Raeyron se lavó y se aseó lo mejor que pudo, se deshizo de la barba con la rasuradora, pero se dejó el cabello largo, él solo no podía cortarlo y le gustó como se vio después de haberse peinado medianamente bien.Se asustó cuando se vio en el espejo, llevaba meses sin ver su rostro en uno y le costó reconocerse, con las mejillas hundidas y un poco de ojeras.Cuando levantó la camisa de la ropa cara y nueva que le habían traído notó que sus abdominales ya estaba muy marcados, así que sí, había bajado de peso.Se sentó en la blanda cama y contempló la tina de agua en al que se había bañado, había usado únicamente la mitad del agua caliente que le habían traído, la verdad él no era muy amante al calor, y deseó en ese momento salir a refrescarse un poco, pero esa habitación apenas y tenía una pequeña ventana y Rahyra le pidió que no saliera de ahí, así que se acostó en la cama y se quedó mirando hacia el techo por un largo rato, hasta que tocaron a la puerta.— ¿Sí? — preguntó y un miembr
Maxwell y Rahyra se habían quedado el resto de la tarde en la habitación, el rey al parecer no tenía ganas de volver a salir y Rahyra no quiso preguntarle, parecía estresado y cansado y eso la preocupaba, cada día parecía más y más agotado, al parecer, los deberes de la corona de piedra eran estresantes.— Pesada es la corona — le dijo él cuando ella le preguntó al respecto y Rahyra negó con la cabeza.— Eres el rey, puedes delegar la mitad de tus responsabilidades — Maxwell estaba acostado a su lado y se volvió para mirarla, luego estiró la mano y la agarró del brazo para atraerla. La noche había caído y toda la habitación estaba iluminada solamente por una vela larga y delgada.— No puedo, nadie hará las cosas como yo mismo — Rahyra se encogió de hombros.— No puedes permitir que la responsabilidad te rebase, ¿qué harás cuando llegue la guerra y estés cansado para liderar al ejército? — Rahyra no le quiso decir que los ejércitos de Valyor ya habían salido del desierto, eso le corres
El ejército de las tierras altas había llegado, y acampaba a las afueras de la ciudad, y ya estando ahí la guerra se sintió tan cerca que Rahyra sintió miedo. Habían pasado un par de meses desde que Cleo le había jurado lealtad y por más que intentaron, ninguno pudo comprobar que el concejero del rey había estado detrás de dichosa carta.Después de unas semanas, Maiken había retomado su puesto como guardia real y había decidido ponerse a su servicio. Rahyra había notado como el semblante de su hermano decaía completamente cuando estaba en la misma habitación que el hombre y eso la preocupó, lo notaba triste y abstraído.El tiempo y el buen trato habían vuelto a los hombres un poco a su estado natural, las mejillas de Raeyron había retomado al igual que el gesto burlón y firme de Sr Maiken.— El rey me dijo que usted intercedió por mi — le comentó él una tarde en que ella le preguntó — ¿me permitirá ser parte de su guardia? — le preguntó — tal vez no le jure mi espada como Sr Eliver, p
Varias de las estirpes más importantes se habían reunido para atestiguar la boda de Raeyron Leroy con Meixing Lévesque, esa unión que callaría las bocas de todos los que aún creían que los Leroy estaban del lado de Valyor el traidor, incluso Aureliano Karristel, el Lord de las tierras de hierro y quien empezó con los rumores, estaba en primera fila para presenciar el acontecimiento.Raeyron entró de la mano de su madre que lo llevó hasta el altar, la verdad se sintió atractivo, con la armadura hecha de plata y oro, con el emblema de la rosa con espinas resaltado en el pecho y el cabello peinado, le habían ungido la piel con aceites que le tenían el rostro terso y los ojos claros fueron realzados con un lápiz delgado alrededor de los párpados que le daba más profundidad a la mirada y cuando él se miró en el espejo le costó reconocerse, parecía el príncipe de los sueños de su adolescencia, se había convertido en el hombre que él deseó como compañero en las noches frías de Belmonte, con
Cuando Raeyron salió del gran salón sintió que un peso enorme se le había quitado del pecho, no podía dejar el papel de convertirse en el lord de las tierras altas, pero él mismo decidiría como gobernar y de qué forma, y no necesitaba una esposa para que las estirpes de los Lévesque siguieran apoyando al rey, si no lo hacían él era el que los consideraría los enemigos, así que corrió por los pasillos a toda velocidad con el corazón palpitándole en los oídos, la armadura le rechinaba en los engranajes y le pesaba un montón, pero no le importó.En su camino se topó con varias personas que lo miraron horrorizados al reconocerlo, pero no le dijeron nada, y lo alcanzó en las puertas del palacio con el yelmo en la mano y la mirada caída y cuando se detuvo el guardia lo miró, tenía los ojos hundidos y una gruesa lágrima rodaba por su pálida piel.—¿Qué haces aquí? — le preguntó Maiken y se limpió la lágrima de una manotada fuerte — te estás casando — le dijo y Raeyron negó con la cabeza.— Y
Kaeira respiró el aire frio que entraba por la ventana, estaba apenas abrigada con un chal del color de la sangre y observaba los ejércitos de Zorba a los pies del castillo de Belmonte, la mayoría de los hombres estaba encerrado en sus tiendas. Allá en el desierto, el frio en las noches podía llegar a igualar el que hacía esa mañana en las tierra altas, pero en el día los zorbanos estaban más que acostumbrados al calor, es más, lo extrañaban y ella lo notaba cada vez que se cruzaba con alguno por los corredores del castillo.Esa noche una corriente de aire de las montañas había bajado una capa gruesa de nieve que se esparcía por todo el lugar como un manto brillante de nubes y Kaeira se sintió cómoda, al fin estaba en casa, en su cama y con sus sirvientes, pero no podía negar que una sensación agridulce se le formaba en la boca cuando pasaba por la habitación de Raeyron o la que había pertenecido a Rahyra. Aunque su hermana le había robado el puesto y la había traicionado, no dejaba d
Rahyra había puesto el plan en marcha, encendió tres velas en el alfeizar de la ventana y una niña de las viudas silenciosas llegó con un pergamino y ella le entregó otro para la líder de las mujeres, necesitaba todos los ojos de las viudas puestos sobre Haraldt Aling, ella sabía con certeza que el concejero del rey era el que estaba conspirando en su contra, o más bien, a escondidas, y ella lo descubriría.Apagó las velas y se sentó en la mesa dejando la corona de piedra en el pedestal, ya le dolía la cabeza y el cuello de tenerla puesta y abrió el sello.—Su embarazo no es normal, majestad — decía la carta y eso la asustó — Las sanadoras del castillo lo notarán muy tarde, pero sabemos quién lo hará entes. Su guardia, Sr Eliver, el muchacho de ojos brillantes, testarudo y de corazón puro le ayudará en esto, es un niño grandote impulsivo y apasionado — Rahyra apretó el entrecejo, era por mucho la carta más extraña que había recibido de Mirthia, la líder de las viudas, así que se puso
Kaeira apretó las sábanas contra su pecho, ese día hacía tanto frio como de costumbre, pero por primera vez en su vida no le gustó, el hielo se le metía tenía en los huesos y también en el vientre vacío que antes había ocupado su hijo.Las doncellas estaban de pie al lado de la cama como dos estatuas firmes sin saber muy bien qué hacer, solo estaban ahí observándola y a Kaeira aquello la estaba impacientando.— Lárguense — les dijo, pero las mujeres no se movieron — ¡Largo! — les gritó, se sentía vacía y desesperada y quería estar sola, pero desde el instante en que la encontraron desangrándose en las escaleras no había tenido un solo momento de soledad, ni siquiera había podido llorar a su hijo.— El rey nos ordenó no dejarla sola, majestad — le dijo una de las doncellas y Kaeira se giró en la cama para darle la espalda «majestad» pensó, era un término ridículo, Valyor aun no era el rey y ella aun no era reina, pero deseó poder serlo, deseó poder usar la corona de piedra que hora por