Richard guardó silencio. No fue inmediato ni deliberado, simplemente se vio atrapado en un mar de pensamientos que lo sumieron en una introspección inesperada. La propuesta de Abigail, aunque sorpresiva, no le resultaba absurda. La comprendía. Sabía que ella tenía un deseo genuino de comprometerse, que quería formalizar lo que habían construido juntos. En el pasado, habían hablado de matrimonio, pero siempre de manera hipotética, como si fuera un concepto distante, algo que podía o no suceder en el futuro. Nunca lo habían discutido con la seriedad de una decisión inminente.Lo cierto era que Richard había considerado la idea de pedirle matrimonio. Después de dos años juntos, veía en ella a una mujer admirable, alguien con quien podría compartir su vida sin temor. Creía que sería una esposa excepcional, que formarían un hogar estable. Pero entonces apareció Marfil, y todo cambió. Su llegada sacudió los cimientos de su relación con Abigail, trastocando sus certezas y su forma de ver el
Un par de días después, Richard divisó a Marfil en la universidad. Estaba a cierta distancia, pero su presencia destacaba entre la multitud de estudiantes que transitaban por los pasillos. Sin pensarlo demasiado, avanzó hacia ella y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, la llamó por su nombre.Marfil levantó la mirada y, al reconocerlo, esbozó una sonrisa radiante.—¡Hola, Richard! —saludó con entusiasmo.—Hola —respondió él con amabilidad—. ¿Cómo has estado?—Muy bien —contestó ella, mientras llevaba una mano a su cabello para acomodar algunos mechones que caían sobre su hombro.Richard la observó con detenimiento. Había algo en ella que se veía diferente, como si su semblante reflejara una felicidad genuina que no siempre estaba ahí. —Te noto especialmente animada esta mañana. ¿Pasó algo bueno?El rostro de Marfil se iluminó aún más.—Sí —dijo con una leve risa—, es que este sábado es mi cumpleaños. Y aunque no tengo planes de hacer algo demasiado grande, tengo la sensación de q
Lucas sintió un dolor punzante en el pecho. No le había contado a Marissa ni a Esteban que se había reencontrado con Marfil, que habían pasado tiempo juntos y que algo había sucedido entre ellos.—Bueno, es que ella…—Ustedes están juntos otra vez —interrumpió Marissa—. Es obvio, vi cómo la mirabas desde el escenario, y ella también te observaba a ti. Te aplaudía con orgullo y hasta te lanzaba besos con las manos, mientras tú tenías esa molesta cara de enamorado que pones cuando la ves o hablas de ella.—Espera un segundo... —Lucas intentó hablar, pero Marissa no le dio oportunidad.—Ahora entiendo por qué decidiste no venir con Esteban y conmigo. Preferiste viajar solo, alquilar un coche y traerla contigo. Además, ¿no se suponía que habías decidido olvidarla? ¿No dijiste que no la buscarías más? —Yo no la busqué, ella… vino hacia mí —confesó Lucas.—Eso da igual, debiste rechazarla.—No pude —admitió Lucas—. O mejor dicho, no quise.Marissa permaneció en silencio, con la cabeza agac
Minutos después de que Lucas estuviese inmerso en sus pensamientos, sintió que una mano tocó su espalda. Éste volteó con el semblante decaído, viendo a Marfil de pie frente a él.—¿Nos vamos? —preguntó ella.—S-Sí —tartamudeó, sin poder esconder su consternación.—¿Te sucede algo? —cuestionó Marfil.—No, vámonos.Entonces, subieron al coche y partieron hacia el hotel.En todo ese lapso, Lucas no articuló palabra. Permaneció ensimismado, recordando todo lo que Marissa le había dicho.¿Qué debería hacer? ¿Intentar recuperar su amistad con ella? Marissa significaba mucho para él, no quería que las cosas acabaran de esa forma y creía que debía encontrar una solución.Desde lo más profundo de sus cavilaciones, Lucas escuchó el sonido de una bocina, lo cual hizo que diera un sobresalto. Giró el volante por impulso, moviendo el coche en zigzag.—¡Lucas! —vociferó Marfil.Totalmente espabilado, Lucas se estacionó a un costado de la carretera.—¿Cuál es tu problema? ¡Por poco nos matas! —repro
Lucas pasó una mano por su cabello, exhalando un suspiro cansado.—Trataré de arreglar las cosas con ella en algún momento…Marfil rodó los ojos y negó con la cabeza.—Por favor, Lucas. No tienes por qué rogarle a esa tipa. Si ella realmente valora tu amistad, tarde o temprano se acercará por su cuenta. Y si lo que pretende es jugar a ser la víctima, entonces que siga sola con su jueguito. No te dejes manipular. ¿Entiendes?De pronto, Marfil lo observó con el ceño fruncido.—Tú me dijiste que eras feliz conmigo… ¿O me mentiste? —agregó.Lucas levantó la cabeza con rapidez, como si la acusación lo hubiera golpeado directamente en el pecho.—No, por supuesto que no. Eso es verdad. Yo soy feliz contigo.—Entonces eso fue lo que debiste dejarle claro a esa mujer —replicó Marfil con frialdad—. Pero rompiste nuestra discreción. ¿Sabes que esto podría considerarlo una traición, verdad? Me fallaste, Lucas. Traicionaste mi confianza. Y no solo eso, sino que le contaste sobre nosotros a alguien
El dueño de aquel polvo lo recogió y miró a Lucas con enfado.—¡Oye! ¡¿Tienes idea de cuánto cuesta esto?! —reprochó, dándole un fuerte empujón.—¡Oiga! Tranquilícese, por favor —intervino Marfil.—¿Acaso eres su guardaespaldas? ¿No puede defenderse por su cuenta?—Hemos venido por un poco de diversión, no buscamos problemas —aclaró ella.—¿No quieres problemas? ¿Qué harás? ¿Responderás por él? —la tomó del brazo y la presionó contra él, lo cual fue más que suficiente para sacar a Lucas de sus cabales.—¡Suéltala! —vociferó, agarrando a Marfil de la cintura y liberándola de aquel tipo.—¿Ya vas a asumir tu error sin depender de la chica? ¿O prefieres que me la lleve para saldar cuentas? —el hombre clavó sus ojos en ella y la miró de pies a cabeza—. Por cierto, no está nada mal, la aceptaría como forma de pago —lo provocó.—¡¿Qué estás diciendo, infeliz?! —Lucas lo tomó del cuello con fuerza y con el fin de asfixiarlo.—¡Lucas, detente! —escuchó la voz de Marfil por detrás, pero decidi
Lucas esbozó una sonrisa amarga, como si hubiera anticipado aquella respuesta.—Sé que para ti no es fácil expresar lo que sientes… —manifestó con suavidad y comprensión—. Pero no hace falta que lo digas en palabras. Yo lo percibo en la manera en que me miras, en esos pequeños gestos que demuestran lo que realmente piensas y sientes. Veo en ti esa conexión que va más allá del deseo superficial, esa complicidad que solo surge cuando hay algo más profundo. Si lo único que te importara fuera el sexo, eso sería todo lo que me darías. Y, sin embargo, aquí estamos, compartiendo algo más. Estamos juntos, no por lo efímero, sino por lo que realmente nos une.Se asomó un poco más hacia ella, buscando su mirada, sin presionarla, pero dejándole claro que no tenía intención de dar marcha atrás.—Hay algo entre nosotros que no puedes negar, un vínculo fuerte. Y no quiero que sigas luchando contra lo que sientes.Marfil sintió una presión en el pecho. Su instinto le decía que lo apartara, que no le
Marfil lo contempló durante varios segundos, sin apartar la mirada ni por un instante. —Lucas, escúchame bien —dijo con precisión—. Si me haces esta promesa y yo decido quedarme contigo, quiero que entiendas algo con absoluta claridad: no voy a permitir que me dejes. No aceptaré dudas ni titubeos. No aceptaré que un día despiertes sintiendo que todo esto fue demasiado, que te cansaste de trabajar duro solo para darme la vida que deseo. Porque si me das tu palabra ahora, yo la sostendré contigo, y si alguna vez intentas alejarte, seré yo quien te recuerde lo que me prometiste.Sus palabras eran un pacto, una sentencia que no dejaba espacio para las medias tintas ni para las incertidumbres. Lucas, aunque conmovido, también sintió el peso de esa declaración. La observó con detenimiento, buscando entre sus facciones una grieta, un indicio de vacilación, pero no encontró nada.Tragó saliva antes de responder, sin apartar la vista de ella.—Pero tú también estás haciendo una carrera, ¿no?