—Sabía que esto no era buena idea, pero no, tenías que ser tan testarudo y arriesgarte a venir. —Explota furioso Flavio, quien mira hacia atrás y veo como nos siguen dos camionetas las cuales no pertenecen a mis hombres—. ¡No te detengas! —Le grita al chofer, mientras baja el vidrio de su lado, toma una de las armas que se encontraban aquí y comienza a disparar, cuando una de las camionetas está a nuestro nivel, comienzan a empujarnos para desviarnos de nuestro camino.
—¿Qué intentan hacer? —Pregunto cortando cartucho de mi arma.
—Nos quieren llevar hacia esa parte de la autopista que esta desolada. —Comenta el chofer—. Hay un túnel, una vez allí temo lo peor.
Y justo como lo dijo llegamos a una parte bastante desolada, a lo lejos se vislumbran unas pequeñas luces procedentes de ese túnel, por lo demás todo está a
Yelizaveta BelucciDespués de dejar al bombón en su casa, regreso a la mía. En cuanto llegó donde se encuentran los guardias veo todo un caos, hombres corriendo de un lado para el otro gritándose instrucciones como si estuviesen esperando algo de lo cual aún no soy participe.—Hola Bill, ¿Sucede algo malo? —Pregunto al hombre que está apostando en las rejas.—Buenas noches, señorita Belucci. Creo que es mejor que entre sus padres están esperándola. —Responde un tanto cansado, sigo mi camino y me sorprende ver tanta gente despierta a esta hora, sé que siempre debemos de tener cuidado por el tipo de negocios de mi padre, pero en todos estos años nunca vi algo semejante, gente corriendo como si fuesen a un batallón de guerra con armas por doquier.Una vez que entró, me dirijo a la sala que supongo es donde me deben de esta
Días despuésMe encuentro en mi habitación donde he permanecido todos estos días enfurruñada por la paranoia de papá, sus malditos hombres no se me despegan ni cuando salgo a tomar el Sol, odio este maldito encierro y lo peor de todo es que tío Mich aun no me ha dicho nada del bombón, lo cual me tiene aún más inquieta, estoy mirando el techo de mi habitación cuando tocan a la puerta.—¡Adelante! —Les permito pasar.—Mi niña, ¿adivina qué? —Susurra tía Melike cuando cierra la puerta de mi habitación, me siento de inmediato y la miro sin comprender—. ¿No me digas que ya no quieres saber nada de Alexandre Carluccio? —Responde con tristeza, me levanto como resorte y corro hasta su lado.—Claro que quiero saber, pero ¿Cómo sabes que estoy interesada en él? —Inq
Alexandre—¿Han averiguado algo sobre los documentos que nos entregó el ruso? —Le pregunto a Flavio en cuanto éste ingresa a mi oficina.—No, toda la información esta encriptada, hemos tratado de rastrear quien le hizo esos pagos, pero es como si esa persona no existiese.—¿Y no podría ayudarnos alguno de los amigos de Bellini?—Ha intentado comunicarse con el teniente Amato, pero desde hace días no tiene información de su paradero. —Comenta Flavio y por la expresión de su rostro sé que está preocupado ante esta información.—¡Maldita sea! Ese hijo de perra nos tiene agarrados de las pelotas. —Expreso furioso dando un golpe en mi escritorio.—Debes de tranquilizarte Alexandre, tarde o temprano daremos con el responsable, así como tu madre lo logró en su tiempo, esta vez no ser&
Fabrizio—Espero que esta vez me tengas buenas noticias. —Le digo a mi hombre en cuanto traspasa la puerta de mi oficina.—Lo son jefe.—Te escucho.—Durante todos estos días hemos estado vigilando la mansión de los Belucci, la señorita Yelizaveta no había salido hasta está madrugada cuando al parecer se escapó con ayuda de un hombre que trabaja con ellos. Comencé a seguirlos y me di cuenta de que se dirigían al bar El bajo mundo, una vez ahí… bueno ella al parecer se quedó de ver con Alexandre Carluccio, estuvieron un pequeño rato platicando en la barra y después se fueron a la oficina de él, dónde estuvieron bastante tiempo juntos y después ella volvió a regresar a su mansión.Lo observo fijamente durante algunos segundos, sopesando mi siguiente movimiento.—Continú
Tomo a Yelizaveta del brazo y la pongo detrás de mi espalda, es posible que salga herida si comenzamos a discutir y ante todo no necesito que ella me proteja, cuando yo soy más que apto para protegernos a ambos, saco mi arma y también apunto a los hombres del señor Belucci.—No me parece que sea correcto que discutamos en nuestro primer encuentro suegro, creo que deberíamos de mantener una relación cordial, después de todo puede que antes de lo que se imagine seamos familia. —Comento con un rastro de diversión en mi voz.Su rostro pasa del desconcierto a la furia total cuando escucha que lo llamo suegro y la vena palpitante de su frente me indica que se avecina el peligro, dirige su mano a mi cuello y lo aprieta en un intento por provocarme miedo.—No pienso apuntarlo con mi arma, así como usted lo está haciendo conmigo suegro. —Vuelvo a enfatizar la palabra y su agarre
—Te tengo malas noticias Alexandre. —Me informa Flavio una vez que regreso a la mansión.—¿Qué ocurre? Te noto preocupado.—Encontraron muerto al teniente Amato, se ha hecho creer que sufrió de un infarto y que murió al instante, pero lo peor de todo no es eso.—¿Qué podría ser peor que eso?—Su familia esta desaparecida.—Debió ser ese hijo de perra, sabía que él nos podría ser de ayuda y decidió acabar con su vida, lo que me lleva a pensar que debe de tener infiltrados en la policía. —Paseo de un lado al otro desesperado, doy una vuelta más y lanzo un golpe contra la pared gritando de rabia.—¡Tranquilo! De alguna forma daremos con el responsable, las ratas tarde o temprano dejan un rastro.—¿Y Bellini?—Fue para ver que podía averiguar.<
Fabrizio—Hemos seguido a la hija de Belucci como nos lo encargo jefe. —Me informa uno de mis hombres.—¿Y qué noticias me tienes?—Al parecer su padre se enteró de que se vio a escondidas con Carluccio y salió como alma que lleva el diablo a su mansión, todo parecía indicar que acabaría con él.—¿Supongo que hay un, pero? —Inquiero frustrado.—Su hija escapo de su casa, llego antes donde Carluccio y lo defendió de su padre. También le hemos conseguido una cita con él, aunque fue un poco complicado accedió a verlo.Mi hombre me tiende un sobre el cual abro de inmediato y con una enorme sonrisa veo las fotos de Belucci apuntando con su arma al estúpido nieto de Giuseppe eso sin contar que su mano aprieta su cuello, tal parece que no lo soporta y justo eso es lo que aprovecharé, ese odio qu
Fabrizio—Le agradezco que haya accedido a verme señor Belucci. —Le comento al hombre frente a mí, en cuanto tomo asiento donde éste me indica.—A decir verdad, es que me dio un poco de curiosidad su insistencia en tener una reunión conmigo, dígame, Fabrizio ¿Por qué yo? ¿Qué clase de negocio es el que desea proponerme?—Me agrada que sea directo señor Belucci, sé que usted tiene varios negocios bastante fructíferos y que toda la zona de Cinque Terre le pertenece por lo que hacer negocios con usted sería un gran honor para mí. En cuanto al negocio que me gustaría ofrecerle es entrar al mercado automotriz. —Stefano me mira unos instantes, como sopesando que tan buen negocio podría ser el que acabo de ofrecerle.—En eso tiene razón Fabrizio, pero ¿Cómo me garantiza que lo que usted