Abrázame como si nunca hubieras perdido la paciencia

Para cuando Deanna volvió, Daniel y los niños ya habían regresado. El encuentro con Frank le dio una sensación de bienestar a pesar del pasado. Entró sonriendo.

- ¿Dónde estabas? – Le preguntó su esposo.

- Fui a tomar algo con un amigo… Fue agradable, hacía mucho que no lo hacía – Le respondió contenta.

Para Deanna era lo más normal, para Daniel, no tanto.

- ¿Qué amigo? –

-Frank ¿Te acuerdas? – Le dijo, sentándose a su lado.

- ¿El tipo de la universidad? ¿El que te engañó? –

Algo en su tono no le gustó a Deanna.

- Si, ese… -

- ¿Y para qué? –

- Me llamó está mañana, quería hablar… Se casará el mes entrante –

- Los mensajes de anoche eran de él. Dijiste que no conocías el numero – Y otra vez ese dejo de desconfianza se le deslizaba por la voz.

- Y no lo conocía –

Deanna había afinado su paciencia y su temperamento, conocía ese tono y esas maneras de Daniel y por eso había puesto mucho de ella para aprender a calmarlo, para aprender a calmarse a ella misma y no chocar como en el pasado.
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