yo te violé, Anahí?— se levantó de su asiento apretando los puños y cuando iba a decirle que sabía que lo había drogado se quedó completamente blanco al escucharla—Y no estaría hoy aquí si de esa maldita violación no hubier
Xavier Miller, el médico forense del hospital de Nueva York, observaba caminar al nuevo chico en prácticas de un lado a otro, mientras pensaba en lo poco que le gustaba estar acompañado en su trabajo, sobre todo de alguien inexperto que todavía estaba cursando su último año de universidad.¿Pero qué podía decir cuando así se lo habían impuesto?— Doctor Miller, su teléfono está sonando— le dijo el joven levantando la vista de las pruebas que en ese momento estaba analizando.Morgan se sonrojó por la forma en que ese hombre lo observó con esa mirada severa, como si se hubiera atrevido a interrumpirlo y desvío la vista rápidamente, la verdad era que se le hacía imposible concentrarse con ese teléfono sonando que parecía que su jefe no había escuchado.Miller cogió el teléfono, lo había estado evitando la mayor parte del tiempo, contestar, implicaba dejar de analizar aquello que le llamaba la atención del cuerpo sin vida tendido en la fría mesa de la morgue, dónde esperaba pacientemente
Lupe parecía realmente feliz, pero era mucho más que eso, por lo que Eva sonrió y dejó los papeles a un lado.— ¿Y tú por qué estás tan contenta, no creo que sea solo por esto?Lupe se sonrojó ante la mirada y la pregunta directa que le había hecho su amiga, la latina mordió sus labios, no podía no contarle a su amiga aquello que la hacía tan feliz,—Bueno, es que verás…Fue verla tartamudear para que todo le quedara claro a Eva, sobre el motivo de esa sonrisa en sus labios, tenía que ver con Diddier, llevaba tiempo viendo lo mucho que esos dos se gustaban, pero no daban el paso.—El abogado y tú…—Shhhhh— le pidió Lupe completamente roja como un tomate, inclinándose hacia su amiga y taparle la boca, mirando a los lados como si alguien realmente pudiera escucharlas.—Sí, fue después de la fiesta, bueno él y yo… estuvimos todo el fin de semana metidos en la cama — Lupe suspiró, pero se ligó a poner los pies sobre la tierra y cambió un poco su semblante a uno más serio — estamos viendo
Genaro observaba a Eva moviéndose por toda la habitación en busca de lo que él le había pedido y aprovechó que Lupe estaba inconsciente para asegurarse de que no escaparan cuando ella despertara, porque si algo tenía claro, era que su ex nunca iba a abandonar a su amiga.Genaro se sacó el cinturón y ató las muñecas de Lupe contra el radiador, asegurándose de que no pudiera escapar, ganándose una mirada de desaprobación de Eva.—Ten toma, es todo lo que hay, no hay más, todo el licor, ha sido recogido por los de la limpieza— le mencionó estirando su mano y casi aventándole la botella.— Si escapas o intentan cualquier cosa, te juro que la mato — aseguró él observando a Eva mientras tomaba la botella que esta le dio.Genaro abrió la botella que tenía el corcho casi sacado y se la llevó a la boca bebiendo un buen sorbo de vino para luego observar a esa mujer con expresión hambrienta, estaba más rica que antes la condenada— Te sienta bien la buena vida Eva— aseguró Genaro mientras camina
— ¿Dónde está Eva?— preguntó el francés nada más abrir la puerta del despacho de su amigo.— Se fue a su asociación ¿Por qué?— preguntó Jeremy algo confundido y a la vez asustado al ver como se expresaba su amigo.—¡Llámala, ahora!— Exigió Diddier quien sacaba también su teléfono móvil para llamar a Lupe, quien le dijo que pasaría el día con su amiga y visitando a los niños.Ninguna de las dos respondió a las llamadas, pero lo que ya puso del todo nerviosos a Jeremy y Diddier fue el hecho de que los dos guardaespaldas que le había puesto a su esposa tampoco respondieron a su llamada.— ¡Vamos!— dijo Jeremy nervioso saliendo a toda prisa de la oficina, seguido por Diddier.Justo cuando ya estaban de camino recibieron la llamada del hombre al que Diddier había contratado, la cual el abogado puso en manos libres.— Si consigues que ese hombre no haga daño a las mujeres, te pagaré el doble de lo que sea que se haya pactado— Respondió Jeremy, no le importaba gastar una fortuna si podía ase
Aquella tarde llegaron dos cadáveres a la morgue y el doctor Miller no había regresado todavía, Morgan, el becario, se extrañó mucho porque en el mes que llevaba ahí no había visto ese lugar sin el doctor, aunque también era cierto que él solo estaba ahí cuatro horas según lo estipulaba su contrato, el resto del tiempo estudiaba o iba a la universidad.La vida de Morgan no era la típica de un universitario normal de los que priorizan las fiestas y la vida social, en realidad él siempre había sido algo asocial y solitario.Pero si algo tenía Morgan, era que necesitaba unas rutinas muy marcadas y rápidamente se dio cuenta de que a Miller le sucedía lo mismo, era un hombre rutinario y maniático, con el orden en todos sus sentidos y fue por eso por lo que todavía vio más extraño, que cuando el doctor le dijo que tardaría dos horas no hubiera llegado, apuro todo el tiempo incluso más allá de su propio turno para verlo llegar.— ¿Y Miller?— dijo el otro médico forense al llegar y no verlo a
Porque la única razón de que hubiera escogido la carrera que había escogido era la venganza, ahora a sus veintitres años de edad estaba por terminar su carrera de medicina, especializada en medicina forense, que, como niño prodigio que había sido, terminó unos años antes de lo que sería común.Por eso sabía perfectamente cuando salieron las pruebas para la becaria en la morgue, él ganaría a todos los demás candidatos y estaría mucho más cerca de su venganza.Pero ahí estaba, preocupado por quién sería su víctima y con una bolsa de comida china para llevar exponiéndose a la mirada inquisitiva y la distancia que Miller tenía siempre para él.Respiró hondo un par de veces y apretó el botón correspondiente del interfono al apartamento de Miller, pero nadie contestó.Morgan sonrió en tono de burla, pero se burlaba de sí mismo por lo ridículo que se sentía en ese momento ¿Qué esperaba? ¿Llegar con comida china y que su jefe le recibiera con los brazos abiertos?Resopló molesto y se giró par