Lucas miró a Marfil con asombro, a la que acababa de aparecer de repente entre él y su acompañante. A pesar de la situación, ella no retrocedió ni mostró intención de apartarse. Se quedó ahí, con una expresión en el rostro que podía interpretarse como un reclamo disimulado, aunque con un autocontrol admirable. La mujer que estaba con Lucas también se sorprendió por la aparición inesperada de Marfil y, tras una pausa concisa, le saludó con cortesía.—Hola, ¿cómo estás?Lucas deslizó la mirada entre ambas mujeres antes de agregar su saludo.—Hola, Marfil. ¿Qué se te ofrece?Marfil, sin cambiar su expresión y sin titubeos, sostuvo la mirada de Lucas para dar su respuesta.—Necesito hablar contigo a solas.Su actitud tan directa y determinada lo dejó sin palabras por un instante. No era común en ella actuar de esa manera, y eso lo desconcertaba. La chica que estaba con Lucas también sintió la incomodidad de la situación, así que, después de un momento de silencio, decidió dar un paso atrá
—Ya, Lucas, por favor —impuso Marfil, intentando permanecer serena mientras echaba un vistazo a su alrededor, sintiéndose nerviosa—. No hablemos de esto aquí, en medio del campus.Lucas frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho mientras la observaba con intriga.—¿Y entonces para qué me trajiste hasta aquí? —cuestionó—. Fuiste tú quien me pidió que habláramos, incluso hiciste que mi compañera se alejara para que pudiéramos estar a solas.Marfil mordió su labio inferior, sintiendo el peso de sus propias acciones. Desvió la mirada y suspiró antes de responder.—Sí, bueno... Tal vez no debí hacerlo. Quizás no debí acercarme a ti —indicó—. Es solo que... sentí curiosidad. Pensé que tal vez estabas saliendo con ella.Lucas parpadeó, asombrado por sus palabras.—¿Qué? ¿Saliendo con ella? —repitió, como si le costara procesarlo—. No, no. Es solo mi compañera de carrera. Estamos en el mismo año y nos conocemos desde el primero... así que...Marfil volvió a fijar sus ojos en él, con
Marfil se quedó callada. No podía decirle la verdad. No podía admitir que había ido tras Lucas porque los celos la habían consumido al verlo con otra. Sus labios entreabiertos quedaron mudos mientras su mirada se tornaba inquieta. Sus ojos azules, normalmente serenos, parpadearon con un destello de incertidumbre, recorriendo fugazmente los rasgos de Richard antes de apartarse. No quería que él notara la lucha interna que se libraba en su mente.Finalmente, humedeció sus labios y tomó aire. No podía quedarse en silencio por mucho más tiempo. Miró a Richard, fingiendo una calma que no sentía, y se preparó para responder.—Nada importante. Solo quería preguntarle si había alguna novedad sobre la anulación del matrimonio. Y, por supuesto, no podíamos hablar de eso en la entrada de la universidad —manifestó—. Además, tampoco es un tema que deba mencionarse aquí, considerando que estamos en la biblioteca.Richard, que había mantenido una expresión seria hasta ese momento, de repente pareci
Richard la observó en silencio, dejando que su mirada vagara sin prisa por cada detalle de su rostro, como si hasta ahora estuviera descubriéndola por primera vez. Era extraño, porque había visto a Marfil muchas veces antes, había compartido momentos con ella, hablado con ella, incluso discutido con ella. Y sin embargo, nunca la había mirado así. Nunca se había detenido a apreciar cada línea, cada curva sutil que conformaba su belleza con la misma intensidad con la que un artista contempla su obra maestra después de plasmarla en un lienzo.Su cabello, de un castaño claro que bajo la luz del sol parecía rozar los tonos dorados, caía con suavidad enmarcando su rostro con la elegancia de una seda fina. Richard notó cómo algunos mechones más claros se mezclaban con otros más oscuros, creando un juego de sombras y luces que acentuaba aún más la delicadeza de su piel. Era una piel tan blanca, tan impecable, que le recordaba la pureza de la porcelana más fina, esa que solo los artesanos más
De repente, hubo un instante en que niguno articuló palabra alguna. Marfil aprovechó el silencio entre ellos y se asomó ligeramente hacia él, apoyándose sobre la mesa que los separaba, lo justo para que su perfume llegara a Richard y para que sintiera la calidez de su presencia sin que fuera demasiado evidente.—No sabía que tenías ese lado encantador —dijo en un tono juguetón—. Siempre eres tan serio… es refrescante verte de esta forma.Él soltó una risa baja, desviando la mirada por un segundo.—No suelo ser así.—Lo sé —alegó ella, con una sonrisa que parecía inocente, pero que en realidad escondía una intención clara—. ¿Entonces eso significa que solo yo puedo verte de esta manera?Richard volvió a mirarla, y de nuevo, sus ojos recorrieron su rostro de manera más prolongada de lo que debería.Marfil lo sintió. Sintió el momento exacto en que él bajó la guardia, cuando su atención dejó de ser simplemente una cortesía y se convirtió en algo más.Ella mordió levemente su labio inferi
Richard y Marfil fueron esa tarde a jugar básquetbol. Pasaron un par de horas hasta que el cielo comenzó a nublarse rápidamente, oscureciéndose de manera inquietante. Los truenos retumbaron en la distancia y los relámpagos iluminaron fugazmente las nubes densas. Richard, al notar el inminente aguacero, sugirió que se fueran cuanto antes para evitar quedar atrapados en la tormenta. Marfil estuvo de acuerdo, y ambos subieron al vehículo.La cancha no quedaba tan lejos, pero sí a una distancia considerable. Richard debía llevar primero a Marfil a su casa antes de regresar a la suya. Sin embargo, cuando estaban a mitad del camino, la lluvia comenzó a caer con una intensidad feroz. En cuestión de segundos, el agua golpeaba con fuerza el parabrisas, y aunque los limpiaparabrisas trabajaban al máximo, apenas lograban despejar la vista. Conducir en esas condiciones se volvió complicado.Marfil, observando la situación, expresó su preocupación.—Richard, no deberíamos seguir avanzando así. Pod
Richard sintió un vuelco en el pecho y su respiración se hizo más pesada. Había algo en la forma en que Marfil lo miraba, en la manera en que sus palabras se deslizaron de sus labios, que hizo que su mente se nublara momentáneamente.—Eso es cierto —logró decir, sintiendo cómo su propia voz sonaba más ronca de lo habitual—. Yo te protegeré. No permitiría que nada malo te pasara, Marfil.Ella sonrió de nuevo, brindándole una sonrisa dulce, casi melancólica. Levantó una de sus manos y la posó suavemente sobre la mejilla de Richard.—Eres un buen hombre, Richard —manifestó—. Abigail es muy afortunada de tener a alguien como tú.El sonido del nombre de Abigail cayó como un recordatorio amargo. Richard parpadeó, como si algo en su mente intentara traerlo de vuelta a la realidad. Pero Marfil no le dio tiempo. Sus dedos rozaron con suavidad la línea de su mandíbula, como si lo estuviera admirando.—A decir verdad… —añadió ella—. Me gustaría algún día conocer a un hombre como tú. Alguien que m
Richard se quedó en silencio, sumido en una maraña de pensamientos y emociones que lo abrumaban. Su respiración era pesada, y sentía una molestia en el pecho que no sabía cómo aliviar. Frente a él, Marfil se levantó del sofá con calma, pero no se acercó más. En cambio, se quedó de pie, mirándolo detenidamente. —Richard... lo siento mucho —dijo ella con suavidad y con una voz envolvente, como si cada palabra estuviera destinada a serenar la tormenta interna que él estaba viviendo—. Fue solo... algo del momento. La lluvia, el aroma del chocolate, la forma en que estábamos conversando... se creó un ambiente tan especial entre nosotros. Supongo que fue fácil dejarnos llevar por la atmósfera.Richard no respondió de inmediato. Sus labios aún ardían con el recuerdo del beso y su mente repitía una y otra vez la sensación de los labios de Marfil sobre los suyos. Fue un beso impulsivo, sí, pero no vacío. Fue un beso que le había gustado, que había despertado algo en él que no debería haber de