Marfil y Richard permanecieron en silencio, con sus miradas atrapadas en una tensión invisible que parecía envolverlos por completo. Ninguno de los dos se atrevía a romper el momento, aunque en sus mentes bullían pensamientos caóticos. Richard, con el peso de la culpa oprimiéndole el pecho, no sabía qué decir ni cómo actuar. Marfil, por su parte, comprendía que insistir demasiado podría ser contraproducente. No quería asustarlo ni hacer que se alejara aún más. La clave estaba en la paciencia, en sembrar la semilla y dejar que él, poco a poco, se acercara a ella por su propia cuenta.El ambiente en la habitación seguía llena de emociones cuando, de repente, la lluvia comenzó a calmarse. Los truenos que antes rugían con intensidad se volvieron más tenues. Fue entonces cuando la señora que les había brindado refugio salió de la cocina y se encontró con ambos de pie, sin moverse ni decir palabra. Su instinto le indicó que algo ocurría entre ellos, por lo que preguntó con amabilidad.— ¿Es
Marfil pasó varios días meditando sobre la mejor estrategia para acercar a Richard a ella sin que él sospechara de sus intenciones. Sabía que no podía insistir demasiado, porque eso solo lo alejaría más. En cambio, debía hacer que él mismo sintiera la necesidad de buscarla, que la extrañara, que deseara volver a verla sin que ella tuviera que dar el primer paso.Por eso, en los primeros días no hizo absolutamente nada. Se limitó a seguir con su vida como si la conversación en el auto nunca hubiera ocurrido. No le escribió, no intentó coincidir con él en ningún lugar, ni siquiera buscó llamar su atención de manera indirecta. Simplemente desapareció de su entorno, confiando en que la ausencia haría su trabajo. Porque si algo tenía claro era que Richard lo disfrutaba, que pasaba un buen rato cuando estaba con ella, que se sentía importante cuando ella lo elogiaba, y que, aunque intentara negarlo, le gustaba su compañía.Sin embargo, conforme pasaron los días y Richard no daba señales de
Lucas soltó una leve risa y asintió.—Tienes razón. No te preocupes, voy en unos minutos —respondió con naturalidad.La chica le dio una palmadita en el hombro antes de despedirse.—Está bien. Nos vemos pronto —articuló, y con una última sonrisa, se alejó.Marfil siguió cada uno de sus movimientos con la mirada, sintiendo una creciente irritación en su interior. El simple hecho de que la chica se sintiera con la confianza suficiente para tocar a Lucas de esa manera la molestó profundamente.—"Está bien, nos vemos pronto" —la remedó, haciendo gestos como queriendo burlarse de ella.De pronto, Marfil giró el rostro hacia Lucas y notó que él sonreía con diversión.—¿Qué te sucede? ¿Por qué sonríes como un idiota? —soltó con tono mordaz.Lucas la miró con una expresión cómica y arqueó una ceja.—¿A qué se debe tanta agresividad? ¿Qué fue lo que te hice?Marfil dejó escapar una risa irónica y lo miró con incredulidad.—¿Te parece poco lo que acaba de pasar?Lucas ladeó la cabeza, fingiendo
El sonido del motor de un auto deteniéndose en la entrada de la mansión llamó la atención de Richard. Se acercó a la puerta y observó a Lucas bajarse del vehículo con una expresión tranquila, casi relajada. Richard arqueó una ceja al notar el automóvil, uno que claramente no pertenecía a su amigo.—¿Rentaste un auto? —preguntó con curiosidad, cruzándose de brazos mientras lo observaba.Lucas cerró la puerta con un movimiento fluido y le dedicó una sonrisa despreocupada.—Sí, así es —respondió con simpleza.Richard frunció ligeramente el ceño, intrigado por su actitud.—¿Y eso? ¿Por qué? —insistió, dando un paso más cerca.Lucas miró de reojo el auto antes de volver la vista a su amigo.—Tengo planeado hacer algo esta noche —contestó, con ese tono que sugería que no daría más detalles fácilmente.Richard lo estudió por un momento, hasta que una sonrisa astuta se dibujó en su rostro. Había algo en la expresión de Lucas, en la forma en que parecía ligeramente evasivo pero al mismo tiempo
De pronto, Marfil giró la cabeza hacia él y lo miró con sorpresa.—¿Acaso vienes de otro siglo? —soltó, divertida.—Dijiste que podía escuchar lo que quisiera —respondió él con una sonrisa.—No pensé que ese tipo de música fuera tu estilo, ¿eres un anciano con cirugías plásticas o algo así? —bromeó, tras escuchar que la canción que Lucas dejó sonando era una de los años ochenta.Él, sin embargo, en lugar de molestarse, rió ante su comentario.—No sabía que eras tan despectiva —replicó.—No lo soy, pero démosle una oportunidad —Marfil alzó el volumen de la música.Después de varios minutos de trayecto, ingresaron a un área repleta de coches, distribuidos con cierta distancia entre ellos. —¿Este es el lugar? —preguntó ella.Repentinamente, una gran pantalla se encendió frente a ellos, indicando el inicio de una película.—Sí, aquí es el autocinema —respondió él—. ¿Ya has venido alguna vez?—En realidad, no —admitió Marfil.—Wow, ¡qué privilegio! Otra vez soy el primero —una sonrisa jug
Cuando Lucas detuvo el auto frente a la mansión, apagó el motor y giró la cabeza hacia Marfil, queriendo prolongar un poco más el momento. Había algo en ella que lo mantenía cautivo, y aunque la noche estaba llegando a su fin, él no quería despedirse todavía. Se bajó del vehículo casi al mismo tiempo que ella, con la intención de acompañarla hasta la puerta, pero Marfil detuvo su paso y lo miró con una leve sonrisa en los labios.—No es necesario que me acompañes —articuló con voz serena—. Podemos despedirnos aquí.Lucas arqueó una ceja, no demasiado convencido.—¿Segura? No me cuesta nada caminar contigo hasta la puerta.—Segura —respondió ella sin dudar.Lucas suspiró con resignación y se quedó quieto junto al auto, pero aún sin intención de marcharse. —La verdad es que me gustaría volver a verte mañana —manifestó.Marfil parpadeó y bajó la mirada por un instante, como si meditara su respuesta. Lucas captó la vacilación en su expresión y decidió insistir.—Por favor —susurró con un
El sábado por la tarde, Lucas pasó por Marfil en el coche rentado y la recogió en la mansión. Fueron juntos a un restaurante de clase media, no lujoso, pero acogedor. Era de esos lugares donde la carne se cocina en una parrilla en el centro de la mesa.Lucas se encargó de todo el proceso con una calma que reflejaba su confianza en la cocina. Con paciencia, cocinó la carne a fuego lento, asegurándose de que estuviera perfectamente sazonada y cocida. Mientras tanto, decidieron pedir algunos aperitivos para disfrutar mientras esperaban a que el plato principal estuviera listo. Los pequeños bocados fueron acompañados de refrescantes bebidas de soda, que ayudaron a que la conversación fluyera de manera relajada. A medida que la noche avanzaba, también se sirvieron un poco de alcohol, lo que añadió un toque de diversión a la velada. Las risas llenaban la atmósfera, y los comentarios eran ligeros y sin importancia, cubriendo temas triviales que mantenían la conversación animada.Todo parecía
Lucas dejó escapar una risa amarga, seca, que parecía brotar desde lo más profundo de su decepción. Sus labios se curvaron en una sonrisa torcida, pero sus ojos no reflejaban alegría alguna. Era una risa de derrota, de escepticismo, una risa que escondía el sabor agrio de la impotencia. Miró a Marfil con una expresión de dolor, con una súplica muda que nunca llegaría a pronunciar.—No puedo ofrecerte más, Lucas —agregó ella con serenidad, aunque en su voz vibraba una nota de compasión.Las palabras atravesaron a al hombre como un filo helado. ¿No podía ofrecerle más? ¿Eso era todo? ¿Así de simple?El vacío se instaló en su pecho como una fiera encadenada, una bestia salvaje que, aunque atrapada, no dejaba de luchar, de retorcerse con desesperación por algo que nunca podría tener. Era un deseo insaciable que lo devoraba por dentro, un anhelo profundo y doloroso que no parecía encontrar fin. La quería con una intensidad que no podía controlar, la quería en serio, con cada fibra de su se