Inglaterra los recibió pasada la medianoche. Gianna no podía dar crédito a lo que sus ojos veían a través de la ventanilla del avión privado. Todo el cielo estaba oscuro y, en la tierra, las luces de la mágica ciudad de Londres se extendían como un mar infinito. Era el primer vuelo en avión para la loba, aunque se trataba de un jet privado que pertenecía a la compañía. Al parecer su primer vuelo comercial todavía tendría esperar y quizá por mucho tiempo; los Ashbourne jamás habían usado uno.Darragh la contemplaba mientras ella miraba la ciudad; también podía escuchar sus pensamientos. Gianna vibraba de emoción, Darragh nunca había experimentado esa alegría por saber que podía hacer tan feliz a otra persona con algo tan sencillo como un viaje en el avión de la compañía.Gianna vio a su mate en el reflejo de la ventanilla, giró hacia él y depositó un beso rápido en sus labios para volver a mirar la ciudad en la que estaban por aterrizar; no quería perder detalle alguno. Sin embargo,
Gianna imaginó un amanecer más romántico, pero su mate parecía sumergido en una niebla de preocupaciones.Él se levantó primero, tomó otra ducha y se alistó en tiempo récord. Gianna apenas estaba abriendo los ojos cuando Darragh ya se encontraba pidiendo el desayuno en el teléfono. La pelirroja se contempló en el espejo completo de la habitación. Había elegido sus atuendos con sumo cuidado —y con la asesoría de Beth— para encajar en el mundo de negocios londinense. Esa mañana eligió una falda café, blusa negra de manga larga, medias oscuras, botas negras y un abrigo marrón. Su cabello lo sujetó en una coleta alta, se aplicó un maquillaje que parecía natural —pero estaba sumamente cuidado— y salió de la habitación.Darragh apartó la mirada del celular cuando percibió su aroma y sonrió aprobatoriamente al verla; lucía hermosa.Gianna supo que le gustaba cómo se veía, pero no porque pudiera leer su mente, sino por su expresión. Su mate llevaba la mañana entera con la mente cerrada ante
—¿Qué quieres decir? —preguntó Gia.—Que no recuerdo algunas partes de nuestro… ya sabes, «encuentro» —contestó Kilian—, pero ella estaba ahí cuando amaneció y todo pareció normal, aunque ahora que sé que Aleksi dijo eso… Gianna contempló al lobo, era muy parecido a Darragh, pero su juventud era notable. Kilian era un lobo atractivo e irreverente, una combinación peligrosa para otras jóvenes de su edad.—¿Piensas que pudo pasar algo?—No lo sé, no creo… Si hubieran querido sedarme habrían necesitado una cantidad descomunal y eso habría cambiado el sabor del vodka —reflexionó Kilian—. Tal vez me estoy haciendo viejo.Gianna rió.—No eres viejo.—O el vodka es más fuerte en Londres, no sé.—O estabas cansado, no comiste y bebiste más de lo normal.Kilian también rió.—Sí, bueno, eso sí pasó…—Entonces debe ser eso.—Sí, además, tengo mis riñones y todo —dijo el lobo y levantó su perfecta camisa blanca revelando así un abdomen tan marcado como el de su hermano mayor—. No me robaron ningú
La loba dejó caer la quijada incapaz de hablar. A su alrededor algunas personas se detuvieron, aplaudieron y soltaron vítores; algunos incluso comenzaron a grabar la escena.—Gianna Davies —pronunció él con la voz temblorosa, ¡no podía controlarse!—. Yo sé que nuestra historia es… peculiar y que te he fallado en muchas ocasiones antes de todo esto, pero estoy tratando de ser un mejor hombre… para ti.Omitió los detalles reveladores cuando notó que estaban siendo rodeados por demasiadas personas.Los ojos de Gianna se llenaron de lágrimas. Recordaba con toda claridad la pelea con él, los latigazos, pero también cómo había intentado enmendar el daño ocasionado.»Y que no sé bien qué estoy haciendo, porque jamás creí que haría esto, pero tú… mereces todo lo que quieras porque eres la mujer más increíble que he conocido y me siento honrado de poder ser tu… pareja.Iba a decir «mate», pero los espectadores harían preguntas.»Y, Gianna, sería todo un privilegio si aceptaras ser mi esposa…—
La loba gritó bajito cuando Darragh comenzó a penetrarla. Su erección era grande y presionaba en su sexo al entrar; ella lo recibía y apretaba. Gia no supo si podría acostumbrarse a una tamaño tan grande sin quejarse de dolor, pero el placer estaba ahí en cada centímetro del hombre que se enterraba en ella y la hacía arquear la espalda y gritar de placer.Darragh clavó las garras en el colchón. Su Luna era tan estrecha que supo que cada noche con ella sería un reto para demostrarle que era un alfa, era demasiado exquisita. Gia enterró sus propias garras en la espalda de su mate. Darragh gruñó, sus colmillos buscaron el cuello de su Luna y la mordió, aunque no tan fuerte como para hacerle mucho daño, sólo quería marcarla. El dolor y el placer se mezclaron en ambos. Gianna se aferraba a los hombros musculosos que arañaba un poco con cada embestida honda. Darragh había empezado lento con las embestidas, primero salía entero y la penetraba despacio por completo; poco a poco aumentó la ve
Gianna frotó su pecho, justo por arriba de su corazón, y notó que la peculiar mancha no se iba. Aplicó más jabón, usó de nuevo la esponja y no, la mancha se negaba a quitarse.Entonces se preguntó, ¿con qué pudo mancharse? Y, además, debía ser algo que produjera la forma de una luna menguante con una estrella en el medio y rodeado por un círculo que parecía resplandecer sobre su piel.Ella frunció el entrecejo. Era una mancha muy peculiar para que fuera accidental, era más como un tatuaje o una…—Marca.Gianna salió rápidamente de la ducha, se secó a toda prisa con la toalla y se envolvió en la bata de baño. Su mate estaba por irse al trabajo y necesitaba alcanzarlo antes de que saliera del departamento.—¡Darragh! —gritó Gianna al irrumpir en la sala donde su mate ya llevaba el portafolio, estaba ataviado con uno de los elegantes trajes y a mitad de una llamada con el audífono inalámbrico en la oreja.—Ahora te llamo —dijo él a su secretaria y cortó la llamada—. ¿Qué pasa?Gianna no
Nerea sabía muy bien lo que estaba presenciado, pero admitirlo era algo muy diferente.—¿Te hiciste otro tatuaje? —soltó ella con desdén.La marca de Gianna y Darragh estaba justo por debajo de un tatuaje del lobo; pero a simple viste se notaba que no se trataba de tinta sobre la piel, sino de algo más.—Sabes que no es eso, madre.Leonard salió de detrás del escritorio, se acercó a su hijo y contempló la marca. Conocía las leyendas, los cuentos que se contaban de generación en generación a los cachorros frente a una fogata en medio del bosque y, aun así, no terminaba de creer que aquello que presenciaba era real. Aleksi enmudeció. Él, a diferencia de sus padres, creía por completo en la unión mágica entre su hermano y Gianna; presenciar la marca era materializar esos mismos cuentos que escuchó de pequeño.—Son leyendas —murmuró el lobo alfa, pero su mirada cayó en el pecho de Gianna.La loba pelirroja miró primero a su mate, no quería un malentendido por desabotonarse el vestido.Da
Había alguien en el rincón de la habitación, en el preciso sitio en donde no llegaba ni un rayo de luz.Gianna tembló entre los brazos de su mate y se aferró a la pijama; nunca había sentido tanto miedo en su vida.Darragh estaba listo para atacar. No sabía quién o qué era lo que estaba en el rincón. No escuchaba ni un solo ruido, ni siquiera con sus sentidos desarrollados, pero… definitivamente algo estaba ahí. Y, así como llegó, desapareció. Lo que fuera que estuvo ahí un segundo antes, de pronto ya no.Los lobos volvían a estar solos en la habitación.—¿Qué fue eso…? —titubeó Gianna y bajó de los brazos de su mate—. Ya no está…Darragh extendió la mano y encendió las luces. Nada, sólo un sillón con el abrigo que usó esa mañana y que no había metido a la ropa sucia. Gianna intentó acercarse al sillón, pero Darragh tiró de su muñeca y la obligó a apartarse. Fue él quien se acercó y olfateó el aire, pero no había ni rastro de lo que fuera que estuvo ahí. —No entiendo —admitió el lo