Bajamos tomados de la mano luego de un largo rato, Jhonson saluda a mi padre y Martha. Yo voy hacia la cocina para servir el pastel y el vino que han traído para compartir, pero el personal de la casa ya se encargó de eso, así que regreso al salón para pedirles que nos reunamos en la mesa. Un poco tarde por la noche mi padre se marcha y Erick va a su habitación a dormir, está exhausto. Jhonson y yo nos quedamos solos en su oficina, hablando sobre los preparativos. Queremos algo sencillo por lo civil y una gran fiesta privada con los familiares y amigos más cercanos. Jhonson ya tiene a la organizadora perfecta, la cual recibirá todas mis indicaciones, él dice que se hará todo a mi gusto. No queremos alargar tanto la boda. Una vez todo conversado estamos listos para dormir, sin embargo, parece que mi prometido tiene otros planes para hoy... Suelta el cierre de mis shorts y envuelve mis brazos alrededor de su cuello, mientras se deshace de mi ropa suavemente y cierra la puerta de la
Después de la cena llamo a Martha y le pido que me ayude con la organización de la fiesta de compromiso, ella me dice que junto a mi padre se encargarán de todo y que Jhonson y yo solo nos preocupemos de nuestros trajes. Le agradezco muchísimo y nos despedimos cariñosamente. Regreso a la cama con Jhonson para seguir viendo una película junto a nuestro hijo, con él bebemos gaseosa con palomitas. De repente, se escucha el timbre de la entrada, me levanto para ver quién es y veo un auto estacionado frente a las rejas. Regreso a la sala y le indico a Jhonson que hay alguien esperando, se asoma por la ventana y me mira con una expresión de incomodidad. —Es Janeth... —Desvía los ojos hacia otro lado. Llevo mis manos hacia las caderas. —¿Y qué hace ella aquí? —No lo sé. Iré a ver qué desea. —Empieza a caminar hacia la puerta. Pero yo, en mi terquedad absoluta, lo detengo. —Espera, iré a ver qué quiere. Tomo mi abrigo y salgo con prisa, al llegar a la entrada de la casa
Hoy es el día de la fiesta de compromiso. Nos levantamos muy temprano para ultimar detalles y a eso de las siete de la noche nos disponemos a ir hasta el restaurante donde reservamos. Vamos a ofrecer una cena y luego haremos un brindis junto algunos pocos amigos y familiares, sobre todo familiares de Jhonson. Martha y mi padre nos reciben y esperamos a los invitados en la entrada. Cuando ya han llegado todos, mi padre procede a dar unas palabras anunciando el matrimonio y lo feliz que está por nuestra unión. Jhonson y yo los invitamos a disfrutar la cena y agradecemos su presencia. De inmediato los meseros empiezan a servir la cena y escuchamos una delicada melodia que toca el pianista. Es preciosa y dulce. La mano de Jhonson toma la mía y deposita un beso en ella, yo le susurro al oído que lo amo, él sonríe muy complacido y me susurra que también me ama. —No puedo creer que este momento haya llegado... —habla mi oído. —El plan de Erick, al parecer funcionó a la perfección
Nadie me preparó para esto. Las frías gotas de lluvia se mezclan con mis lágrimas al ver la espalda de un mal hombre que se cruzó en mi camino, lo contacté siguiendo las pistas hacia mi verdadero padre, pero solo resultó ser alguien que se dedica a chantajear precisamente a personas que buscan familiares perdidos. Le di todos mis ahorros, agoté las súplicas para que me deje en paz y quise escapar de sus garras, sin embargo, las amenazas de hacerle daño a mi padre se volvieron constantes y me obligó a regresar a Londres, quiere que haga una última cosa antes de liberarlo del cautiverio donde lo tiene. Ya no tengo escapatoria. Observo cómo el taxi se estaciona frente al lugar acordado. Ni siquiera he tenido tiempo de tomar un respiro desde que me bajé del avión hace una hora. Me alegro de regresar a Londres, mi ciudad natal, pero en vez de sentirme emocionada por eso, solo consigo tener un molesto nudo en la garganta y unos terribles deseos de salir huyendo. Titubeo un poco ante la ins
Sus ojos son como dos pozos en los que me pierdo sin saber muy bien el regreso. Mi corazón late desbocado, el pulso se acelera y hasta se me olvida respirar cuando de nuevo me mira. —Retírense las demás, necesito hablar con las elegidas —exige y camina de regreso a la mesa. No sé qué es lo que tiene ese pelirrojo, pero me está haciendo pensar en cosas que jamás se me habrían cruzado por la cabeza estando en mi sano juicio. Me pone muy nerviosa. Me aclaro la garganta y espero que el gran grupo de mujeres se marchen, al final cuando ya nos encontramos solo las diez chicas y el jurado, se queda el lugar en un silencio sepulcral. Sus expresiones son tan insólitamente neutrales y frías. ¡Esto parece un velorio! —Muy bien... Como pueden ver han sido elegidas para firmar un contrato de preparación con Jhonson Wayne durante un mes y posteriormente convertirse en las imágenes oficiales de la marca. Felicidades... —La mujer de unos cincuenta años y pelinegra, nos felicita de una manera
Suspiro agotada y me llevo las manos a la cabeza, dejo caer el móvil y no sé qué cosas más. Dios mío... ¿hasta dónde llegará esto? Miles de ideas se me pasan por la cabeza, pero las desecho de una vez. Si yo hubiera sabido que de todas maneras las circunstancias iban a terminarme arrastrando hasta Jhonson Wayne, no se me habría dado por escapar ayer. De ese contrato depende mi vida y la de esa persona que tantos problemas me ha traído, mi padre ausente. Debo pagar los cincuenta mil restantes para que no le arrebaten la vida, no me importa si tengo que venderme como una mujer que siempre soñó con ser modelo, no me importa lo que tenga que hacer. No lo pienso de nuevo y tomo el móvil, busco la tarjeta entre mis pertenencias, con las manos temblorosas marco el número telefónico y espero pacientemente una respuesta. —¿Hola? —Es su voz, inconfundible. Me quedo callada algunos segundos, dudo. —H-hola... Soy Meryl Sanders y... —Me interrumpe. —Hoy a las dos de la tarde en mi oficin
Despierto debido al ruidoso sonido del teléfono que hay en mi mesita de noche, cuido que Erick no se vaya a despertar, no durmió muy bien en toda la madrugada por culpa de una fiebre repentina. No deberían estar llamando desde recepción a estas horas. Maldigo un par de veces antes de levantarme y responder con un tono de voz odioso mientras veo que ni siquiera son las seis de la mañana. —¿Hola? —Buen día señorita Sanders. Disculpe las molestias a estas horas, pero es que aquí se encuentra una mujer que alega ser su asistente personal. ¿La dejo pasar? Abro los ojos de golpe y miro mi teléfono móvil con nerviosismo. ¿Y si es una trampa? ¿Y si viene a hacerme daño ese malvado? —¿Señorita...? —El recepcionista insiste. Suspiro exhausta y respondo: —Yo bajaré, dile que espere. Dejo el teléfono en su sitio para después ponerme un abrigo largo y peinar un poco mi cabello. No sé si me veo horrible a pleno amanecer. Antes de salir observo mi móvil de nuevo, así que me decido por revisarl
Por más que trato de sostenerme no consigo muy bien el equilibrio, me siento muy nerviosa y mareada. Estos zapatos de tacón tampoco me ayudan. Pero bueno, ese no es el caso, ahora debo tener confianza. Espero que todo esto que estoy haciendo no sea en vano y pueda salvar la vida de esa persona que ni siquiera se merece que yo arriesgue mi pellejo, pero aún así lo hago, y todo por conocerlo. —Señorita... ¿Se siente bien? —Donna toma mi mano—. Está fría. —Estoy bien, entremos. Distraigo mis pensamientos y entro a la sala de juntas. Es un lugar amplio y muy elegante. Lo más importante, es que está lleno de caras desconocidas y refinadas. —Tengan muy buenas tardes —saludo a todos lo más cordial que puedo. —Buenas tardes... Pase, sea bienvenida señorita Sanders, la estábamos esperando. Una mujer alta y de cabello oscuro me recibe amablemente. Tomo asiento donde me lo indican, al lado de tres personas, habemos siete en total. —Mucho gusto señorita Sanders, soy Maia, la encarga d