— ¡Si señor, me llamó como me prometió, recuerdo que me dijo: "Cuando esté listo me vienes a buscar. " Cuando recibí su llamado vine, — dijo el chofer— eso sí, tuve que meterle el hombro para poder llevarlo hasta su casa, luego al llegar allí, lo llevé hasta su habitación, me alegra verlo hoy bien. — Tendrás una bonificación extra en tu pago este mes— dijo Hafid— ¿Qué dijo Jéssica? — A la señorita le llamé un taxi, como usted me dijo, estaba borracha para conducir, aun su auto está acá— dijo el chofer. — Si ya lo vi, voy a llamarla para que venga a buscar su automóvil— dijo Hafid— eso te hará ganar otra bonificación. —¡Gracias señor! Eso no es necesario, estoy haciendo mi trabajo— dijo el chofer. — Tranquilo, yo sé lo que hago— dijo él. Luego entró en la casa con Sylvia, le mostró cada habitación, ella abrió los clósets, empezó a sacar toda la ropa, que había de la primera esposa de Hafid. —¿Qué estás haciendo?— le dijo él. — ¡Sacando todo el pasado de tu vida, te dije que íba
Hafid se quedó mirando a Sylvia después de unos instantes dijo:— ¿Aceptarás la idea de ellos, de hacerse pasar por tus padres, sólo para justificar que ellos son los abuelos de los niños?— preguntó Hafid. — Realmente, nosotros no necesitamos decirle a los niños, que ellos son mis padres, solamente decirles que son los abuelos, si los niños preguntan, se les da una información congruente, pero creo que no habrá problemas por los momentos— dijo Sylvia. — Sí tienes razón, ahora ellos son de muy poco razonamiento de quiénes son su familia y porque serán sus abuelos y después ya más grande se les explica porque son familia— dijo Hafid. — Sí, así que démosle la oportunidad de todas maneras, las visitas deben de ser vigiladas— dijo Sylvia— pueden cometer imprudencias. — Me parece muy sensato, porque no queremos que en una de esas, vengan a hablarle acerca de Rachel, no quiero que se aprovechen— dijo Hafid— no son gente confiable. — Entonces quedamos así, les diremos cuáles son las c
Al día siguiente Hafid y la madre de los niños, se dirigieron a la cita con los abuelos maternos de sus hijos, ya ellos estaban en el lugar; cuándo estuvieron los cuatro reunidos, Sylvia expresó las condiciones de ellos, como padres. Ella les contó, cómo los niños, por sí solos habían deducido, que ellos eran familia de ella; las visitas serían supervisadas y monitoreadas, para evitar que cometieran alguna imprudencia al hablar de la madre real, delante de Amira y Farid. Hafid intervino la conversación, diciendo:— A la primera infracción de parte de ustedes, les aseguro que no volverán a ver a los niños, los dos ya conocen el poder que tengo para anular cualquier derecho que crean tener. — Está bien Hafid, no tienes porque amenazarnos, nosotros cumpliremos las normas y nos ajustaremos a lo requerido por ustedes— dijo la señora. —Mientras ustedes se comporten de manera adecuada, de mí tendrán toda la consideración, — dijo Hafid— pero si intentan traspasar los límites, me conocer
Al día siguiente Hafid y la madre de los niños, se dirigieron a la cita con los abuelos maternos de sus hijos, ya ellos estaban en el lugar; cuándo estuvieron los cuatro reunidos, Sylvia expresó las condiciones de ellos, como padres. Ella les contó, cómo los niños, por sí solos habían deducido, que ellos eran familia de ella; las visitas serían supervisadas y monitoreadas, para evitar que cometieran alguna imprudencia al hablar de la madre real, delante de Amira y Farid. Hafid intervino la conversación, diciendo:— A la primera infracción de parte de ustedes, les aseguro que no volverán a ver a los niños, los dos ya conocen el poder que tengo para anular cualquier derecho que crean tener. — Está bien Hafid, no tienes porque amenazarnos, nosotros cumpliremos las normas y nos ajustaremos a lo requerido por ustedes— dijo la señora. —Mientras ustedes se comporten de manera adecuada, de mí tendrán toda la consideración, — dijo Hafid— pero si intentan traspasar los límites, me conocer
Sylvia, los abrazó en gesto cariñoso. — ¡Hola! ¿Cómo están ustedes? Me alegro de tenerlos acá, gracias por venir y conocer a los niños— dijo ella. — Nosotros, también estamos felices de estar acá hija, gracias por la oportunidad qué tenemos de verlos, no sabes lo que significa esto para nosotros— dijo la abuela. —¡Vengan abuelos, quiero mostrarles nuestra habitación!— dijeron los niños al unísono. Cada uno, tomó a uno de los abuelos por la mano y los condujo hasta el interior de la casa, Sylvia los seguía. Amira y Farid les mostraron sus juguetes, su ropa, cualquier cosa, que a ellos les pareció de interés para mostrar, se las mostraron a los abuelos, para que según lo niños los fuesen conociendo. Amira y Farid se colocaron para posar para una foto. —¡Mamá, tomamos unas fotos con los abuelos por favor! Y también tú— dijo Amira.Así estuvieron entretenidos hasta la hora del almuerzo, luego les hicieron los honores y los llevaron hasta el comedor y los niños hicieron los honore
— Es un buen punto de vista— dijo él— será entonces que yo he complicado mi vida. — Esa respuesta la tienes tú— dijo ella. — ¿Estás enojada conmigo?— preguntó él. — No tengo porque— dijo ella. — Quizás por haber salido sin despedirte de mi madre y mi hermana— se atrevió a decir Hafid. — Tu tienes tus razones y aunque tengo mis sospechas— dijo ella— no son sino suposiciones y eso no ayuda mucho. Él la miró con un brillo extraño en la mirada, que a ella le hizo sentir un calor extraño. — ¿Sabes algo muchachita?— dijo Hafid— me estás gustando y eso no me agrada. Ella arrugó el entrecejo sin comprender lo que le estaba diciendo. — ¿Qué está sucediendo?— preguntó ella. — No me hagas caso—dijo Hafid. Sylvia se quedó meditando aquello que dijo él, su mirada le había removido algo internamente que no sabía que era, nunca había experimentado este sentimiento. Hafid se encerró en su estudio, allí estaba la foto de Rachel, sonriente y llena de vida; ¿porque tenía que amarla tanto? ¿C
— Hafid, ¡Es un juego de collar y aretes!— exclamó ella. — Yo sé lo que es, ¿Te gusta?— preguntó él. — ¡Es exquisitamente hermoso!— dijo Sylvia. Él sonrió ante el rostro emocionado de ella y dijo: — Es tu regalo de Navidad— dijo él. Ella abrió los ojos como platos y dijo:— ¡Hafid, eso debió costarte una fortuna!— dijo ella. — No te creas, ¿quieres que te lo coloque para que puedas ver cómo se te ve en el cuello?—preguntó él. Ella asintió con la cabeza, se dió la vuelta alzando un poco su cabellera para que se le hiciera más cómodo colocarle el collar. Se vio en el espejo y la imagen era imponente. —Te ves regia— dijo él— quiero que lo uses en la celebración de año nuevo. — ¡Gracias! — dijo ella— mi regalo no fue tan sofisticado. — ¡A mí me encantó!— dijo él. Se prepararon para dormir, ella entró en el vestidor para evitar desnudarse de él, Hafid sonrió al recordar el incidente de unos días atrás, pronto estuvo listo para estar bajo las sábanas. Cuando ella entró al cuarto
A la mañana siguiente, Hafid estuvo muy temprano en el hospital, los resultados habían arrojado que Sylvia tenía una bacteria, que le había provocado una severa infección intestinal. El doctor le mandó una dieta estricta y mucho reposo, hasta que su sistema estuviese por completo restablecido. Hafid al llevarla hasta el auto le preguntó. — ¿Qué pudo, haberte ocasionado esa infección? Ayer, en la noche de Navidad, estabas bastante bien y muy tranquila,dijo él, algo de lo que comiste te desarrolló esa bacteria. — He estado revisando en mi memoria ese día, y la verdad que no tengo idea, cuando me levanté en la mañana, sentía mi cuerpo muy caliente, la verdad no entiendo; ¿qué sucedió? — dijo Sylvia. Tomé un baño y me fui al cuarto de labore no me provocó comer, fui a ver a los niños y no los desperté, me vine a la habitación, porque me sentía realmente agotada. Yo de verdad pensé, que tenías sueño, los niños fueron los que me alertaron al ver que tú seguías durmiendo tan tarde—