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Capítulo 43 Las leyendas no pueden mandar en el amor

Gianna comprobó que el departamento de su mate era el clásico que gritaba «Soy un hombre lobo soltero».

¿Por qué incluía la parte de «hombre lobo» y no sólo que era soltero? Porque había una enorme pintura de un hombre lobo blanco y con ojos ámbar en la pared de la sala.

Por supuesto que la televisión no se encontraba ahí, Gia hasta pensó que habría sido de mal gusto porque desentonaría con la sobriedad y elegancia de los tonos marrones, azules oscuros y grises que predominaban en la decoración.

La televisión tenía su propia habitación en la planta baja del penthouse —porque era de dos niveles con unas escaleras que conducían a un pasillo que llevaba a las habitaciones y que era visible desde la planta baja—.

La habitación de la televisión era en tonos arena, con unos cómodos sillones de piel pegados a la pared y una gran pantalla en una de las paredes. En opinión de Gia eso parecía más una pequeña sala de cine, no un cuarto.

En todo el penthouse predominaba el aroma a madera, como s
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