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Capítulo 1: La beta de Terranova.

―β―

Raine Dubois: Dos días antes de la fiesta.

Abro los ojos perezosamente, en la distancia, puedo ver que el reloj digital marca las seis menos cinco, desde que acepté mi puesto, siempre me despierto a la misma hora.

Mi abuelo dice que es cosa de mi loba, pero ella, al igual que yo, gruñe con fastidio cada día, obviamente, hoy no es la excepción.

–Vuelve a dormir…–me dice mi novio con la voz rasposa y aun algo adormilada

–Sabes que no puedo…–dije bostezando al mismo tiempo que me giraba para poder refugiarme en sus brazos

Realmente no podía, una vez que abría los ojos, no volvía a cerrarlos hasta que por fin llegaba la hora de descansar, lo cual, a veces, era hasta pasada la media noche.

–Cinco minutos más…–me pidió mi novio mientras me apretaba contra su cuerpo

–Vince, cariño…–

–Shh, cierra los ojos mi abejita…–me ronroneó Vince al oído mientras su mano comenzaba a acariciar mi espalda bajo mi blusa

–Vince…–

–Duerme…–susurró

Rayos, le estaba funcionando, mis ojos comenzaban a cerrarse, incluso, pude sentir como la propia Reika comenzaba a ceder.

–Eso es mi abejita trabajadora, cierra los ojos…–me decía Vince, su voz comenzaba a escucharse lejana

“Rai-Rai, ¿ya estás despierta?”–la voz de mi alfa resonó en mi cabeza haciéndome abrir los ojos de golpe

“Sí, ¿qué sucede Al?”

“Recuerda que es día de reabastecimiento”

“Lo recuerdo, ¿qué con eso?”–mentí, realmente lo había olvidado

“Ibas a encargarte de los entrenamientos matutinos… Rai-Rai ¿Te quedaste dormida?”

“No, estaba por meterme a la ducha, ¿desayunas conmigo?”

“Vale, te veo abajo en diez”

Apenas Alan cortó el enlace, me aparté de Vince, quien gruñó en protesta, sin embargo, antes de levantarme me giré para besar sus labios, lo que lo apaciguó notablemente.

–¿Tienes trabajo? –

–Sí, me olvidé de que hoy teníamos reabastecimiento –gruñí antes de ponerme de pie –Al quiere que me encargue de los entrenamientos matutinos –

–¿Quieres que vaya contigo? –me preguntó Vince, quien había apartado las cobijas de su hermoso y tonificado cuerpo para poder levantarse

–No cariño, patrullaste anoche, descansa –ronroneé al tiempo que me inclinaba sobre él para besarlo

–¿Estás segura? –me preguntó con evidente duda

–Estoy segura –dije guiñándole un ojo antes de dirigirme al baño de mi habitación

Apenas cerré la puerta, corrí a la ducha y abrí la llave del agua, me quité el pijama y sin pensar, me metí bajo el chorro. Al sentir el agua helada caer sobre mi piel, no pude evitar soltar un grito ahogado, debí haber esperado a que se calentara, pero ya había perdido el tiempo suficiente en los brazos de Vince, tenía que darme prisa, no quería darle más motivos a la gente para criticarme.

Como un rayo, me lavé el cabello, tallé mi cuerpo y me enjuagué, una vez lista, sequé mi cuerpo con una toalla y me envolví en ella para ir por mi ropa a mi habitación.

Nada más salir, noté que Vince se había vuelto a dormir, así que reduje ligeramente la velocidad de mis movimientos.

Prácticamente de puntillas, caminé a mi armario, saqué un pantalón de yoga y un top deportivo, después, fui a la cómoda y tomé unas bragas, para finalmente, volver al baño a cambiarme.

Una vez lista, toqué mi cabello, aún lo tenía demasiado húmedo, así que tomé una goma y me la coloqué en la muñeca, me ataría el cabello antes de empezar los entrenamientos.

Salí del baño nuevamente de puntillas y me dirigí a la salida de mi habitación.

Antes de cerrar la puerta, dirigí mi mirada hacia Vince, estaba completamente perdido, me dijo que había tenido una redada anoche, así que seguramente eso lo tenía agotado, tal vez, hoy podría terminar los entrenamientos temprano y volver para sorprenderlo con un almuerzo.

Con la idea en la cabeza, bajé las escaleras alegremente y me dirigí directamente a la cocina, donde, para mi sorpresa, Alan ya estaba ahí con su compañera y Luna, quien me sonrió nada más verme.

–Rai, hoy voy a unirme a los entrenamientos –me dijo emocionada

–¿Estás segura Bren? –pregunté con duda antes de mirar a Alan, quien, de hecho, no parecía tan sorprendido, seguramente ya lo habían discutido

Brennan Grey, la hija menor del alfa de una manada vecina, no tenía idea del combate, había sido criada entre algodones y se le complacía en todo lo que pedía, sin embargo, cuando llegó aquí, se encontró una realidad muy diferente, y fue el propio Alan quien le puso los pies sobre la tierra.

–Debo aprender a defenderme Rai, tú misma me lo dijiste cuando llegué aquí –

Suspiré, era verdad, fui un poco dura con ella cuando llegó y eso provocó que nuestra relación empezara mal, aunque ahora las cosas habían cambiado.

–Vale, entonces desayunamos y nos vamos –dije sonriéndole, me alegraba de saber que, por fin, Bren quisiera dejar de depender de Jéssica, la gamma de Alan

–Trátala bien –me pidió Alan, quien estaba sentado en la barra bebiendo café

–Seré dulce –dije usando un tono seductor que a Bren la hizo reír, mientras que, a Al, lo hizo fruncir el ceño

–Tranquilo cariño, aunque nuestra beta es muy guapa, sólo tengo ojos para ti –le dijo Brennan a Alan antes de plantarle un beso en la mejilla

–Espera ¿Debo pensar que te atrae mi beta? –preguntó Alan fingiendo preocupación

–No dejes que me emborrache, podría aprovecharme de ella –dijo Bren riendo

–Mantén los ojos abiertos alfa –le dije a Alan mientras me dirigía a la nevera –Mi Luna es muy guapa, estoy pensando muy seriamente en invitarla al bar el fin de semana –

–Cállate Raine –me gruñó Alan, lo que nos hizo reír a las dos

–Raine, no molestes al alfa –me dijo Camille, quien acababa de entrar a la cocina

Camille era la loba encargada de atender la casa principal, y también era la mujer que se había encargado de cuidarnos a Alan y a mí, pues nuestros padres, tenían una vida muy ocupada

–Buenos días, Camille –la saludé alegremente

–Buenos días, mi niña –me saludó Camille dándome un fugaz beso en la mejilla

–Hola nana, buenos días –la saludó Alan desde la barra –¿Dormiste bien? –

–Sí, gracias por ese colchón cachorro –dijo Camille alegremente –Luc y yo lo aprovechamos muy bien anoche –

–¡Nana! –gritamos los tres escandalizados

–¿Qué? Como si ustedes no hicieran esas cosas –dijo Camille riendo al tiempo que me apartaba de la nevera suavemente

–Yo no –refuté

Pese a que Vince y yo llevábamos seis meses juntos, nunca habíamos hecho el amor.

–Y haces muy bien, deberías esperar por tu compañero, incluso, deberías terminar con Vince –me dijo Alan, quien nunca había estado de acuerdo con mi elección de parejas románticas

–En eso lo apoyo Rai-Rai, Vince no me inspira confianza, al menos no como una pareja, él parece más del tipo que le gusta brincar de cama en cama –dijo Bren, quien había fruncido el ceño, lo que indicaba que realmente estaba preocupada

–No se preocupen por eso, Vince y yo pasamos mucho tiempo juntos, no tiene tiempo para serme infiel –

–Eso no lo sabes –gruñó Alan

–Deja de meterle ideas Alan –lo regañó Camille al ver que yo comenzaba a ponerme ansiosa

–Pero nana…–

–Nada de nana, déjala en paz –le dijo con severidad –Ahora salgan de mi cocina y vayan a esperar el desayuno en el comedor –

Los tres asentimos y salimos de la cocina con paso apresurado, hacer enojar a Camille nunca era buena idea.

Gracias a que Brennan comenzó a hacerme preguntas sobre los entrenamientos, Alan dejó el tema de Vince y se puso a revisar sus correos en su teléfono, dejándonos a las dos hablar libremente.

Al cabo de una hora, con la barriga llena, las dos salimos de la casa principal y nos encaminamos a los campos de entrenamiento, charlando de temas diversos, hasta que, a medio camino, Harry, el delta de Alan, nos alcanzó.

–Buenos días, Bren, Rai –nos saludó apenas se colocó a nuestro lado

–Buenos días, Harry –lo saludamos ambas

–¿Quién fue la pobre loba que tuvo la desdicha de tenerte en su cama? –pregunté burlonamente

Harry Winter, el delta de la manada, era un coqueto, cambiaba de novia como si se cambiara de bóxer, y lo peor, era que, pese a su fama, las lobas seguían cayendo a sus pies.

–Mi madre –

Al escucharlo, casi me atraganto con mi propia saliva.

–¿Qué estás pensando? Cochina –me dijo Harry burlonamente –Mamá tuvo un ataque y papá no pudo controlarla, así que fui a casa a ayudarla –nos explicó

–¿Está bien? ¿Quieres que envié al doctor? –preguntó Bren

–Tranquila Luna, mamá está bien, sólo necesitaba descansar

–¿Estás seguro? –

–Sí, mejor, cuéntame, Bren, ¿Qué haces con esta marimacho? –

–¿Disculpa? ¿Cómo me has llamado? –

Ciertamente yo no era lo que se dice muy femenina, pero no era por gusto, mi vida como la beta de esta manada me mantenía muy ocupada y con la guardia en alto, pues muchos guerreros me retaban por el puesto, así que rara vez, podía vestirme o comportarme como una señorita, pese a que me encantaban las faldas y los vestidos, casi nunca podía usarlos.

Debido a que siempre debía mantener la guardia en alto, mi comportamiento dulce y amable también había cambiado, aunque, bueno, eso sucedió apenas papá empezó a prepararme para ocupar su lugar.

–Sólo bromeó Rai-Rai –dijo Harry pasando un brazo por mis hombros –¿Y? ¿Qué haces por aquí tan temprano Luna? –

–A partir de hoy me uniré a los entrenamientos –dijo Brennan alegremente

–¿Enserio? ¿Y eso por qué? –preguntó Harry sin tratar de ocultar su sorpresa

–Nunca es tarde para empezar a aprender el combate, no quiero ser la típica Luna que es una carga para su alfa, al contrario, quiero ayudarlo –

–Oye, las Lunas son más que fuerza, tú nos has ayudado de diferentes maneras, no tienes que ser una peleadora –

–No planeo serlo Rai, pero al menos, quiero aprender a defenderme…–dijo Bren agachando la mirada

Ante su actitud, Harry y yo intercambiamos miradas.

Cuando Brennan apenas tenía unas semanas en nuestra manada, Alan, Jess y yo, la llevamos a recorrer el territorio, incluso, la llevamos a recorrer las fronteras, sin embargo, lo que comenzó como un paseo tranquilo, no tardó en convertirse en una batalla, pues una jauría de salvajes nos atacó.

Al no saberse defender, la loba de Brennan entró en pánico e intentó huir, sin embargo, eso sólo alborotó a los salvajes, así que fueron detrás de ella, lo que nos obligó a Alan y a mí a ir en su ayuda, dejando a Jess junto a otros guerreros para proteger la zona.

Ese día casi perdimos a varios guerreros, de no ser porque Harry y sus hombres de confianza llegaron a tiempo, me temo que la culpa de Brennan hubiera sido peor.

–Bren, lo que pasó ese día no fue tu culpa –trató de calmarla Harry –No fuiste preparada, la reacción de tu loba fue algo normal…–

–Como la Luna de la manada no debí haber huido, debí haberme quedado para ayudar a mi gente –dijo Brennan con pesar

–Ya no pienses en eso Bren –le dije al tiempo que tomaba su mano –Eso fue hace un año, desde entonces, todo ha cambiado, como dije, nos has ayudado de otras maneras y eso ha hecho que la gente te admire y te respete –

–Además, el hecho de que quieras superarte habla muy bien de ti –agregó Harry –Ahora todos te respetarán aún más –

–¿Eso creen? –preguntó insegura

-Obviamente -respondimos los dos

Ciertamente, la actitud cobarde de Bren de ese día había molestado y preocupado a los miembros de la manada, pues, de hecho, al principio ella creía que no había hecho nada malo, se defendía alegando que había pensado sólo en su seguridad como Luna, lo cual no era del todo mentira, claro que después nos confesó que su loba solo había entrado en pánico.

Sin embargo, tras escuchar su primer versión, Alan enfureció y le dijo que él no necesitaba una Luna egoísta, para él, lo más importante era su gente y si ella no podía verlo, lo mejor sería que se marchara y volviera a su manada.

Eso, sin duda, marcó un cambio muy importante en ella, por lo que poco a poco, comenzó a ganarse el cariño y el respeto de la gente.

Con el humor renovado, Bren asintió, por lo que los tres aceleramos el paso.

Cuando por fin llegamos al campo de entrenamiento, Bren se mantuvo a mi lado en todo momento, mientras que Harry, comenzaba a ayudar a las lobas que habían llegado temprano a ponerse vendas en sus manos.

–Como Alan no viene hoy, solamente practicaremos el combate cuerpo a cuerpo –le expliqué a Bren mientras la ayudaba a vendar sus nudillos

–Vale…–murmuró Bren

–No te preocupes, me quedaré contigo –le dije en un tono que aparentemente la calmó.

–¿Serás amable? –me preguntó con una sonrisa coqueta, al pensar en la broma que le habíamos hecho a Alan no pude evitar reír

–Seré muy, muy suave mi preciosa Luna –dije riendo al igual que ella

–Oye Rai, ¿le hiciste algo a Kendra? –me preguntó bajando la voz

–No que recuerde –dije tras desviar mi mirada en dirección a la loba, la cual, me veía con una extraña mezcla de odio y suficiencia

–¿Estás segura? –me preguntó Harry, quien se había acercado sin que me diera cuenta

–Segura –reafirmé antes de volver a mi tarea –Por cierto, Harry, ¿por qué no me informaste de la redada de anoche? –

–¿Cuál redada? –preguntó confundido

–Vince llegó tarde anoche de su patrullaje, me dijo que había tenido una redada –

–Raine, anoche no hubo ninguna redada, y Vince patrulló por la tarde la frontera norte, así que no tenía que hacer patrullaje nocturno –me contó Harry con el ceño fruncido.

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