—Uno, dos, tres —la joven abrió los ojos y se encontró con la mirada de Dante, de pie frente a ella, su pecho desnudo brillando con las gotas de agua que escurrían sobre su piel. Apenas una toalla adornaba su cintura. Allison, algo aturdida, suspiró profundamente y se quitó el abrigo empapado, buscando una toalla para secarse, pero no la encontró. Había algo en la sonrisa de Dante, una chispa de malicia que escondía intenciones ocultas no dispuestas a ser reveladas. —¿Dante, no hay más toallas aquí? —preguntó sorprendida, pero él simplemente negó con la cabeza, su sonrisa extendiéndose con picardía. —Creo que no. Parece que tendrás que secarte con la misma toalla después de que la use yo primero —respondió mientras ella tragaba saliva, nerviosa. Sabía que el próximo paso sería incómodo, una prueba de valentía que afrontar sin escapatoria. Allison comenzó a despojarse de su ropa lentamente. Cada botón era un acto deliberado de rebeldía hacia la situación, pero se detuvo al notar la
—Dante, creo que ya es suficiente —dijo entrecortadamente, con las mejillas de un rojo intenso. Dante frunció el ceño, preocupado al notar su cara enrojecida. detuvo el columpio y Allison sintió tranquilidad. —Espera un segundo, tu cara... —señaló con inquietud.—Si preguntas por qué estoy roja, es normal. Siempre me sucede —afirmó Allison, algo apenada. Dante se acercó, sintiéndose protector, y la envolvió en un delicado abrazo desde atrás. Allison, aún sentada, sintió el calor de las manos de él —. Estoy bien, no te preocupes. Me pasa cuando estoy emocionada o cansada después de hacer alguna actividad física. —¿Hay algún otro secreto que no sepa de ti? —preguntó Dante, curioso por conocer más sobre ella.—En realidad, sí hay más. Soy alérgica a las fresas y también a las flores silvestres. Mi padre siempre cuidó de mí cuando vivíamos en la mansión. Agradezco que aquí no tengamos aquellas flores y solo haya rosas y tulipanes —le confesó con una sonrisa ligera. Dante asimiló esta in
En el corazón palpitante de la noche de la ciudad, donde las luces de neón parpadeaban y los cuerpos bailaban a un ritmo frenético, Allison era una mera sombra en medio del desenfreno. Su vida había dado un giro tumultuoso desde que había aceptado un trabajo como camarera en las cavernosas profundidades de ese infame club nocturno. El club, un refugio para el vicio, dejaba al descubierto el abismo de la naturaleza humana. Allison había presenciado los horrores que acechaban tras sus paredes: hombres ebrios que perdían toda apariencia de razón, mujeres que intercambiaban su dignidad por unos pocos billetes. Era un pozo de desesperación y depravación, un verdadero infierno en la tierra. Mientras Allison se preparaba para otra noche de servicio, un profundo suspiro escapó de sus labios. Su voz tembló mientras le susurraba a Grace, una mujer que le había mostrado los entresijos del oficio. —No puedo soportarlo más —susurró Allison, con voz temblorosa. Grace, una mujer de pelo rojo inten
Dante se apartó de ella y se fue a averiguarlo personalmente. Grace se quedó allí, paralizada, sin darse cuenta de que Dante se había ido. Su corazón parecía querer salir de su pecho. Tenía miedo de lo que ese hombre pudiera hacerle a Allison. Así que corrió a su habitación, buscándola. Pero Allison no estaba allí. Buscó en todas partes, pero no había rastro de ella. Allison, por su parte, se había escondido en una de las habitaciones del club. Tenía miedo de lo que Dante pudiera hacerle si la encontraba. Pero su escondite no duró mucho. De repente, la puerta de la habitación fue pateada con brusquedad y Dante entró, seguido por dos hombres. Los hombres la agarraron con fuerza y Dante se acercó a ella, agarrándole la barbilla con brusquedad. —¿Quién eres? ¿Cómo, lograste trabajar aquí? —preguntó, mirándola fijamente. Su tono era tan frío como el polo norte, lo que hizo que Allison temblara y tragara saliva. —Allison Swift, ese es mi nombre. Trabajo aquí gracias a Grace —respondió c
El semblante de Allison, grabado con un inconfundible velo de terror y ansiedad, delataba la agitación que la agitaba en su interior. Su mirada se desvió tristemente por la ventana, y el paisaje que alguna vez le resultó familiar se desvaneció en una mancha surrealista. Había abandonado su santuario, su vida, y ahora se dirigía a toda velocidad hacia un destino envuelto en incertidumbre. Al acercarse a su destino, la imponente silueta de la Mansión Parker apareció en el horizonte. Era un gran edificio victoriano, sus altas torretas y enigmáticos vitrales proyectaban una sombra siniestra contra la luz que se desvanecía. —Recuerda, Allison, debes ser obediente y discreta —reiteró Thomas, con la voz cargada de preocupación. —. Dante es un individuo complejo, pero si sigues mis instrucciones, estarás a salvo —Allison asintió, su mente se aferraba desesperadamente a cada sílaba que pronunciaba Thomas, su corazón latía como un errático latido contra sus costillas. A pesar de la tensión
Tras la marcha de Allison de la mansión Swift, los hermanos Ámbar y Armador se vieron consumidos por una tempestad de conmoción y rabia. La lectura del testamento de su padre había revelado una verdad inquietante. Alessandro Swift, había otorgado la mayor parte de su vasta fortuna a su hija menor. El sesenta por ciento de la herencia había sido legado a su hermana, mientras que a cada uno le habían asignado tan solo un veinte por ciento. Alessandro Swift había sido un legendario hombre de negocios y magnate. Sin embargo, debajo de su formidable personalidad, también había sido un padre devoto, y el vínculo que compartía con Allison no había tenido parangón dentro de la familia Swift. Su decisión de dejarle la mayor parte de su riqueza, incluida la empresa familiar, no fue una decisión tomada a la ligera. Ámbar, una rubia de ojos verdes, se sintió consumida por la sospecha. Ámbar siempre había sabido del profundo afecto que su padre sentía por Allison, pero eso la carcomía y alimentab
En las profundidades de la noche, la música vibraba en el aire y las luces parpadeantes creaban un espectáculo hipnótico. Mientras tanto, Dante, con sus ojos perdidos, se quedaba viendo a las mujeres danzando ante él. Las luces brillaban en sus cuerpos ondulantes, pero los ojos de Dante estaban fijos en una sola mujer. En los ojos azules de Allison. Por un momento, sus ojos se encontraron y Dante quedó atrapado en el azul intenso de los ojos de Allison. Pero pronto, ese momento pasó y el hechizo se rompió. Dante estaba ebrio, el licor nublaba su juicio y su visión, pero incluso en ese estado, pudo reconocer la belleza etérea de Allison. De repente, Palmer, una mujer de cabello rubio y ojos grandes de color negro y de mirada peligrosa, agarró a Dante y lo llevó a una de las habitaciones privadas del club. Dante, demasiado embriagado para resistirse, se dejó llevar. Palmer siempre había sentido una atracción intensa por Dante, una obsesión que la consumía. Palmer no sabía que Alliso
Dante ignoro su petición y la besó en el cuello con deseo. Le arrancó el vestido y la arrojó a la cama, dejándola desnuda. Besó su piel blanca y delicada, recorriendo su cuerpo con deseo. Allison cerró los ojos, esperando que todo terminase. Después de un tiempo, Dante se acostó junto a ella. Allison se giró para evitar el contacto con él, lo que enfureció a Dante. Estaba acostumbrado a la atención de las mujeres, pero Allison era diferente. Ella intentó levantarse, pero Dante la sujetó con fuerza. —¿Qué pasa? —exigió Dante, su voz cortando el aire como una cuchilla afilada. El cuerpo de Allison se tensó y luchó por mantener una apariencia de compostura. —Nada —susurró, sacudiendo la cabeza en señal de negación —. Solo que... —vaciló, su mente se apresuró a encontrar palabras que ocultaran sus verdaderas intenciones. La mirada penetrante de Dante la mantuvo cautiva, y ella desvió la mirada, buscando refugio en el frío mármol del baño "Necesito ir al baño", soltó, su voz delataba u