Beth supuso que todo estaba bien, ¿no? Es decir, Gianna y Darragh estaban juntos, el lobo no parecía demasiado enojado y su amiga tendría su protección. Pensó que ya nada podía salir mal, hasta que escuchó un refunfuño a sus espaldas.Cornelia caminaba hacia donde se encontraban Beth y Harry. Avanzaba a grandes pasos y con los puños apretados. La rubia, como buena amiga de Gia, reaccionó de la única forma en que se podía: metiéndole el pie a Cornelia.La prometida de Darragh se fue de boca hacia el suelo, pero logró meter las manos antes. Sin embargo, su precioso vestido blanco se llenó de tierra. Alrededor, los lobos que no se habían marchado hacia el bosque, miraron la escena un poco divertidos. Cornelia tampoco era muy querida por todos ellos gracias a su arrogancia.—¡¿Por qué hiciste eso?! —gritó Cornelia a Beth.Beth retrocedió. Ella no sabía pelear, nada, se agitaba hasta corriendo en la caminadora de su casa. Era una «loba de sala» como solía llamarse a sí misma. —Perdón, fue
Gianna quiso intervenir, pero pronto supo que Darragh iba ganando cuando reconoció que todos los chillidos y quejidos eran de Mark.El futuro alfa lo dejó inconsciente y bañado en sangre. Gianna observó atónita el cuerpo de Mark en su forma de lobo; se veía tan insignificante ahí cuando la había hecho sentir que ella era la poca cosa. El sonido de otros lobos los advirtió. Darragh no supo si iban por el olor de la sangre a ver qué sucedía o los atacarían, así que mordió suavemente el torso de su Luna y señaló el camino libre por delante.Gia entendió; pero estaba en shock. Demoró unos segundos más en reaccionar y escapar. Los lobos corrieron a toda prisa en medio del bosque bañado por la oscuridad. Los animales escapaban a su paso.Un par de venados pasaron corriendo frente a ellos. Gianna vio el terror en sus ojos, sin embargo, los lobos continuaron con su trayecto por un largo rato.Atravesaron otro riachuelo, caminaron por sus aguas claras por un rato y luego volvieron a interna
—Están en el calabozo —anunció Aleksi.Gianna casi dejó caer la taza de café que sostenía, ¿cómo que tenían un calabozo?Darragh ajustó mejor el nudo de la bata que cubría su desnudez; acababan de regresar del bosque y se encontraban en la recepción de la mansión. Él en su forma de lobo llevó a Gianna sobre el lomo, ella no tuvo energías para transformarse nuevamente. Kilian, adivinando que su hermano era un macho celoso, había pedido que colocaran un morral sobre su torso cuando se convirtiera en lobo, así pudo llevar consigo una bata para Gianna sólo por si las dudas. Por eso la mujer regresó cubierta y sin morir de pena frente a los hermanos de su mate.—Eran cinco, incluido Mark —dijo Darragh—. ¿Los encontraron a todos?—Sí, intentaban huir de los terrenos, pero los atraparon antes —contestó Kilian—. Cornelia ayudó.Gianna frunció el entrecejo, ¿cómo era posible eso? Quizá la loba no sabía que aquellos tipos estuvieron a punto de hacerle la vida más fácil, consideró la pelirroja.
Gianna no supo si era mejor o peor que sus suposiciones fueran erróneas. Ella siempre imaginó que los vampiros vivían en sitios preciosos y cubiertos de lujos; es decir, algunos habían vivido siglos y de seguro poseían muchísimo dinero. Sin embargo, en ese momento se encontraban frente a una vieja fábrica abandonada en medio del bosque que para nada lucía lujosa, sino tétrica y a punto de derrumbarse.—¿Es aquí? —inquirió Cornelia y se abrazó a sí misma—. Es horrible.Darragh suspiró hondo y demoró un momento en responder, pues estaba observando la camioneta de carga que continuaba sacudiéndose de un lado a otro aunque estuviera estacionada. Era evidente que los vampiros ya habían escuchado de su llegada, sus sentidos estaban mucho más desarrollados que los de los hombres lobo.—Es la guarida de un vampiro —explicó Darragh—. Fue quien entregó la sangre eterna a mi abuelo.—¿Y sabe que vendremos? No parece que le gusten las visitas sorpresa —dijo Gianna.—No, no avisé, es decir, no us
—El vampiro que viste se llama William —reveló la misteriosa mujer vampiro con un acento inglés notorio.Gianna estaba tan asustada que sus defensas flaqueaban. Los recuerdos continuaban mezclándose con su presente y le costaba mantener cerrada la puerta de su subconsciente.Darragh la miró, todos lo hicieron.—No sé —murmuró Gia—. Eso creo, era muy pequeña.La vampira sonrió, así parecía inofensiva, pero estaban seguros de que era letal.—Tus años son un pestañeo para nosotros, debe seguir cerca —suspiró la mujer.Gianna rogó que no fuera así. La mujer rió y todos los lobos sintieron un escalofrío descender por su columna.»Viste su rostro real, loba, no muchos pueden contar eso.—Escapé… —No —contradijo el vampiro—. Te dejó escapar, tal vez sólo se estaba divirtiendo.—La eternidad a veces es aburrida —sonrió la mujer—. Si lo vuelves a ver, envíale saludos.Gianna rogó a la Diosa Luna que eso jamás volviera a suceder. El vampiro también sonrió y dijo:—Aceptamos tu regalo, Ashbour
El camino fue silencioso. Demoraron lo mismo en regresar, pero Gianna sintió que tardaron muy poco porque no quería bajar con la botella de sangre eterna.—Me odiarán más —pensó ella para Darragh, a través de su vínculo, mientras contemplaba la sangre en la botella y sentía el calor que desprendía a través del cristal.Darragh suspiró hondo. Sabía que ella tenía razón, pero que también otros lobos podrían intentar atacarla y que era necesaria esa advertencia.Gianna esperó en vano una respuesta por parte de su mate. Supuso que era otra esas decisiones difíciles que debería empezar a tomar si en serio estaba considerando luchar por su unión con Darragh.Él sería el alfa de la manada y estaba capacitado para serlo; ella debía estar a la altura.La camioneta se detuvo frente a la mansión. En la lejanía se podían escuchar algunos aullidos de lobos que continuaban disfrutando de la magia de la luna llena. El lobo ayudó a su Luna a bajar del vehículo y, frente a la mirada rencorosa de Corn
Darragh ya no estaba cuando Gianna se despertó; sin embargo, un espléndido desayuno esperaba por ella en la mesa del comedor. Gia supo que su mate no cocinó, aunque no por eso valía menos el detalle, pues el lobo había ordenado el desayuno a un sofisticado restaurante de la ciudad. Además, una nota escrita de su puño y letra descansaba al lado del plato:«¿Te gustaría trabajar en la empresa?».La loba sonrió al leer la nota. Pudo haberle preguntado lo mismo por mensaje en el celular o incluso a través de su vínculo telepático, pero poseía cierto encanto leer aquella nota con su letra un poco enredada y complicada, así como él.No respondió, necesitaba pensarlo. Desayunó con calma e hizo lo que cualquier chica en su posición haría: llamar a su mejor amiga.Beth trabajaba en el negocio de sus padres, una florería. En realidad, poseían una prestigiosa cadena de florerías a lo largo de todo el país y ella era la encargada de la más grande que se encontraba en el corazón de Manhattan. Gi
Gianna se sintió todavía más importante cuando la misma recepcionista de la última vez —y única vez— la condujo hasta el penúltimo piso del edificio donde se encontraban las salas de juntas más grandes. La mujer no paraba de inspeccionarla; Gianna podía percibir esa mirada escudriñándola mientras subían en el ascensor. La loba ignoraba que todas las mujeres en ese lugar —y algunos hombres— envidiaban a la afortunada de Cornelia por ser la prometida de Darragh Ashbourne; sin embargo, en las últimas semanas habían corrido rumores de que aquello había terminado y luego… que siempre no, que el compromiso seguía en pie. Pero entonces llegaba Gianna, con ese hermoso traje en color beige, su melena roja trenzada y los deslumbrantes ojos azules para ser conducida directo hacia el jefe.¿Entonces? La gente no entendía nada. La recepcionista dedujo que… Gianna era la tercera en discordia, la manzana de la tentación, es decir, la amante.Gianna sonrió, en un intento de ser amable, pero la muje