Su mirada, completamente azul, me observa con un deseo de derramar mi sangre y su mano en mi cuello, me confirma que quiere acabar todo rápido, mientras yo intento tomar ventaja, disparando un arma que no dispara.— Caliente — susurra sonriente, mientras yo busco algo en el arma que le impida disparar. Es allí cuando me doy cuenta de que tiene un bloqueo y al quitarlo, disparo justo en el abdomen de mi atacante. Deseando acabar con él, antes que me mate, descargo el arma en su humanidad, sin sentirme mal por acabar la vida de alguien.Sin embargo, cuando creo que me va a soltar, no lo hace, sino que aprieta más fuerte, como si estuviera molesto.— Vas a morir y no sabes cuanto voy a disfrutarlo. Mucho más que cuando mate a la estúpida esposa de Curthwulf — dice y mi corazón se encoje al recordar como conocí a Lowell y su mirada cargada de dolor por ser él el asesino de su madre.— Malnacido — digo pateando sus heridas hasta que la falta de aire comienza a darme mareo.¿Es así como vo
Confundida por lo que me habían dicho, niego ante sus palabras y ello hace que, con respeto, coloquen una de sus rodillas en el suelo y con sumo respeto me saluden al unísono, tan perfectamente que se nota que lo han hecho muchas veces.— La saludamos, jefa y le agradecemos por lo que ha hecho por nosotros — dicen todos.— Yo no…— ¡Charlotte, ven rápido! — grita el señor Holftmann y yo me marcho— Nos vemos después.— Nos despedimos de usted, jefa — dicen y yo me marcho aturdida.Salgo de la casa y busco al señor Holftmann, sin embargo, es él quien me encuentra y como un simio, baja de un gran árbol aterrizando como solo los super héroes lo hacen, solo que además de verse sexy, se ve cabreado.Debe estar molesto por lo que acabe de hacer sin pensar — digo mentalmente.Pero antes de pensar algo más, su mano se acerca a mi cabello que aleja de mi cuello y con su ceño fruncido, revisa mis heridas.— ¿Te duele? — pregunta cuando toca levemente mi cuello
Narrador omnipresenteLas palabras de Lowell habían impactado con fuerza a Curthwulf, realmente, había llegado a un punto donde no podía imaginarse a Charlotte con alguien más sin sentir dolor y por ello, en sus pensamiento s no estaban que ella se quedara con alguien más.— Lowell, no seas así con tu padre. Recuerda que debes respetarlo — dice Charlotte y Curthwulf asiente.¿Quieres que te castigue, pequeño mocoso? — pregunta Curthwulf enojado.— Tu madre tiene razón,— ¿Cómo puedes ser tan grosero con tu padre? — pregunta Curthwulf.— Mamá, me está amenazando — lo acusa Lowell.Te estas ganando un castigo fuerte, Lowell — le dice Curthwulf mentalmente.— Lowell, tu padre solo está diciendo las cosas como son. Debes ser un niño respetuoso.— Pero…Si m
Tres días después.Ginebra, Suiza.La calma había regresado en la vida de los niños y Charlotte, pero Curthwulf, vivía en constante preocupación. Seguía sin saber quién era Theodora y mucho menos Gustav, por lo que, no sabía cómo relacionar el ataque que el cambia formas le había mostrado como personal.Tampoco, había una sola señal de él y saber que ese hombre había podido escaparse de una isla de la que él tenía absoluto poder, era preocupante. Porque ya había violado los dos lugares que él creía más seguros; su casa y su isla.— ¿Por qué se me quedan mirando sin decir o pensar algo? — pregunta Curthwulf molesto.— Tenemos dos problemas grandes que enfrentar y lamentablemente, se ha escuchado rumores que lobos alfas que quieren tener a la señora, están buscando la ayuda del cambia formas — anuncia Retmus en la video llamada.— ¿Por qué meterían a un hombre que no está relacionado con la disputa que tenemos?— En el tiempo de antes, según lo que escuché, había lobos alfas que se alia
Narra CharlotteLa angustia me invade por completo. El temor que lo que sucedió en el barco se repita, me preocupa y de inmediato, tomo al pequeño Zaid y angustiada, me levanto con él, lista para marcharme. Pero uno de los lobos, salta y queda frente a mí impidiendo que avance.Asustada, tomo a Lowell y con los dos pequeños, retrocedo, mientras el lobo blanco se transforma en un chico con cabello del mismo color. La sonrisa cuadrada y su aura encantadora, resulta un contraste fuerte al lobo que gruñía hace pocos segundos.— Pero mira que tenemos aquí, la hermosa chica cuyo aroma es tan… embriagador — dice respirando profundo cerca de Charlotte.— Aléjate de nosotros — digo decidida.— Vaya, sí que eres muy valiente al hablarme así, siendo solo una humana. — dice el hombre de cabello blanco, mientras intenta acercarse a mí.— Deja de jugar con ella, Corneth. Vas a asustarla — dice un lobo que se trasforma en un chico de más de dos metros.— Es que me resulta curioso, Brashley. ¿Cómo es
Sabía que ser la Luna de una manada, no debía ser fácil. No tenía punto de referencia para saber ello, pero, lo sospechaba. Después de todo, no era normal ser la esposa del lobo más fuerte de la manada y quedarse en casa a tejer.Pero, la tensión del señor Holftmann, no era algo normal. Lo que decía ese lobo era algo delicado, tan delicado que me ha mantenido en la ignorancia. Dios, más normas que asfixian.— ¿A qué te refieres? — pregunto confundida.— ¿No te lo ha dicho? — pregunta el chico en tono burlón.— ¿Qué sucede? ¿Qué no me ha dicho?— Entra a la mansión, Charlotte. Yo me haré cargo. — dice el señor Holftmann.— ¿Qué sucede, Curthwulf? ¿Tienes miedo de que se vaya con uno de nosotros después de saber la verdad?— En tus sueños pasará eso — dice el señor Holftmann y yo me alejo de su protección para ver al lobo ajeno a mi aroma.— ¿Qué es lo que no me ha dicho?— Como Luna, solo tú puedes traer nuevos miembros a la manada básicamente, en cada temporada fértil, tendrás la obli
Sabía que el pequeño no tenía la culpa de lo que su padre había hecho, pero, apenas había podido sobrevivir criando a mi sobrino, tener a otro niño, seria complicado. Sobre todo, cuando quiero olvidarme de la existencia de los hombres lobos.— No puedo llevarte, lo siento — digo para después mirar a Zaid — ¿Estas listo? —pregunto y Zaid asiente.— Estoy listo, mamá. — Vamos — digo tomando su mano y saliendo de la habitación.Es allí, cuando veo al señor Holftmann con su ropa llena de sangre y su pecho agitado, por cuan rápido respira y transpira. Su camisa rasgada, me muestra varios tatuajes nuevos y yo sonrío con amargura por saber la causa de ellos.— Charlotte…— ¿Qué sucede? — pregunto molesta y es allí cuando él ve el bolso que llevo.— ¿Vas a algún lugar?— Papá, ¿Por qué debemos separarnos? Yo no quiero que mamá y mi hermano se vayan. Haz algo, por favor, padre. — dice Lowell y el señor Holftmann me observa con dolor.El señor Holftmann me mira fijamente, pero, yo no me amedra
Narrador omnipresenteEn la revelación de una verdad, muchos corazones habían salido lastimados. Charlotte, se sentía herida por haber sido marcada por seres que destruían la vida normal de humanos que no escogían ser lobos. Había visto niños y bebés lobos, pero era eso lo que la perturbaba. Porque, al saber la probabilidad de convertirse, hablando matemáticamente, por cada hombre lobo que se haya transformado, ¿Cuántos niños habían muerto en el proceso?Curthwulf sabia la cifra exacta: mil quinientos trece personas habían muerto intentando transformarse en lobos. Sus antepasados, llevaban la contabilidad como único respeto por la atrocidad que hacía para seguir existiendo. Por eso, no tenía el valor de ir detrás de ella. Había matado muchos de su especie.— ¿Por qué te quedas allí de pie y no vas detrás de ella? Acabas de golpearnos tan fuerte sin decirnos algo al respecto, solo para acabar con los cuatro y correr a verlo, para que solo la mires marcharse. — dice Freddom.— No se me