Marfil salió primero del pasillo donde había tenido lugar la confrontación con Abigail. Su andar era rápido, como si necesitara dejar todo aquello atrás de una vez. No miraba a nadie, no se detenía por nada, y llevaba la espalda erguida con el rostro impasible.Lucas, que había permanecido cerca, la vio salir. Le llamó la atención el modo en que caminaba: con determinación, como si escapara de algo, o de alguien. Intuyó que ya iba tarde para su clase, pero también que algo más le sucedía. Y no tuvo que esperar mucho para entender que lo que había presenciado momentos antes no era un malentendido trivial.Pocos segundos después, vio salir a Abigail del mismo pasillo, pero su andar contrastaba por completo con el de Marfil. Abigail apenas podía dar un paso tras otro. Iba encorvada, con los brazos cruzados contra el pecho, como si intentara protegerse. Sus ojos estaban hinchados, rojos, llenos de lágrimas que no dejaban de correr por sus mejillas. A cada paso, se detenía a limpiarse la c
Lucas permaneció mirando a Abigail, inmóvil, como si sus piernas se hubieran anclado al suelo y su cerebro se negara a procesar la información que acababa de recibir. Tragó saliva con dificultad y, casi sin darse cuenta, murmuró:—No… eso no puede ser cierto… —su voz apenas fue un hilo, temblorosa, como si se negara a aceptar una verdad tan cruel. Negó suavemente con la cabeza, más como una reacción involuntaria que como un intento real de refutarla.No era posible. Abigail tenía que estar equivocada. Marfil no podía hacerle eso. Y mucho menos Richard. No ellos.—Los vi, Lucas. Ayer los vi besándose frente a un restaurante —expuso Abigail—. No me lo contaron. No fue un rumor. Fui yo quien los vio con estos ojos. Ellos también me vieron a mí. Y fue justo ahí cuando Richard decidió terminar conmigo. Ni siquiera lo negó. Lo hizo con la tranquilidad de alguien que solo estaba esperando para deshacerse de algo que ya le pesaba. Me dejó para poder estar con ella. Porque ya no quería esta re
Lucas salió del campus y empezó a caminar sin rumbo. Luego subió al metro, sin ir a ninguna parte en particular. Solo deambulaba por las calles, pensando en todo lo que había pasado, en Marfil, en Richard, y en cómo se suponía que iba a manejar las cosas de ahora en adelante.Después de varias horas, su celular empezó a sonar. Al mirar la pantalla, vio que el contacto era el de su compañera de trabajo.—¿Si? —contestó.—Lucas, ¿dónde estás? ¿Por qué no has llegado?«Mal-dita sea. Debía ir a la cafetería», pensó él.—El jefe no está, tienes tiempo de venir sin que se dé cuenta —añadió su compañera.—No iré hoy.—¿Qué dices?—Se me ha presentado un inconveniente, es un asunto personal, no podré asistir al trabajo. Anótalo como un día libre.—Pero...—Lo siento. Te lo compensaré —colgó.No tenía cabeza para ir a la cafetería y en ese momento no le importaba nada más. Se sentía humillado y sin dignidad después de todas las mentiras que se había tragado.Mientras tanto, en la mansión Fankh
—¿¡En serio!? —exclamó Vania, llevándose las manos a la cabeza—. ¡Ay, no puede ser!—Sí —respondió Marfil, afirmando con la cabeza—. Eso fue lo que pasó, pero ni Richard ni yo tuvimos jamás la intención de lastimarla. De todos modos, él ya tenía pensado terminar con ella. El problema fue que las circunstancias se anticiparon y… bueno, ella terminó viéndonos justo en ese momento. Yo entiendo que está muy dolida, lo entiendo de verdad. Pero no me quiso escuchar. También me acusó de cosas que no son ciertas.—¡Pues sabes qué! ¡Yo te comprendo! —soltó Vanya, levantando un poco la voz—. ¡Te entiendo porque estoy prácticamente en tu lugar! Abigail tampoco quiso escucharme. Me acusó de estar de tu lado, de haber planeado todo contigo… empezó a decir un montón de cosas sin sentido. No me dejó ni defenderme. ¡Ni una palabra! Cuando yo ni siquiera sabía lo que estaba pasando entre ustedes dos.—¿Tanto te duele que esté enojada contigo?—¡Pues claro que me duele! —replicó—. Pero lo que más me du
—Pero… —a Marfil se le quebró un poco la voz, pero trató de disimularlo—. ¿Qué crees que le dijo? ¿Qué fue lo que Abigail le contó?—Pues… probablemente lo mismo que me dijo a mí. Que Richard la estaba engañando contigo.El color se le fue del rostro a Marfil. Se le notó cómo el miedo le subió por todo el cuerpo, paralizándole los músculos. La ansiedad se le reflejaba en los ojos, que se movían de un lado a otro, como si buscaran una salida en medio de una habitación cerrada. Su respiración se volvió más agitada y por primera vez, en lugar de manipular o reírse de la situación, se vio vulnerable, desprotegida.—Lucas no debía estar metido en esto… —dijo, con un nudo en la garganta—. Él no tiene nada que ver con este asunto. ¡Nada!Y ahí fue cuando la molestia se le notó de verdad. Hasta ese momento había sido toda compostura, toda tranquilidad, pero la mención de Lucas fue suficiente para quebrar esa máscara. Estaba furiosa, y también desesperada. —Yo tampoco tenía nada que ver y aun
Vanya asintió lentamente, dejando que las palabras de su amiga se asentaran dentro de ella. —Bueno… es verdad. Además, Abigail y tú nunca fueron tan cercanas. Creo que ni siquiera eran amigas.Marfil ladeó un poco la cabeza y arqueó una ceja con cierta indiferencia, casi con un dejo de fastidio que intentó maquillar con diplomacia, aunque sin mucho esfuerzo.—No, no lo éramos —respondió con un tono neutro, aunque la falta de emoción en su voz revelaba claramente que no había ninguna intención de fingir afecto por la ex de Richard—. Tal vez Abigail era buena… —hizo una breve pausa, dejando flotar esa frase en el aire, como si con solo decirla ya se notara que no era más que una concesión vacía. Lo dijo sin énfasis, sin verdadero interés por convencer a nadie, como si pronunciara una línea solo por cumplir con la cortesía básica—. Pero a mí nunca me ha interesado ser su amiga, y creo que tú te has dado cuenta de eso, Vanya. Yo no necesito estar rodeada de amistades. Tú eres mi mejor am
Ahora Marfil estaba con Richard. Con el millonario. Con el caballero perfecto. Con el hombre que tenía todo lo que él no. Lucas se imaginaba esa escena una y otra vez —Marfil sonriendo para Richard, entregándose a él, adorándolo— y era como si una mano invisible le arrancara el corazón con cada pensamiento. Se desangraba por dentro, sin gritos, sin lágrimas, pero con una agonía sorda que le apretaba el pecho.Lo más triste era eso: que Marfil nunca lo había visto. No de verdad. Lo miró, sí, lo besó, lo tocó. Compartieron instantes robados que para él significaron el universo. Pero ella jamás lo vio como un hombre digno de quedarse. Solo como una estación temporal, como un fuego que calentaba mientras llegaba la primavera. Nunca fue el destino. Solo una parada.Y mientras el mundo a su alrededor seguía girando, mientras los demás reían, bebían, se besaban o cantaban, Lucas seguía allí. Perdido en el mismo lugar donde la quiso por primera vez. Enamorado de una mujer que no era suya.Luc
La línea seguía abierta, pero Lucas ya no esperaba respuesta. Solo quería que lo escuchara. Aunque fuera una vez. Aunque fuera borracho, deshecho, y con el alma hecha trizas.Y entonces, como un trueno inesperado en medio de la tormenta, una voz femenina estalló desde el otro lado de la línea.—¡Demonios, Lucas! ¿Pero qué rayos estás haciendo? ¡Solo escúchate! ¡Eres un bueno para nada!Las palabras le golpearon como una bofetada. Se quedó mudo, con el teléfono pegado a la oreja y los ojos vacíos, incapaz de reaccionar al principio.—Dime ahora mismo dónde estás, que voy a ir a buscarte, ¿me entiendes?Lucas frunció el ceño. Hubo algo en esa voz… algo que no encajaba. No sonaba como Marfil. El tono era más áspero, más directo, incluso molesto, pero no con esa elegancia fría y distante que tenía Marfil. No… no era ella.Entrecerró los ojos y alejó el teléfono para mirar la pantalla con esfuerzo. Se frotó los párpados, intentando enfocar la pantalla borrosa. Y entonces lo vio. Lo leyó. M