Después de haber recorrido el mar durante horas, Dante y Allison regresaron a casa. Era una noche tranquila, y el sonido relajante de las olas aún resonaba en sus oídos. Al llegar, Dante sintió una inquietud inexplicable y fue directo a su oficina. Quería revisar algo antes de reunirse con Allison. Con cuidado, retiró algunas cajas polvorientas en busca de antiguos recuerdos.Ahí estaban, dos retratos que había guardado durante años. Uno con su hermano, cargado de memorias felices y compartidas. El otro, sorprendentemente, con Elaisa, una mujer que apenas recordaba. ¿Por qué conservaba esa fotografía? La pregunta le vino a la mente, pero no le dio mayor importancia. Decidió tirar aquella imagen de Elaisa; no tenía cabida en su presente, lleno de nuevas ilusiones. En su lugar, colocó una foto con Allison, un reflejo de su realidad actual y del futuro que deseaba construir.Satisfecho con el cambio, cerró el portarretratos y salió rumbo al dormitorio. Allison ya estaba durmiendo, su res
Mientras tanto en la universidad, el día continuaba su marcha habitual. Allison, quien había tenido que lidiar con una serie de problemas personales recientemente, se encontraba en el proceso de ponerse al día con sus clases. La universidad, un lugar que había sido su refugio en muchos momentos de su vida, la recibía una vez más, y aunque no era extraño para ella, cada vez que regresaba después de una ausencia, sentía que necesitaba readaptarse. Sus amigas, al tanto de lo ocurrido con sus padres, habían estado muy comprensivas y solidarias. Allison apreciaba eso más de lo que podía expresar con palabras. A pesar de la tristeza que la acompañaba, sus compañeras consiguieron aliviar un poco su carga emocional. Durante uno de los recreos, Allison se dirigía al baño, sumida en sus pensamientos, cuando un inesperado encuentro la sacó de su ensimismamiento. Sin darse cuenta, chocó con un chico que llevaba una pila de libros, los cuales cayeron al suelo junto con ellos. Antes de poder proc
Dante estaba a punto de alcanzar la puerta principal de la oficina cuando sintió la mano de Kerrie sujetar suavemente su brazo, deteniéndolo en su intento de salir temprano para disfrutar de una tarde libre. El brillo en los ojos de Kerrie sugería una mezcla de curiosidad e insistencia que hicieron que Dante suspirara, anticipando una conversación que preferiría evitar. —Dante, ¿ya te vas? —preguntó Kerrie, escudriñando con sus ojos buscando alguna respuesta contenida en el rostro del hombre. Dante, visiblemente exasperado, respondió con una ligera brusquedad, intentando ocultar su deseo de dejar atrás el ambiente de trabajo por unas horas. —La respuesta es obvia, Kerrie, ¿no lo crees? —su paciencia estaba al límite, y la pregunta le parecía tan absurda como innecesaria. Kerrie bajó la mirada, dudosamente consciente de haber cruzado un límite no explícito. —Tienes razón, discúlpame —dijó, mientras daba un paso atrás, dispuesta a retirarse. Sin embargo, algo en la situación le hiz
—Ya despierta, hombre —dijó ella, sin dejar de sonreír. Tocó sus mejillas con delicadeza antes de plantar un beso en ellas. Dante gimió ligeramente, todavía aferrado a los últimos vestigios del sueño. —¿Para qué quieres verme despierto? —preguntó con un tono suave, su voz apenas un susurro. Pero Allison estaba decidida. Continuó besando su rostro, cada suave toque una llamada a la vigilia. Finalmente, Dante abrió los ojos y con un gesto rápido y juguetón la atrapó por los brazos, haciéndola rodar para quedar debajo de él —. ¿Te gusta jugar? —preguntó con una sonrisa audaz. —¡Dante, tranquilo! —replicó Allison entre risas, sintiendo el cosquilleo de sus labios cuando comenzaron a descender por su cuello. ——Ahora sí, a levantarse —dijó Dante de repente, liberándola con otro beso fugaz —. Porque si continúo con esto, quizás llegue tarde al trabajo. Allison suspiró, notando pequeñas marcas en su piel, por sus bromas matutinas. Con un poco de vergüenza, pensó en cómo podría disimu
Cositas del pasado de Dante habían llegado hasta él: susurros de un compromiso roto con Elaisa, un amor destrozado por la traición. La noticia había pintado un vívido retrato de un hombre destrozado, consumido por la oscuridad. —Sí —susurró Allison, su voz apenas por encima de un murmullo. La curiosidad brilló en los ojos de Youseff. —¿Sabes de lo que sucedió con el cierto? —su tono estaba cargado de escepticismo, haciéndose eco de los susurros que habían impregnado la sociedad. Se decía que Dante era un hombre de fría indiferencia, incapaz de establecer una verdadera conexión. Allison encontró la mirada de Youseff con gentil firmeza. —Se que dicen cosas sobre Dante y su pasado pero se que en el fondo el no es una persona mala y solo está dolido por la traición de Elaisa. El escepticismo de Youseff persistió. Había tenido el privilegio de conocer las historias que circulaban sobre Dante, retratándolo como un seductor despiadado, dejando corazones rotos a su paso. Sin embargo, l
—Es una larga historia, supongo que debe ser eso —intentó explicar Allison, esquivando los detalles. —No te entiendo exactamente. ¿A qué te refieres con una larga historia? —preguntó Rocío, sentándose junto a ella con genuina preocupación. —Rocío, hablo de mis hermanos —murmuró, eligiendo con cuidado las palabras que no incluían la revelación que Youseff le había confiado sobre el hermano de Dante. Rocío escuchaba con atención, su mirada fija en el horizonte. Se esforzaba por entender el conflicto interno de Allison, una batalla intensa y silenciosa. —Ellos quizás no sean como tú, Allison, por eso tú marcaste la diferencia. Gracias a Dios estás con nosotros. Tal vez tu destino fuera otro y no junto a Dante —explicó Rocío, pausadamente, midiendo cada palabra. Allison asintió, sus ojos brillaban en contra de la luz del atardecer. Siempre había sentido un vacío, un abismo entre ella y su familia. —Mis hermanos me odian por ser como soy. Nunca me vieron como algo importante, solo
Después de aquella cena con Nathaniel, Dante regresó a casa con una mezcla de sentimientos que no lograba descifrar del todo. Era como si un abismo se hubiese abierto entre ellos, uno lleno de palabras no dichas y emociones reprimidas. Antes de sumergirse en sus propios pensamientos en casa, decidió pasar a ver a Allison. Al entrar, la encontró profundamente dormida, su respiración regular era el único sonido que rompía el silencio reinante en la habitación. —Maldito Nathaniel —susurró entre dientes lleno de frustración. Su mano se movió de manera instintiva hacia el cabello de Allison, sintiendo la suavidad de sus mechones. Verla dormir era uno de sus momentos favoritos, un recuerdo que atesoraba en lo más profundo de su alma. Sin embargo, esa noche la decepción pesaba más que cualquier otra emoción. Mientras Dante cavilaba sobre las palabras que nunca pudo pronunciar, Allison abrió un ojo curiosa, comprobando que su mente no le jugaba una mala pasada en efecto, allí estaba Dante a
Al día siguiente, el sol ya había alcanzado una posición en el cielo que bañaba de luz la cocina donde Dante y Allison compartían el desayuno. Dante estaba enfocado en leer el periódico, mientras que Allison, con un tazón de cereal, intentaba disimular sus pensamientos. De repente, Dante rompió el silencio. —No me has dicho aún cómo te fue estos dos días en la universidad —preguntó, con un tono que sugería simple curiosidad, pero para Allison representaba un dilema. Rocío le había advertido que mantuviera en secreto su amistad con Youseff para evitar problemas.—Bien, no te preocupes —contestó Allison, con un tono que traicionaba su nerviosismo. Dante levantó la vista del periódico, frunciendo el ceño. ¿Por qué tanta evasiva?—Allison, te hice una pregunta simple. ¿Puedes por favor decirme cómo te fue en la universidad? ¿Has socializado? ¿Tienes amigas? Cosas así —insistió Dante, proclamando su genuina preocupación. Allison respiró profundo, buscando ganar tiempo. —Dante, sabes, aye