Royal se quedó impactado por lo que dijo Kisa recientemente, así que la miró con los labios ligeramente separados.—No te estoy comparando con nadie, no era mi intención que pensaras eso —manifestó con sinceridad—. Pero no entiendo lo que está pasando. Además, tu casa está muy lejos de aquí y ya es muy noche como para que salgas de esta manera.—Si eso es lo que te preocupa, me quedaré en un hotel cercano esta noche. Mañana volveré por mi hermana y me despediré de Coral. También presentaré mi carta de renuncia en la empresa, y por supuesto, puedes dar por terminado el contrato.Royal se quedó helado ante sus palabras. ¿Porqué tenía esa actitud tan de repente? ¿Cómo podía arreglas las cosas con ella si no le decía qué era lo que la molestaba tanto?—No entiendo nada —se acercó a ella y tómo su brazo con un movimiento suave, sin ejercer ningún tipo fuerza ni violencia, pero lo suficiente para captar su atención—. Kisa, por favor, mírame y dime, ¿qué está pasando? ¿Por qué estás actuando
El corazón de Kisa latió con fuerza ante sus palabras. No podía creer lo que estaba escuchando. Aunque había sentido que su relación había evolucionado, no esperaba que Royal le confesara sus sentimientos de manera tan abierta y sincera.—¿Hablas en serio, Royal? —preguntó—. No estás jugando conmigo, ¿verdad?Royal movió la cabeza de un costado a otro, adoptando una expresión de resolución.—Por supuesto que no estoy jugando contigo, Kisa. ¿Cómo podría? Estamos casados. Si alguna vez has dudado de mi seriedad, quiero que sepas que tomé la decisión de casarme contigo porque tú tienes todo lo que yo siempre quise en una mujer. Aunque comenzamos este matrimonio como un acuerdo, como un contrato, te pedí que empezáramos a construir algo real porque me gustas mucho, y me he enamorado de ti.Hizo una pausa, permitiendo que sus palabras penetraran en el corazón de Kisa antes de continuar.—Me he enamorado de tu calidez, de tu sonrisa, de tu belleza, y no solo hablo de la belleza física, sino
Royal y Kisa se besaron profundamente, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos. Sus labios se encontraron en una danza apasionada, uniendo sus corazones y cuerpos en un acto de pura conexión. Kisa, en un impulso natural, rodeó con sus brazos la cintura de Royal, atrayéndolo aún más cerca, como si quisiera fusionarse completamente con él. Sus cuerpos se apretaron el uno contra el otro, buscando más intimidad en cada movimiento, en cada suspiro.El calor de sus besos se intensificaba, convirtiéndose en una necesidad urgente, en un deseo incontrolable que los consumía a ambos. Royal, sin dejar de besarla, empezó a moverse con lentitud, guiando a Kisa hacia atrás con suavidad. Cada paso que daban juntos era una promesa silenciosa, un acuerdo tácito de lo que estaba por venir. Sin separarse ni un instante, sus labios siguieron entrelazados, como si se alimentaran del aliento del otro. Royal continuó guiándola y sus cuerpos se movieron en perfecta armonía hasta que Kisa sinti
Katherine estaba sentada en una pequeña mesa de la cafetería frente a la empresa donde Royal estaba trabajando. Desde ahí, podía ver la ventana de su oficina, el cual se encontraba varios pisos arriba. Era difícil que él la notara a ella desde su posición, pero llevaba más de una hora removiendo con el cucharón el café que se había enfriado hacía mucho rato. Sus ojos permanecían clavados en la ventana, esperando ver algún movimiento, alguna señal de que él se encontraba allí dentro. Sabía que había llegado temprano esa mañana porque lo había visto entrar al edificio, impecable como siempre, con ese aire confiado que tanto la había atraído desde el principio.Katherine no tenía una razón real para estar ahí. No había un encuentro planificado, ni siquiera un mensaje previo. Pero algo en su interior le impedía moverse, como si una fuerza invisible la mantuviera anclada en ese lugar.«No puedo simplemente irme» pensaba mientras sus dedos jugaban con el borde de la taza. Su mente estaba ll
Katherine apretó el teléfono con fuerza en sus manos, leyendo y releyendo la respuesta de Royal, sintiendo un dolor punzante en el pecho que no la dejaba respirar con normalidad. Había pasado toda la noche componiendo un mensaje que le pareciera lo suficientemente razonable como para apelar a la parte más sensible de Royal, pero su respuesta había sido devastadora, como si cada palabra fuera una daga directa a su corazón.El mensaje que había enviado era claro:"Royal, me duele mucho que no respondas. ¿Acaso estás molesto por lo que pasó el otro día? Solo fue un beso, no tienes por qué enojarte tanto. No quiero que las cosas terminen así entre nosotros. No quiero que nos distanciemos tanto, porque recuerda que tenemos a nuestra hija en medio. Ella sufriría mucho si su padre y su madre pelean constantemente y, además, se vuelven muy lejanos. Por favor, no marques distancia por algo tan tonto como un beso."La respuesta de Royal llegó rápido, casi como si estuviera esperando su mensaje
El reloj marcaba las tres de la tarde cuando Katherine cruzó las puertas de cristal de la empresa de Royal. Sus tacones impactaban firmemente contra el suelo de mármol, atrayendo algunas miradas curiosas de los empleados que pasaban por el vestíbulo. Su porte era sublime, pero sus ojos delataban una seguridad peligrosa. No estaba ahí para una visita casual ni para tratar asuntos laborales. Katherine estaba decidida a hablar con Royal, y no aceptaría un "no" como respuesta.Subió en el ascensor hasta el último piso, donde se encontraba la oficina de Royal. Al llegar, su mirada se posó en Kisa que estaba detrás del escritorio, ocupada revisando unos documentos. Kisa, con una elegancia natural y una serenidad que solo empeoró el humor de Katherine, levantó la vista al escuchar los pasos acercándose.—Buenas tardes —dijo Kisa con cortesía, aunque sin una pizca de entusiasmo.—Anuncia mi llegada a Royal —demandó Katherine sin rodeos, ignorando cualquier formalidad.Kisa dejó a un lado los
Katherine giró los ojos hacia atrás en señal de fastidio.—He estado en esta empresa mucho antes que tú, Kisa Maidana. ¿Cómo dices que no tengo derechos? Este edificio y todo lo que hay en él es el patrimonio de mi hija, por lo tanto, también es mío —declaró.—¿Qué estás diciendo, Katherine? —reclamó Royal, con un claro tono de enfado—. Te exijo que no te tomes atribuciones que no te corresponden.—Royal, necesito hablar contigo. Es algo importante —suavizó su voz.Royal dejó los papeles que aún tenía en sus manos sobre el escritorio con un golpe seco, dejando clara su falta de interés en la conversación.—Una vez más, Katherine, tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Todo lo que debíamos decirnos ya lo dijimos en su momento —estableció, pero Katherine se mostró reacia a entender razones y avanzó un par de pasos hacia él, decidida.—Quizás, pero esto no puede esperar. Te lo diría ahora mismo, pero prefiero que estemos a solas ya que se trata de algo personal.Royal soltó un suspiro pe
A Katherine no le agradaba ni un poco la idea de que Kisa hubiera logrado conseguirle un espacio a solas con Royal. La sola idea de que ella tuviera que intervenir para que algo sucediera le resultaba incómoda y, por supuesto, odiaba depender de la ayuda de Kisa, su rival. Sabía que Kisa había sido quien le había facilitado la posibilidad de ver a Coral, lo que Royal había aceptado finalmente solo gracias a la intervención de Kisa. Ahora, por algún motivo que Katherine no podía comprender del todo, Kisa se encontraba nuevamente en medio de la situación, asegurándose de que tuviera la oportunidad de hablar a solas con él.La forma en que Kisa siempre lograba manejar las situaciones, obteniendo favores sin que pareciera esfuerzo alguno, le provocaba un malestar interno. Katherine sentía una rabia sorda al ver cómo, una vez más, tenía que estar agradecida por algo que no había conseguido por sí misma. Aquella actitud de Kisa, tan comprensiva y a veces incluso llena de lástima, le revolví