Capítulo 28: Sé feliz, gordita

Elizabeth tenía un dolor fuertísimo en la cabeza y para su sorpresa y desagrado, había despertado en un hospital.

Lo último que recordaba era estar huyendo de Roger y encerrarse en su oficina y lo siguiente era que estaba allí, en una habitación tétrica de hospital.

No soportaba los hospitales desde que su abuela pasó varios meses internada antes de fallecer, había pasado tantas horas en el interior de aquellas paredes haciéndole compañía, que había desarrollado una profunda aversión por ellos.

Ella estaba muy bien, un golpecito de nada no la iba a matar, aunque el dolor de cabeza sí la tenía un poco mareada.

Ya estaba molesta y debilitada por discutir con la enfermera que la intentaba obligar a quedarse en la cama, ¡a saber cuántas personas habían fallecido entre aquellas sábanas!

Le picaba el cuerpo solo de pensarlo.

En cuanto la mujer salió se levantó, iba a buscar su ropa, quitarse ese odioso suero y salir corriendo, pero sus planes se vieron frustrados.

—¡Tuviste un hijo con tu a
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