Capítulo 31: Entregados

Cuando Andrew abrió los ojos aún estaba oscuro, y al ver la hora se dio cuenta de que eran poco más de las cinco de la mañana. Frente a él, una muchacha castaña yacía dormida como si nada, como si no tuviera nada que temer.

¿Confiaba en él?

Sus pensamientos, ya más centrados, se fueron a los hechos de la noche anterior, a sus emociones, a su dolor, y al consuelo que esta mujer le había dado, a sus gráciles manos, a su timidez, pero también a su deseo de cuidarlo.

Había pasado muchísimo desde la última vez que sintió ese tipo de calidez de parte de una mujer.

Le gustaba, ella le gustaba, y probablemente le agradó desde la primera vez que la vio, ese momento cuando se prendó de su preocupación por su hija, de sus sutiles gestos, de su aparente vergüenza pero aplomo.

Hannah era una mujer sencilla si lo veía desde afuera. ¿Pero no era él también un tipo sencillo?

«¿Sencillo?», pensó y soltó una risita.

¿Cómo podía alguien perteneciente al Enginn ser sencillo?

Bueno, esa era otra historia,
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