Marfil chasqueó la lengua con disgusto. Abigail seguía visitando a Richard como si todo siguiera bien entre ellos, como si todo estuviera normal. Por un breve momento, se preguntó qué ocurría realmente entre esos dos y qué podría hacer para poner fin a esa relación de una vez por todas. Pero descartó esos pensamientos con rapidez. No había venido por eso. Su objetivo esa noche era Lucas.Dirigió la mirada hacia la estructura de la mansión y estudió sus alrededores. No tardó en notar un árbol de grueso tronco cuyas ramas se extendían lo suficientemente cerca del tejado. Si lograba treparlo, podría llegar a la ventana de Lucas sin necesidad de entrar por la puerta principal.Respiró hondo y se acercó con sigilo hasta la base del árbol. Se aseguró de que no hubiese nadie cerca antes de impulsarse hacia arriba, aferrándose con firmeza al tronco y comenzando a trepar con agilidad. A medida que ascendía, sus dedos se enganchaban en la corteza rugosa, y sus piernas encontraban apoyo entre la
Marfil lo decía con tanta simpleza que resultaba inquietante. No había ni una pizca de miedo en su voz ni en su actitud. Casi parecía orgullosa de su hazaña.Lucas se pasó una mano por el cabello, intentando asimilar la insensatez de todo aquello. Su incredulidad se combinaba con el enojo y con el nerviosismo de imaginar lo que podría haber pasado si algo salía mal.—¿Perdiste la razón? —espetó, todavía en shock—. ¿Qué habría pasado si te resbalabas y te caías?Marfil lo miró fijamente y, lejos de sentirse avergonzada o arrepentida, sonrió con suficiencia. Luego, dio un par de pasos hacia él, reduciendo la distancia entre ambos.—Eso no ocurrió —respondió con una tranquilidad que casi resultaba irritante para Lucas—. Estoy aquí, frente a ti, sin ningún rasguño.Lucas dejó escapar un suspiro pesado y se cruzó de brazos. Su desconcierto seguía intacto, al igual que su molestia.—¿Por qué hiciste eso? —cuestionó, tratando de encontrarle lógica a una situación que no la tenía—. Lo que hic
—Es un trabajo de la universidad —aseveró con simpleza—. Tengo que entregarlo el viernes.Marfil torció los labios en un ademán de desaprobación y lo miró de reojo.—Aún tienes varios días —señaló con naturalidad—. Déjalo por hoy. Vayamos a tu cama.Sus manos se deslizaron por los brazos de Lucas hasta alcanzar su muñeca, tirando de él con intención de arrastrarlo hacia atrás. Pero Lucas apenas se movió, manteniéndose firme en su lugar.—Es un trabajo largo, así que tengo que terminarlo cuanto antes —declaró con firmeza, sin mirarla.Marfil frunció los labios con una expresión de fastidio infantil.—Ya es tarde, Lucas. Hay que dormir.Él giró levemente la cabeza y la miró con escepticismo.—¿Acaso planeas quedarte?Marfil parpadeó un par de veces antes de negar con la cabeza, soltándolo y enderezándose con un suspiro.—En realidad, no puedo hacerlo —admitió con sinceridad—. No puedo quedarme porque nadie debería ver que paso la noche aquí. Ni Richard, ni sus padres, ni siquiera los em
Marfil chasqueó la lengua y negó con la cabeza, dejando escapar una risa baja, casi divertida.—Qué tonto eres, Lucas. Nunca te dejaría por algo así. Solo te dije eso porque estabas muy alterado y necesitabas calmarte, pero lo tomaste demasiado en serio.—No podía tomarlo de otra manera.—Ya olvídalo. No vale la pena que te martirices por algo que ya pasó.Hubo un breve silencio en el que Marfil lo observó con intensidad, como si estuviera decidiendo cómo abordar la situación. Entonces, con un gesto suave pero decidido, alzó la mano y tomó el rostro de Lucas entre sus dedos, obligándolo a mirarla directamente a los ojos. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, pero su mirada reflejaba una profundidad que no siempre dejaba ver con facilidad.—¿Sabes por qué estoy aquí? Para demotrarte que tú me importas mucho más de lo que imaginas. Te necesito.Marfil volvió a rodearlo con sus brazos con una delicadeza inesperada, hundiendo su rostro en su cuello como si buscara refugiarse en é
Hubo un silencio prolongado después de su confesión. Marfil lo miró detenidamente y sus pupilas escrutaron la vulnerabilidad de Lucas. Lentamente, su semblante se suavizó, y con un gesto delicado, llevó una mano a su rostro, rozando su mejilla con la yema de los dedos. —Lucas… —susurró, en un tono que intentaba ser tranquilizador—. Ya hemos hablado de esto antes. Ya te dije que no tiene nada que ver contigo, que la razón por la que no tenemos una relación seria no es porque creo que seas inferior, o que no valgas como hombre.Sus dedos se deslizaron con suavidad por su piel antes de apartarse. Su voz no era fría, pero sí firme, como si intentara hacerle entender algo que él se negaba a aceptar.—Te lo he dicho muchas veces… Eres un hombre bueno. Eres valioso, y el hecho de que yo esté buscando otra cosa no significa que tú valgas menos.Lucas dejó escapar un suspiro tembloroso. Quería creerle, quería aceptar esas palabras y tomarlas como una verdad absoluta, pero dentro de él había u
—No pienses en el futuro —agregó Marfil—. Deja de pensar en lo que pasará después. Concéntrate en el presente. Piensa que ahora me tienes aquí, frente a ti, contigo. Solo somos tú y yo. No hay nadie más. En este momento, soy tuya. Y ya no tienes que sentirte inseguro, porque ahora solo existimos nosotros dos.Lucas sintió cómo su corazón latía con vehemencia contra su pecho. Quería creerle. Necesitaba creerle. Y cuando ella se acercó a su rostro, con esos ojos azules llenos de intensidad, su mundo entero pareció tambalearse.—Lucas… —susurró Marfil, con su aliento cálido rozando sus labios—. No dudes. Eres especial para mí. Lo eres. O no estaría aquí ahora, arriesgándolo todo. Créeme, no eres un hombre que vale poco. Cualquier mujer estaría orgullosa de tenerte. Y yo lo estoy.Lucas sintió un alivio repentino, como si el peso insoportable en su pecho se disipara un poco.—Y bueno… —Marfil continuó, con una leve sonrisa—. Quién sabe, tal vez en un futuro cambie de opinión y me quede co
Mientras tanto, en la amplia y elegante sala de la casa, Abigail hablaba con entusiasmo, gesticulando con las manos mientras relataba alguna anécdota que la tenía particularmente animada. Su voz era clara y su expresión vivaz, pero Richard, sentado a su lado en el sofá, apenas prestaba atención. Se reclinaba con los brazos extendidos sobre el respaldo y la mirada perdida en un punto indefinido de la habitación, completamente abstraído en sus propios pensamientos.Abigail, al notar su falta de reacción, frunció levemente el ceño y lo llamó con suavidad.—Richard... Richard.Al no recibir una respuesta inmediata, le tocó el hombro con delicadeza, tratando de sacarlo de su ensimismamiento.—¿Sí? —soltó él, volviendo en sí con cierto sobresalto.—Te estoy hablando, ¿me estás escuchando? —preguntó ella, entrelazando los dedos sobre su regazo.Richard asintió de manera casi mecánica.—Sí, claro que sí —respondió, sin convicción.Abigail lo observó en silencio durante unos segundos. Sus ojos
El comentario no pareció sentarle bien a Richard. Sus labios se tensaron por un instante, y luego dejó escapar un suspiro, pasándose una mano por la cara en un gesto de leve exasperación.—Abigail, por favor, no sigas con eso.—¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?—Porque no deberías sacar conclusiones por tu cuenta —dijo con firmeza, pero sin levantar la voz. Richard no acostumbraba alzar el volumen de su tono, y menos cuando hablaba con Abigail. Su mayor característica era que siempre se mantenía sereno, y rara vez se enfadaba—. Si empiezas a decir cosas así y luego el rumor llega a sus oídos, podrías causar un problema innecesario. No sería justo ni para Lucas ni para Marfil que alguien les adjudique sentimientos que no tienen.—No se lo he mencionado a nadie más, solo a ti —aseguró Abigail con serenidad, buscando sus ojos con cierta expectación.Richard exhaló con discreción, como si ponderara sus palabras antes de pronunciarlas.—Está bien, pero sería mejor que evitaras ese tipo de come