—Es un trabajo de la universidad —aseveró con simpleza—. Tengo que entregarlo el viernes.Marfil torció los labios en un ademán de desaprobación y lo miró de reojo.—Aún tienes varios días —señaló con naturalidad—. Déjalo por hoy. Vayamos a tu cama.Sus manos se deslizaron por los brazos de Lucas hasta alcanzar su muñeca, tirando de él con intención de arrastrarlo hacia atrás. Pero Lucas apenas se movió, manteniéndose firme en su lugar.—Es un trabajo largo, así que tengo que terminarlo cuanto antes —declaró con firmeza, sin mirarla.Marfil frunció los labios con una expresión de fastidio infantil.—Ya es tarde, Lucas. Hay que dormir.Él giró levemente la cabeza y la miró con escepticismo.—¿Acaso planeas quedarte?Marfil parpadeó un par de veces antes de negar con la cabeza, soltándolo y enderezándose con un suspiro.—En realidad, no puedo hacerlo —admitió con sinceridad—. No puedo quedarme porque nadie debería ver que paso la noche aquí. Ni Richard, ni sus padres, ni siquiera los em
Marfil chasqueó la lengua y negó con la cabeza, dejando escapar una risa baja, casi divertida.—Qué tonto eres, Lucas. Nunca te dejaría por algo así. Solo te dije eso porque estabas muy alterado y necesitabas calmarte, pero lo tomaste demasiado en serio.—No podía tomarlo de otra manera.—Ya olvídalo. No vale la pena que te martirices por algo que ya pasó.Hubo un breve silencio en el que Marfil lo observó con intensidad, como si estuviera decidiendo cómo abordar la situación. Entonces, con un gesto suave pero decidido, alzó la mano y tomó el rostro de Lucas entre sus dedos, obligándolo a mirarla directamente a los ojos. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, pero su mirada reflejaba una profundidad que no siempre dejaba ver con facilidad.—¿Sabes por qué estoy aquí? Para demotrarte que tú me importas mucho más de lo que imaginas. Te necesito.Marfil volvió a rodearlo con sus brazos con una delicadeza inesperada, hundiendo su rostro en su cuello como si buscara refugiarse en é
Hubo un silencio prolongado después de su confesión. Marfil lo miró detenidamente y sus pupilas escrutaron la vulnerabilidad de Lucas. Lentamente, su semblante se suavizó, y con un gesto delicado, llevó una mano a su rostro, rozando su mejilla con la yema de los dedos. —Lucas… —susurró, en un tono que intentaba ser tranquilizador—. Ya hemos hablado de esto antes. Ya te dije que no tiene nada que ver contigo, que la razón por la que no tenemos una relación seria no es porque creo que seas inferior, o que no valgas como hombre.Sus dedos se deslizaron con suavidad por su piel antes de apartarse. Su voz no era fría, pero sí firme, como si intentara hacerle entender algo que él se negaba a aceptar.—Te lo he dicho muchas veces… Eres un hombre bueno. Eres valioso, y el hecho de que yo esté buscando otra cosa no significa que tú valgas menos.Lucas dejó escapar un suspiro tembloroso. Quería creerle, quería aceptar esas palabras y tomarlas como una verdad absoluta, pero dentro de él había u
—No pienses en el futuro —agregó Marfil—. Deja de pensar en lo que pasará después. Concéntrate en el presente. Piensa que ahora me tienes aquí, frente a ti, contigo. Solo somos tú y yo. No hay nadie más. En este momento, soy tuya. Y ya no tienes que sentirte inseguro, porque ahora solo existimos nosotros dos.Lucas sintió cómo su corazón latía con vehemencia contra su pecho. Quería creerle. Necesitaba creerle. Y cuando ella se acercó a su rostro, con esos ojos azules llenos de intensidad, su mundo entero pareció tambalearse.—Lucas… —susurró Marfil, con su aliento cálido rozando sus labios—. No dudes. Eres especial para mí. Lo eres. O no estaría aquí ahora, arriesgándolo todo. Créeme, no eres un hombre que vale poco. Cualquier mujer estaría orgullosa de tenerte. Y yo lo estoy.Lucas sintió un alivio repentino, como si el peso insoportable en su pecho se disipara un poco.—Y bueno… —Marfil continuó, con una leve sonrisa—. Quién sabe, tal vez en un futuro cambie de opinión y me quede co
Mientras tanto, en la amplia y elegante sala de la casa, Abigail hablaba con entusiasmo, gesticulando con las manos mientras relataba alguna anécdota que la tenía particularmente animada. Su voz era clara y su expresión vivaz, pero Richard, sentado a su lado en el sofá, apenas prestaba atención. Se reclinaba con los brazos extendidos sobre el respaldo y la mirada perdida en un punto indefinido de la habitación, completamente abstraído en sus propios pensamientos.Abigail, al notar su falta de reacción, frunció levemente el ceño y lo llamó con suavidad.—Richard... Richard.Al no recibir una respuesta inmediata, le tocó el hombro con delicadeza, tratando de sacarlo de su ensimismamiento.—¿Sí? —soltó él, volviendo en sí con cierto sobresalto.—Te estoy hablando, ¿me estás escuchando? —preguntó ella, entrelazando los dedos sobre su regazo.Richard asintió de manera casi mecánica.—Sí, claro que sí —respondió, sin convicción.Abigail lo observó en silencio durante unos segundos. Sus ojos
El comentario no pareció sentarle bien a Richard. Sus labios se tensaron por un instante, y luego dejó escapar un suspiro, pasándose una mano por la cara en un gesto de leve exasperación.—Abigail, por favor, no sigas con eso.—¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?—Porque no deberías sacar conclusiones por tu cuenta —dijo con firmeza, pero sin levantar la voz. Richard no acostumbraba alzar el volumen de su tono, y menos cuando hablaba con Abigail. Su mayor característica era que siempre se mantenía sereno, y rara vez se enfadaba—. Si empiezas a decir cosas así y luego el rumor llega a sus oídos, podrías causar un problema innecesario. No sería justo ni para Lucas ni para Marfil que alguien les adjudique sentimientos que no tienen.—No se lo he mencionado a nadie más, solo a ti —aseguró Abigail con serenidad, buscando sus ojos con cierta expectación.Richard exhaló con discreción, como si ponderara sus palabras antes de pronunciarlas.—Está bien, pero sería mejor que evitaras ese tipo de come
Richard guardó silencio. No fue inmediato ni deliberado, simplemente se vio atrapado en un mar de pensamientos que lo sumieron en una introspección inesperada. La propuesta de Abigail, aunque sorpresiva, no le resultaba absurda. La comprendía. Sabía que ella tenía un deseo genuino de comprometerse, que quería formalizar lo que habían construido juntos. En el pasado, habían hablado de matrimonio, pero siempre de manera hipotética, como si fuera un concepto distante, algo que podía o no suceder en el futuro. Nunca lo habían discutido con la seriedad de una decisión inminente.Lo cierto era que Richard había considerado la idea de pedirle matrimonio. Después de dos años juntos, veía en ella a una mujer admirable, alguien con quien podría compartir su vida sin temor. Creía que sería una esposa excepcional, que formarían un hogar estable. Pero entonces apareció Marfil, y todo cambió. Su llegada sacudió los cimientos de su relación con Abigail, trastocando sus certezas y su forma de ver el
Un par de días después, Richard divisó a Marfil en la universidad. Estaba a cierta distancia, pero su presencia destacaba entre la multitud de estudiantes que transitaban por los pasillos. Sin pensarlo demasiado, avanzó hacia ella y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, la llamó por su nombre.Marfil levantó la mirada y, al reconocerlo, esbozó una sonrisa radiante.—¡Hola, Richard! —saludó con entusiasmo.—Hola —respondió él con amabilidad—. ¿Cómo has estado?—Muy bien —contestó ella, mientras llevaba una mano a su cabello para acomodar algunos mechones que caían sobre su hombro.Richard la observó con detenimiento. Había algo en ella que se veía diferente, como si su semblante reflejara una felicidad genuina que no siempre estaba ahí. —Te noto especialmente animada esta mañana. ¿Pasó algo bueno?El rostro de Marfil se iluminó aún más.—Sí —dijo con una leve risa—, es que este sábado es mi cumpleaños. Y aunque no tengo planes de hacer algo demasiado grande, tengo la sensación de q