Leonard se estaba volviendo loco, literalmente. Seguía de cerca a la aspirante a Prima Donna a través de las fotografías que se publicaban en línea. Las últimas que había visto eran del bautizo de la hija de Harry y en todas aparecía Daniel con ella.No podía desvanecer esa sensación extraña que perduraba desde el día en que la conoció. Ni él mismo sabía que era lo que lo impulsaba a seguir insistiendo, a lo mejor el orgullo herido porque se le había resistido o a lo mejor esa idea de que era la mujer indicada para él.Tuvo un episodio de desesperación cuando llamó a Marcus para obligarlo a que la busque y la convenza de que vuelva al teatro. Su amigo se negó y él estalló en ira. Tenía todas las vías cortadas y a Crusher parado en el medio impidiéndole el paso.Estaba harto de esperar, había puesto de su parte y nada se resolvía a su favor. Se subió al auto esa tarde y terminó estacionado frente a su casa. Un acto totalmente arriesgado y descarado. Ni siquiera sabía que iba a lograr y
A Leonard se le había enfriado la sangre en un segundo. El tipo con menos escrúpulos y vergüenza tenía ganas de llorar. La conexión que había sentido con ella no era física, algo en las entrañas lo llevaba a estar a su alrededor y él lo confundió con apetito sexual. Querer morirse ni se acercaba a lo que sentía en ese momento.Todo tenía sentido ahora. Aquella vez le había dicho a Marcus que Deanna cantaba como si fuese un alma vieja; era como su madre. Su fría y despectiva madre también cantaba cuando su padre la conoció, obligándola después a abandonar su profesión y convirtiéndola en una mujer amargada.Deanna heredó el talento de su abuela. Pero el cabello y los ojos eran de Philippa. Él había tenido esa sensación de haberla visto en otro lugar. Si se hubiese molestado en pedirle sus datos al profesor que le facilitó sus audiciones, hubiese descubierto su apellido. Pero nada de eso le importaba en ese momento, ni siquiera lo pensó.Toda su edad adulta anduvo detrás de jovencitas c
Era extraño, pero de todas maneras abrió la notificación. “Él te engaña”, decía. Reprodujo el archivo que apenas duraba unos 3 minutos, pero por cada segundo que lo veía su pecho se agitaba más.- ¿Qué pasa? – Le preguntó Leonard.Pero ella no respondió.Reed se puso de pie y se le acercó, tomó el teléfono de su mano y entonces lo vio.El video parecía hacer sido grabado desde un ángulo superior en una oficina. La de Daniel. Ahí estaba él, sentado con una mujer parada frente a él. Luego él la tocó y esta mujer se montó en su falda, se besaron y lo próximo fue sobre el escritorio con Daniel entre sus piernas. ¡Mierda! Era Beverly.- ¿Qué sucede? – Philippa comenzó a caminar hacia ellos.Leonard apagó la pantalla para que no llegase a ver y le devolvió el aparato a Deanna. Ella lo tomó y lo miró con ojos duros y apagados.- ¿Puedes conducir? –- Si… -- Llévame de regreso –Él la comprendió.- ¿A dónde vas, Deanna? – Philippa se preocupó, ella la conocía bien. Algo había ocurrido.- Lo
Daniel se estaba poniendo inquieto. Había salido esa tarde para ir de su madre, aun no regresaba y no respondía a sus mensajes. Hacía rato que todos habían llegado, su idea era tratar de enmendar las relaciones ahora que se sabía lo que en realidad había sucedido.Harry cargaba a Emma y sentía la misma inquietud ¿sería que no quería volver a verlo? Tal vez se estaba retrasando a propósito para finalmente no presentarse porque él estaba allí. Pero Deanna nunca se escondía de esa manera.Alguien le avisó que un auto estaba entrando. Se asomó por la ventana y efectivamente un coche estacionó en la puerta, pero nadie bajaba.- ¿Te espero? –- ¿No tenías miedo de que te viera? –- Me parece que ya nos está mirando… - Hizo un gesto con la cabeza señalando la ventana.Daniel los estaba observando, el rostro transformado.- Espérame, pero a dos calles de aquí… En la esquina hay un puesto de flores–- ¿Estás segura? –- Si –Daniel apretó la mandíbula y se giró.-Niños, vayan a sus cuartos –N
- ¿Qué ocurrió? – Camila le preguntó a Harry.- Tu hijo es un estúpido, perdió lo único bueno que podía tener por acostarse con Beverly –- ¿Qué? No puede ser… -- ¿Qué no puede ser, mamá? ¡Te dije que no lo arruinaras! – Le gritó a su hermano.Ella entró a la habitación, a su habitación, la que había compartido con él por tanto tiempo; se apoyó en la puerta e intentó ganarle a la angustia que le estaba dificultando respirar. Inhaló y exhaló por la boca varias veces, grandes cantidades de aire cada vez; estaba a punto de ceder.Tomó un bolso del perchero y apurada, sin mirar que agarraba comenzó a llenarlo. Ni siquiera necesitaba nada de eso, solo quería largarse, salir corriendo, perderse. No quería verlo más.- ¡Daniel has algo! – Lo urgió Harry- ¿Qué quieres que haga? –- Ruégale, pídele perdón, lo que sea… Se va a ir-- No servirá de nada… a ti tampoco te perdonó –- Maldito, me dijiste tantas veces que me alejara porque alteraba su vida y tú eres peor… -Daniel lo miró, ya no er
Daniel amaneció en su oficina, seguía con la puerta cerrada cuando los niños salieron para ir al colegio. Afortunadamente, Susan se había negado a irse esa noche. Estuvo con los niños en el cuarto de Ethan, sin salir, pero los gritos se escucharon igual. Tuvo que contener a Naomi y a Jonathan que se habían asustado ante la voz dura de su padre.Ella lo conocía, conocía muy bien a su hermano. Todo ese muro de cemento y hielo que conformaban su coraza no era más que una defensa para él, por dentro se estaría descomponiendo en pedazos. Antes de salir para el colegio intentó una vez más golpear a su puerta, pero no obtuvo respuesta.Él se quedaría allí hasta que no tuviera más remedio que volver a enfrentar la realidad. El silencio volvía a precipitarse sobre esa casa, pero esta vez se sentiría más pesado y cerrado. En el salón habían quedado los trozos del aparato y el anillo en el piso. Susan los recogió y los guardó, eran símbolos de que Deanna ya no estaría más allí.Ethan había optad
- Te dije que iba a funcionar. Está hecho –- Ahora tendré que soportar su ira –- No te preocupes demasiado por eso, hice esto con mucho cuidado –- ¿De qué hablas? –- Ya te darás cuenta. Te abrí la puerta, te toca moverte. Te quedaste demasiado en las sombras. O aprovechas ahora o has lo que quieras. Para mí el juego está cerrado –- De verdad das miedo –Leonard tocó a su puerta después del mediodía. En verdad quería hacer cosas por ella. Desde que descubrió que era su hija, suya y de Philippa, no podía pensar en otra cosa. Tal vez porque la había engendrado con amor, tal vez porque se sentía culpable de todo lo que había hecho o quizá para intentar remediar lo que casi hizo. No lo sabía, pero el impulso de estar para Deanna era más fuerte.Deanna lo dejó pasar. Le llevaba algunas cosas, porque supuso que se habría ido de esa casa con poco y nada. Ella se las agradeció. Le ofreció llevarla de Philippa, pero Deanna había hablado con ella por teléfono esa mañana, inventándole una ex
Beverly mantuvo la postura seria y el rostro indignado mientras bajaban por el ascensor. Estaba segura de que esto le ganaría la confianza de Daniel nuevamente, se libraría de la culpa y ahora que Deanna lo había dejado, al fin tendría su oportunidad. Pero debía seguir siendo cautelosa.Cuando llegaron a la oficina del jefe de seguridad todos se sorprendieron, rara vez el dueño bajaba hasta ese sótano.- Buenos días, Sr. Colins –- Buenos días, Sr. Crusher ¿Qué lo trae por aquí? –- Necesito hacerle unas preguntas sobre las cámaras de seguridad que están restringidas en el piso superior. Recientemente hubo un acceso a las grabaciones de esas cámaras y quisiera saber qué fue lo que ocurrió –- Eso es imposible, esas grabaciones están bajo llave –- Pues ocurrió y necesito saber quién y cómo –- Entiendo, acompáñeme por aquí por favor –Lo llevó hasta una habitación lateral. El Sr. Colins se quedó esperando.- ¿Qué sucede? – Preguntó Daniel.- Necesita pasar su credencial para entrar a