Jazziel
Estoy sentado en mi escritorio revisando el último proyecto, he trabajado con los ingenieros y estamos entusiasmados con el nuevo modelo de alarmas para negocios y casas.
Mi hermana decide ese momento llamarme a mi teléfono personal, estoy tentado a no contestar, pero igual lo hago por si algo le pasa a mi sobrina Nikki.
—Hola, hermanito ¿estás desocupado, necesito hablar contigo? —me pregunta sin rodeos.
—Jessamine, estoy bien, buenos días ¿cómo va tu vida? —respondí de manera acida, dejando de lado lo que tenía en mis manos.
—Es urgente y no estoy para bromitas —la escuchaba bastante sería.
Mi hermana es menor que yo por tres años, siempre ha sido la más relajada y responsable, es una liga loca entre mis padres, yo por otro lado soy más o menos parecido a ella, fiestero responsable.
—Está bien… ¿qué sucede? —aclaré mi garganta— ¿mamá y papá…?
—Están bien, mira estoy cerca de tu trabajo, ¿por qué no mejor nos tomamos un café? —me propone.
—Bien, te espero en la cafetería de enfrente… Igual comer me cae de pelos —expresé viendo el reloj.
No contestó y colgó, la cosa debe ser grave.
Bajé sin esperar a que llegará y me acerqué a la cafetería para pedir un sándwich de carne, poco menos de media hora mi hermana entraba al local, estaba muy seria con su vestido negro y su recogido elegante.
Así iba a trabajar al laboratorio en donde trabajaba, yo salí un experto en sistemas operativos y todo lo relacionado con computadoras y ella era especialista en investigación, todo lo relacionado con el ADN, células madres y muchas más investigaciones que no entiendo mucho.
—¿Quieres pedir algo? —le pregunté en cuanto llegó, luego de que me dio el saludo de siempre, aunque un tanto tensa.
Me levanté para que se siente, tal como mi padre me lo enseñó en su momento hace muchos años.
—Sólo un café —me responde, mientras se acomoda en su silla.
Me fui a la barra para pedirle lo que quería y regresé a la mesa, en unos momentos le servirían, mi hermana estaba pensativa y callada, cuando nos veían juntos nadie pensaba que éramos hermanos, yo era el calco de mi padre y ella de mi madre, por lo que teníamos pocas similitudes.
Cuando llegó su pedido le puso edulcorante a su café y un poco de crema, revolvió todo y luego de dejar la cuchara en el platillo me vio a los ojos.
—Hace unos meses me hice una prueba de ADN —su voz era casi fúnebre y abrí los ojos de par en par sorprendido, jamás pensé que la cosa fuera por allí.
—Mmm… Está bien —respondí sin comprender que tenía eso de grave— ¿Qué pasa con eso?
—Mis datos están en el sistema y se renueva cada cierto tiempo cuando nos mandan hacer exámenes de sorpresas —explicó lentamente.
—¿Y qué tiene eso de grave, Jessa? —le pregunté mordiendo mi sándwich, luego me cayó el veinte— ¿estás enferma, Jessa?
—Hace una semana me saltó una alarma en la computadora de mi laboratorio, mi ADN había coincidido con el de alguien más que solicitó nuestros servicios— sigue con su relato como si yo no hubiera preguntado nada.
—¿Qué? Eso no es posible —levanté la voz.
—Baja la voz, no. No es ningún error, revisé tres veces antes de contactar con la persona, pero no hubo respuesta del cliente— me cuenta.
—¿Cómo que no hubo respuestas? —la miré molesto por su misterio— termina de hablar, por favor, Jessa.
Sentía un dolor de cabeza formándose a pasos agigantados.
—Tal vez no tenía para pagar la membrecía del mes siguiente, por lo que tarde en verificar el ADN —me cuenta.
—¿Cómo le contamos a mamá? —pregunté pasando la mano por mi cabello en un gesto nervioso y estresado que tenía.
—¿A mamá? —me preguntó, ahora la confundida era ella— pensé que tenías un hijo por allí regado.
Su afirmación me dejó como bloqué de hielo.
—¿Estás demente? Mis soldados jamás han dado sus frutos, porque para empezar siempre me cuido. Siempre —le especifique molesto por que creyera que era yo— pensé que hablabas de papá.
—¿Entonces me estás diciendo que papá tiene un hijo fuera del matrimonio y que ese hijo tuvo un hijo? —me preguntó anonadada. Casi como si yo estuviera loco.
Papá besa el piso que mamá camina, aun después de tantos años juntos, pero la evidencia era obvia.
—O fue el abuelo… tal vez tengamos un tío o una tía que tuvo hijos —dije calmado.
—Imposible —niega con la cabeza sacando una carpeta de su cartera—. Las coincidencias son muchas, es un porcentaje que sólo sucede cuando son parientes cercanos, como tíos o tías. Jazziel Dunn, tienes un hijo en algún lugar del mundo.
La noticia me dejó como estatua de mármol en mi sitio, se me revolvió el estómago y aparte el plato de repente asqueado, sentí como la garganta se me cerraba en pánico.
—Tiene que haber un error… Yo no tengo hijos, Jessa —me levanté sin despedirme y dejé dinero en la mesa de nuestro pedido y me fui sin despedirme.
En vez de irme de nuevo al trabajo me fui a casa, por el camino había un parque y estacioné para bajarme a tomar el aire, me desanudé la corbata y la metí en uno de mis bolsillos.
¿Tengo un hijo del que nadie me ha dicho nada?
Seria un buen padre, al menos eso creo… nunca había pensado en tener uno hasta que Jessa abrió la boca, me alegré mucho cuando Cassy y Balthazar anunciaron su embarazo, pero no pensé que eso me tocaría a mí.
A pesar de mis muchas conquistas, siempre fui precavido con eso, nunca dejé de usar condón ni borracho, tiene que ser un puto error.
Un niño de unos tres años se acercó a mí con un muñeco en una mano y su otra manito arriba chupando dedo, me veía curioso con la cabeza hacia un lado analizándome, quise tener un caramelo para regalárselo, su madre se acerca segundos después y se disculpa y se lo lleva
Me pasé el resto de la tarde viendo a los niños jugar en el parque, familias jugando y pasando un día genial y luego regresando a casa.
Una llamada entrante me saca del trance en el que me encontraba, revisé y era Elliot, contesté en piloto automático.
—Dunn —respondí poniendo el aparato en mi oreja.
—¿Dónde estás? No viniste en toda la tarde y eso de por sí, es raro —me explica Elliot el motivo de su llamada.
—Fui… a caminar —terminé por decir.
No estaba listo para repetir lo que Jessa me había dicho, necesito tiempo para asimilar esto.
IlianaDos semanas antes.Llego a mi turno como todas las mañanas y me voy directa a mi consultorio, mi enfermera, Trudy me recibe con una cálida sonrisa que yo le correspondo.—Ya llegó su cita de las ocho, doctora —me avisa— Samanta estaba asustada porque usted no viniera hoy. Aunque le aseguré que usted jamás dejaría a sus pacientes.—Gracias, Trudy ya la atiendo —y entré a mi espacio Zen.Me gustaba estar en el hospital, era bastante tranquilo, por ser un pueblo. Pero a veces solo los turistas tienen sus accidentes.Me puse mi bata médica e hice pasar a la primera paciente del día con una sonrisa. A eso del mediodía cuando estaba a punto de irme a descansar un poco a la cafetería y comer un sándwich o comer cualquier otra cosa. Alguien tocó mi puerta.—Pase —contesté al llamado en mi puerta, pensando que podía ser una emergencia de alguna de mis pacientes.Se asomó una cabellera rojiza, era el doctor Alexander Grantham, tenía una sonrisa juguetona bastante contagiosa cuando me vio
JazzielVine a ver Fred para coordinar las bebidas y la música para la boda de Balthazar, queríamos que todo fuera perfecto para nuestro amigo así que en vez de entrar por la puerta delantera me fui por la de emergencia, unos chicos estaban fumando mientras hablaban y reían.—Buenas noches, entraré a darle una sorpresa a mi amigo, guárdenme el secreto.—Te guardo lo que quieras, rubio —me responde una chica con el cabello tan oscuro como la noche.Le guiñé el ojo izquierdo y entré, con una sonrisa pícara en los labios.—Eso tal vez se dañe —dije muy serio señalando el plato que mi amigo preparaba.Fred se giró y me miró asombrado.Él no lo decía, pero lo único que lo relajaba de ser quien es, era la cocina y su adorable esposa.—¡Hermano! —exclama alegre de verme, dejando la paleta de madera en la encimera de la cocina industrial.Todos dejaron de cocinar para mirar nuestra interacción.—¿Cómo ha ido estos días? —pregunté luego de abrazarlo— ¿La luna de miel?—Estuvo grandiosa, regres
6- Jazziel Actualidad Cada vez que pienso en la visita de mi hermana, siento un latente dolor detrás de mis ojos, es como una migraña en constante amenaza por crecer. —Me puedes explicar ¿qué diantres te pasa? —me pregunta Elliot entrando a mi oficina. —Nada —suspire soltando el bolígrafo que tenía en mis manos. ¿A quién engañaba? Estaba leyendo la misma hoja del contrato desde hace media hora, sentía que la cabeza me iba a explotar en cualquier momento. —No eres mujer, no te vas a librar con un simple “nada” —se queja mi mejor amigo. Suspiré y lo miré a los ojos un momento tratando de poner en orden mis ideas. —Tengo un hijo —solté, esperé a ver si reacción y solo buscó la silla frente a él para sentarse. —¿Cómo? —pregunta demasiado sorprendido. —Creo que ya sabes cómo se hacen los bebés, no tengo porqué explicarte cómo se hacen o decirte el cuento de la abejita y la flor —me burlé. —No seas pendejo —soltó con un bufido— ¿Cómo es posible que tengas un hijo, zopenco? Eres e
7 ElliotSalir de la oficina de Jazziel me dejó más confundido que cuando entré a preguntar que le sucedía, parecía que se le venía el mundo encima a mi mejor amigo.Caminé por el corto pasillo hasta llegar a mi oficina cuando me aborda la nueva secretaría con documentos en la mano.—Talia, ¿qué necesitas? —le pregunté amable, antes de que me dijera algo.El puesto que le dimos solo era temporal, queríamos ver si se adaptaba al ritmo o si era remotamente buena como decía su currículo, también tenemos que ver si no la espantamos con nuestras bromas.—Necesito su firma en este documento, doctor —me dice la mujer con un poco de vergüenza, mirando a cualquier lado menos a mí.—Gracias, déjame revisarlo rápido —le comento, mientras entro en mi oficina con ella pisándome los talones.—Sí, doctor —responde eficiente como siempre.Es una chica simpática, su síntesis curricular era impecable y por eso la contraté, también porque no se viste vulgar, esta centrada en su trabajo y no deja que nue
JazzielLlegué a Inverness pocos días después de hablar con Balth y fui a la dirección que aparecía en la tarjeta de crédito.Era muy temprano, tal vez estén durmiendo o no estén.Toqué la puerta un par de veces y esperé con poca paciencia, cuando una niña me abrió la puerta, tenía unos cascos puestos mientras balanceaba la cabeza de un lado a otro escuchando música, al verme en su puerta se veía bastante sorprendida, pero nada más.—Buenos días —fue lo único que atiné a decir.—¿Vendes biblias o algo? —pregunta de forma directa— ya tenemos una, no necesitamos nada más.Sus enormes ojos azules de bebé me tenían un tanto hipnotizado, ojos tan parecidos a…—¿Quien es, niña? —preguntan a lo lejos— debes preguntar, hija —escuché su voz a lo lejos y mi corazón se disparó alocado en mi pecho.La niña frente a mí, a duras pena llegaba a mi pecho, tenía un lindo vestido amarillo, con botas negras y una chaqueta de jean, se veía inocente y relajada. Ajena a los problemas de adultos que tienen
IlianaBoda BalthSemanas antesEstoy muy contenta por mis amigos en serio que sí, pero luego siento en mi estómago al revés al ver a Jazziel.Él era demasiado para tolerar, así que traté de pasar toda la noche lo máximo posible fuera de su alcance, era lo mejor que podía hacer y sin embargo a veces sentía que quería hablar con él, pero ya me rechazó una vez y no lo va a volver a hacer, ya no creo en esa cara de santurrón.Cuando es hora de irme, luego de ese catastrófico baile y el error que tuvimos en la cocina, eso no debería suceder de nuevo y decido buscar a Dalilah para irnos, no quería traerla, pero siempre la tengo un poco aislada del mundo y no me parece justo.Dalilah es una linda señorita de diez años, casi once y es muy perspicaz, inteligente y audaz.—Nena, Vámonos —llegué hasta donde estaba con su amiga Teresa.Teresa y Dalilah iban juntas a todos lados y a mí no me molesta, después de todo es una boda y sabía que podía aburrirse entre tanto adulto.—¿Con quien bailabas
10 IlianaNo podía creerlo, mi peor pesadilla había acabado de consumarse justo en frente de mis ojos. Me sentía en trance mientras cerraba la puerta de mi casa, mi pequeña me miraba confundida.—¿Estás bien, mamá? —me pregunta Dalilah.—Estoy… sí, bien —le afirmé no tan segura de eso como trataba de aparentar y que aparentemente fracasaba.—Madre, no te ves para nada bien —se cruzó de brazos hundiendo el ceño— ese señor… ¿te hizo algo?—¿Jazziel? No, no —entré en negación.Sentía que había hecho algo terrible, pero su rostro confundido me había dejado demasiadas preguntas que no sabía cómo contestar.—Madre, no me mientas —me acusa mi niña molesta, tenía mi temperamento— te ves pálida, ese hombre… ¿Quién es?—Es… es tu padre —confesé.Se me quedó mirando fijamente durante mucho rato.—¿Tú lo llamaste? —me pregunta.Mordí mi labio avergonzada y negué con la cabeza, me negaba a hablar con Jazziel de manera civilizada luego de lo que pasó hace tantos años.—No pude, no me atreví hacerlo
11 ElliotMe fui al hospital al día siguiente con uno de mis típicos trajes, al menos esta vez pude ir en la camioneta que Balthazar le había comprado a Cassy hace unos meses atrás y pude tener mejor movilidad, no como en la maquina de la muerte donde esa chica me montó.En cuanto llegué vi el tranquilo lugar con ojo crítico, necesitaba que alguien me guiara y me mostrara los aparatos que se supone que compraron con nuestro dinero y por supuesto las facturas y su contabilidad.Esto me llevara mínimo una semana, eso si ellos no me lo ponen difícil.—¿Doctor Elliot McNeill? —pregunta una mujer llegando a donde estoy.—Así es —extendí mi mano para presentarme.—Jinty Mondragón —me acepta la mano— nos alegra que nos visite desde Edimburgo, doctor McNeill.—Gracias, Multinacional Lennox quiere hacer un tour por todas los lugares que hacemos donaciones —mentí a la perfección, la vi tragar grueso y asentir.—Soy la secretaria del director general —me dice su puesto mientras empezamos a camin